Crónica: Presentación del libro de Santiago Castellanos, “El dolor y los lenguajes del cuerpo”. Juan Ramón Lairisa (Barcelona)

El día 9 de abril, ante una numerosa asistencia, se presentó en la Biblioteca del Campo Freudiano de Barcelona el libro de Santiago Castellanos, “El dolor y los lenguajes del cuerpo”.

El acto contó con la presencia del autor, quien estuvo acompañado en la mesa por Juan Ramón Lairisa, director de la Biblioteca, Rosa Calvet, AME de la ELP, docente de la Sección Clínica de Barcelona y responsable del Grupo de Investigación Psicoanálisis y Medicina, y Francisco Burgos, psicoanalista y psiquiatra.

Juan Ramón Lairisa abrió el acto realizando una breve una presentación en la que destacó la necesidad de este libro, que aborda en profundidad un tema muy actual ante el que la medicina se encuentra impotente, tanto en descubrir sus causas, como en aliviar los sufrimientos que ocasiona. Señaló que en él, y siguiendo fielmente los desarrollos de Freud y de Lacan, acompañados de una abundante casuística, se demuestra todo el valor de una clínica del sujeto que distingue entre las formas de la conversión histérica, los fenómenos del cuerpo presentes en las psicosis ordinarias, sin olvidar los fenómenos psicosomáticos y las formas hipocondríacas propias de algunas psicosis.

Rosa Calvet inició su intervención comentando un artículo de la revista Science del pasado mes de octubre en el que se asociaba, mediante procedimientos estadísticos, un retrovirus (XMRV) descubierto recientemente, con el VIH y otras enfermedades, entre ellas el síndrome de fatiga crónica. Con ello se promocionaba un nuevo test de sangre que supuestamente detectaría este síndrome, lo que ya estaba siendo reclamado por las asociaciones de afectados en USA. Estamos, señaló Rosa Calvet, ante una nueva prueba del poder de sugestión de las corporaciones farmacéuticas. Es un paso más hacia lo que Jacques-Alain Miller ha denominado la sociedad posthumana. Por el contrario, afirmó, el trabajo de Santiago Castellanos aborda una clínica de la fibromialgia tomando como síntoma el dolor, en la que la pregunta por éste ya apunta a la singularidad del sujeto.

Destacó la importancia de que un médico haya realizado un estudio de las formas del tratamiento posible de la fibromialgia y la fatiga crónica, que tan a menudo se presentan asociadas. Se trata de que los médicos puedan escuchar y leer acerca de este tratamiento posible. Es sabido que desde el siglo pasado la ciencia oblitera el sujeto, pero ahora lo hace también con el cuerpo.

A continuación efectuó un recorrido de los distintos capítulos del libro, que comienzan con la descripción de los impases de la medicina ante el dolor, seguidos de un detallado estudio del caso de Sigmund Freud, Isabel de R., continúa con el abordaje del cuerpo en los distintos momentos de la enseñanza de Jacques Lacan y finalmente presenta a la fibromialgia como un fenómeno transclínico. Destacó también la numerosa casuística, muy actualizada y señaló que el autor se muestra excesivamente modesto cuando habla de los efectos terapéuticos conseguidos.

Concluyó su intervención apoyando la propuesta de una transferencia de trabajo entre la medicina y el psicoanálisis, sin olvidar la importancia del apoyo psicológico en estos trastornos, teniendo en cuenta que las terapias cognitivo-conductuales no apuntan a una curación, sino a una adecuación de los sujetos a sus sufrimientos. Por el contrario, este libro promueve un vaciado de los lenguajes enquistados en el cuerpo, haciendo pasar algo del dolor al orden de la palabra.

