Crónica: Sábados de la Orientación Lacaniana. Myriam Chang (Barcelona)

Barcelona, Málaga, Bilbao, A Coruña y Madrid, es el recorrido que seguirá el Seminario Itinerante de preparación del Encuentro PIPOL 4, del mes de julio del próximo año.

El primer paso se ha dado ya, y tuvo lugar en Barcelona, el pasado 27 de septiembre.

La Comunidad de Catalunya de la ELP utilizando un significante local, SOL, correspondiente a los Sábados de la Orientación Lacaniana, convocó y llevó a cabo esta cita en el Hotel Gallery, situado en el centro de la ciudad, ante una nutrida asistencia.

En sus primeras palabras de bienvenida, Rosa Calvet, Directora de la Biblioteca del Campo Freudiano de Barcelona -BCFB-, a modo de declaración de principios, manifestó que nuestro trabajo orientado como está por la enseñanza de Lacan investiga en los textos para encontrar las vías pragmáticas mediante las cuales el sufrimiento particular a cada uno, su síntoma, —cual real fuera de sentido—, puede convertirse en un instrumento, una herramienta para reinsertarse en el ámbito social. Situó así ya de esta manera el eje de las ponencias que se leerían a lo largo de la mañana, siguiendo el título elegido de Novedades en psicoanálisis aplicado. Hacia el Encuentro Europeo del Campo Freudiano PIPOL 4.

Un marco de trabajo que a continuación, Judith Miller, Presidenta de la Fundación del Campo Freudiano, delimitó aún más, recordando la actualidad del psicoanálisis, su deber ético, su hacer político y su incidencia social.

“Seguramente —afirmó— los cambios del mundo, y con ellos los de la clínica, exigen interrogar el lugar que tiene allí el psicoanálisis y la función que le toca a un analista, sabiendo que desde el nacimiento del psicoanálisis este lugar debe defenderse y esta función delicada sostenerse.”

“No le toca al psicoanálisis —añadió más adelante— pasar por compromisos para existir en el mundo, especialmente del tipo promoción o aceptación de diplomas, por el contrario le toca salvaguardar el espacio de este orden cuando todo trabaja para su disminución y para hacer olvidar a cada uno su soledad, su responsabilidad, incluso sus cogitaciones de ser hablante.”

Terminó su alocución recordando que: “Cuando Lacan declara: todo el mundo delira, constata que en el mundo contemporáneo es posible un lazo social viable, que tenga en cuenta las soluciones personales al malestar en la civilización. Algunos artistas ilustran bien el valor creativo y la soledad de este lazo, a pesar de lo atípico de las soluciones que han inventado. El psicoanálisis, como ellos mismos, elige trabajar con el síntoma de cada uno para que un lazo social renovado sea posible.
La apuesta de este SOL me parece —decía— lanzar el trabajo y poner al debate algunas ofertas del psicoanálisis, en la época en que nos toca vivir.” Y explicaba ésta como la razón para haber nombrado su introducción Delicadeza, en el sentido que le daba Roland Barthes: “Distancia y consideración, ausencia de peso en la relación y, sin embargo, calor vivo de esta relación”.

Primera Mesa
Tras estas palabras de apertura, tuvo lugar una primera mesa, en la que intervinieron: Elvira Guilañá, Directora del Centro de Consultas y Tratamiento -CPCT-Barcelona-; Paloma Larena, Coordinadora del Centro de Educación e Internamiento por Medida Judicial de Zaragoza; Leonora Troianovski, psicoanalista colaboradora en un proyecto de trabajo con médicos de familia, en el Centro de Salud Mental (CSMA) de Cornellà de Llobregat, y Josep Sanahuja, analista miembro de la sede de Tarragona de la CdC, como moderador.

Bajo el título de Clínica de la inserción en el CPCT, Elvira Guilañá con la claridad y la rigurosidad en los términos que caracterizan sus exposiciones, recurriendo a dos ejemplos, dio cuenta de la complejidad de las demandas que se dirigen al Centro Psicoanalítico, pero también de cómo la acogida que se da a estas demandas, —acogida que no es la de la “comprensión” sino la de la intelección de la lógica estructural que les subyace— produce un efecto de disminución de los efectos imaginarios que se siguen en la desestabilización psicótica, permitiendo un trabajo de anudamiento posible.

Por su parte, Paloma Larena, con el título de Una investigación en curso: desinserción e inserción social de jóvenes en conflicto social, expuso su experiencia en una investigación que lleva ya cuatro años en un Centro de Educación e internamiento de jóvenes sobre los que pesa una medida judicial. Donde los analistas actuando en primer lugar como mediadores, entre los jóvenes reputados de agresivos y peligrosos y la mirada suspicaz y siempre vigilante de los guardas, consiguen como primera medida velar pequeños espacios del gran Panóptico, donde una intimidad necesaria hace aparecer lo subjetivo y al dialectizar las historias vuelve más habitable la institución.

¿Cómo contrariar la desinserción en el marco de las prácticas sociales? Una experiencia de trabajo con médicos de familia, es el título bajo el que Leonora Troianovski con ejemplos dio cuenta de cómo “desde el discurso analítico se puede operar para producir cierta sintomatización de lo que aparece como malestar y dificultad en el desempeño de la función profesional de los médicos.” Explica entonces cómo ayudando a sintomatizar el malestar se introduce un abordaje inédito, allí donde la gestión —el significante amo de nuestra época— impone el borramiento del sujeto.

En definitiva, una serie de trabajos que dieron cuenta de los efectos que se producen cuando el psicoanalista se desplaza a otros contextos: En lugar de ser un especialista más en la institución, el psicoanalista de orientación lacaniana encuentra a su disposición un conjunto limitado, finito, de utensilios. Se trata de hacer con lo que hay, encontrando siempre una pieza u otra que hace las veces de un objeto que descompleta. El todo de la demanda (Elvira Guilañá) de las normas (Paloma Larena) o del protocolo (Leonora Troianovski). Lo que demuestra, al contrario de lo que empuja la institución, que es decisivo hacer valer ese vacío.

Abierto el debate, Vicente Palomera recordó el término de varité, término que Lacan había acuñado en el curso de su última enseñanza, fundiendo “la variedad” y “la verdad” para referirse al síntoma, y que en esta ocasión podría ser también aplicado a la variedad de lugares donde el analista abre, mediante su acto, un sitio a la verdad. Retomando las palabras de J.-A. Miller en su discurso Hacia PIPOL 4, recuerda que éste plantea la unidad móvil del psicoanálisis como lugares de respuesta, “un lugar en el que el parloteo toma forma de pregunta y la pregunta misma gira hacia la respuesta”.

Segunda Mesa
Moderada por José Manuel Álvarez, realizó una breve presentación cuyo núcleo central fue contrariar la idea de "adaptación" del paciente a una realidad de la cual él es un equivocado, -modo de operar de la mayoría de las psicoterapias actuales-, sino que es el mismo dispositivo analítico el que se “flexiona” a la época en la que es utilizado, y ello para que el sujeto pueda extraer alguna idea de su desinserción fundamental, la que habita en cada uno, incluso la que habita en el psicoanálisis mismo.

Definiendo así el dispositivo analítico como un objeto de geometría variable, que funciona como un conector. Un conector -la transferencia-, que permite al paciente “conectar” con su desinserción primordial, para hacer con ella algo diferente; y a veces al contrario, también permite desconectarlo, por ejemplo, de su empuje más mortífero, (el empuje superyóico cada vez más y más presente).

Lo que a continuación dio paso a las siguientes ponencias:
Alicia Pascual: Familia y adopción: posibilidades de intervención.
Mimí Bayarri: Una fibromialgia: versión de la angustia.
Mª Ángela Gallofré: ¿Escarmentar de la experiencia?

De su trabajo en el ECAI-Genus, entidad colaboradora en Adopciones Internacionales, Alicia Pascual, explicó cómo en el mundo globalizado actual, la adopción se sitúa en el mercado de la oferta y la demanda, donde lo que no tiene valor en una parte del mundo —el niño abandonado o huérfano que en su país de origen tiene un lugar de deshecho— pasa a ser muy apreciado en los países receptores donde adquieren por el contrario un valor agalmático. En esta “transacción” la intervención del analista apunta a hacer surgir un discurso propio en cada familia, uno por uno. En la tensión de lo que no anda por no haber sido previsto es donde el discurso analítico tiene posibilidad de alojarse.

Mimí Bayarri trabaja, por su parte, en una institución de Salud Pública desde hace 30 años y desde hace 20 está destinada en el Centro de Salud Mental de Aldaia, en Valencia. De su práctica expuso el caso de un sujeto aquejado de dolores que rigidizan todo su cuerpo. Ordenado en tres momentos —1) El instante de ver. El mundo. La Demanda del Otro; 2) El tiempo para comprender. La escena. El goce y 3) El momento de concluir. Incidencia del análisis en la cura. El deseo— la exposición del caso da cuenta de los cambios de posición subjetiva así como del alivio terapéutico, en la medida que la acotación del goce va dando lugar a una salida diferente.

Como última ponencia, la de Mª. Ángela Gallofré, cuya colaboración en los Programas Formativos (grupos) de VIDO (Violencia Doméstica), -trabajo que se sitúa en el contexto de las medidas alternativas a la prisión-, que se propone a hombres que después de haber sido denunciados, son juzgados y sentenciados como culpables de delitos de violencia familiar o doméstica. El término “Formación” que se postula en el programa da ocasión al analista mediante diversos recursos a introducir una diferenciación entre la culpa y la responsabilidad. Lo que se sigue como finalidad última es la de sostener la humanidad de cada uno de los participantes, dándole a cada sujeto la posibilidad de, más allá de culpabilizarse, responsabilizarse.

El debate giró fundamentalmente en torno a la siempre compleja y problemática cuestión de la responsabilidad, y del tipo de operación tan singular que al respecto de ese punto central, se desarrolla en el abordaje psicoanalítico de orientación lacaniana.

Llegado el momento de la Clausura, Vicente Palomera, Presidente de la Federación de Escuelas Europeas de Psicoanálisis -FEEP-, abordando el título del Encuentro, Clínica y pragmática de la [des]inserción en psicoanálisis, intervino para mantener una apertura sobre las temáticas abiertas durante toda la Jornada y su conexión con las múltiples temáticas que se van a concitar Hacia el PIPOL 4 señalando que para hablar de un “clínica y pragmática de la desiserción” partimos de las dificultades propias de quienes consultan después de haber perdido, o a punto de perder, sus vínculos familiares, de amistad o de trabajo, llegando a veces hasta la autoexclusión.

La clínica de la desinserción nos enfrenta con esa zona donde la soledad del sujeto cae bajo los efectos dramáticos de la de la precariedad de los vínculos sociales, unos efectos que se aceleran en nuestra época, donde la influencia creciente del individuo ha hecho de éste su norma; en nuestro trabajo de elaboración apuntamos a encontrar la envoltura formal que pueda acoger las distintas versiones de la desinserción, tanto en su vertiente S1, como en su vertiente "objeto a”.

En algunos casos, la desinserción puede ser un rechazo del Otro, o una elección del sujeto, una precariedad elegida, es decir, un caso donde "la realidad social desinserta la realidad psíquica". En otros casos, la desinserción puede ser la consecuencia de una desidentificación. En otros, puede ser un rechazo del saber que puede imaginar ser un modo de hacer vínculo (como en la novela de Isamu Fukui, Truancy).

El síntoma que se dirige al psicoanálisis siempre suele implicar alguna forma de desinserción social, una desconexión del sujeto respecto de los demás, desconexión que puede ir desde el leve sentimiento de no ser comprendido, hasta por la misión salvadora delirante que desconecta al sujeto del otro. Desde la desconexión vivida como algo irreversible, hasta el aislamiento del creador frustrado. Desde la llamada “fobia social” hasta la asocialidad del neurótico que no logra que su síntoma llegue a los agentes sociales supuestamente concernidos. La desinserción puede abarcar desde los refinamientos de la seducción histérica hasta los laberintos que aislan al obsesivo en su fortaleza narcisista.

Por último, hacer un uso del término desinserción en sujetos identificados a la función social de desinserción puede ayudar a estudiar nuevas figuras del vagabundo como el punkabestia, donde el perro como objeto ocupa un lugar central. En todo este recorrido nos situamos siempre a favor del síntoma y de transmitir que todos estos comportamientos son racionales y se puede incidir sobre ellos.

Es por esto que se trata de construir, junto a la "clínica de la desinserción", una "pragmática" que apunta al saber hacer ahí con el síntoma.