Francisco Burgos inició su comentario señalando que el libro le había sorprendido por el estilo del autor ya, que siendo directo, explica los conceptos de tal manera que facilita su comprensión y ofrece una agradable lectura. Es respetuoso con otros discursos y señala los posibles lugares de encuentro y de colaboración. Señaló que el tema elegido es interesante y difícil de abordar. El punto de partida es el entrecruzamiento entre la medicina y el psicoanálisis. Está dirigido, tanto a los psicoanalistas de la Orientación Lacaniana, como a los profesionales del campo de la medicina y la psicología que, atravesados por el deseo, se hallen divididos por su experiencia en el trabajo clínico con este tipo de pacientes, y incluso para quien quiera iniciarse en la clínica del dolor.

Afirmó que se trata de un libro necesario en este contexto del siglo XXI. Es un estudio amplio y riguroso de las referencias de este tema que elaboraron Freud y, sobre todo, Lacan y sus aplicaciones en la clínica. Se trata de una investigación orientada por la vía de la subjetividad y del inconsciente, que nos aproxima a la clínica médica a través del tratamiento psicoanalítico.

Señaló que le había llamado la atención su título, ya que desde la formación medica, éste plantea una cuestión fundamental: la diferencia entre organismo y cuerpo para el psicoanálisis y la incidencia del lenguaje sobre el organismo para hacerse el cuerpo. En el texto se toman estos dos significantes: dolor y lenguajes, para hacer un recorrido por la temática del cuerpo siguiendo a Lacan, llegando al final a la teoría de tener un cuerpo, frente a ser un cuerpo. Cuestión decisiva, subrayó, ya que en la actualidad asistimos a una nueva predominancia del discurso médico en el que se pone el acento en lo real del cuerpo, incluso en el campo de la psiquiatría mediante –como nos aclara Miller– el significante “neuro”.

Explicó que en salud mental y clínica médica, el dolor es un síntoma inespecífico y universal. Ha sido el primero que ha dado lugar a unidades de tratamiento específico siguiendo los cuadros sindrómicos de los DSM. La medicina no desconoce la participación de la subjetividad en la vivencia del dolor, pero hasta la fecha no ha logrado un marcador biológico que le permita una clasificación de los dolores y sus intensidades.

En su trabajo, Santiago Castellanos toma el dolor como síntoma, recorre las referencias del psicoanálisis y aporta su propia investigación con cuadros clínicos que en la actualidad están muy presentes en las modalidades del dolor, como es la denominada fibromialgia y el síndrome de dolor crónico y de fatiga crónica. Propone la hipótesis de tomar la fibromialgia como transclínica. En psiquiatría, lo transclínico proviene de la introducción de los antidepresivos, que se han implementado para resolver síntomas, modalidad que ha impregnado los modos de hacer en esta especialidad. Esto ha llevado a tomar al paciente en la consulta en la identificación de su malestar: “tengo fibromialgia” o “soy fibromiálgico”.

El libro presenta un trabajo contrario a esta identificación, que pueda dar lugar al establecimiento de una pregunta, iniciando una historia del malestar que permita dar cuenta de la subjetividad a partir del dolor. Con ello se llega a establecer qué tipo de lenguaje hay en cada caso, siendo un pasaje de lo transclínico a la clínica del caso por caso. Mostrando así, cómo diferentes estructuras clínicas dan lugar a un modo distinto de intervención y la función que ejerce el dolor en cada una de ellas.

Francisco Burgos finalizó su comentario agradeciendo el trabajo de investigación plasmado en el libro y afirmando que éste genera transferencia de trabajo y ocupa un lugar importante que no existía antes en el campo de la clínica del dolor.

A continuación tomó la palabra el autor del libro, Santiago Castellanos, psicoanalista, miembro de la ELP y doctor en Medicina Familiar y Comunitaria, docente de esta especialidad y autor de numerosos artículos y colaboraciones sobre temas de intersección entre el psicoanálisis y la medicina.

Explicó las circunstancias en que comenzó su experiencia, hace unos 7 años, y cómo ésta le llevó a presentar un trabajo de investigación en el marco de la Sección Clínica para la obtención del Diploma de Estudios Avanzados. Posteriormente decidió hacer este libro tomando como base dicho trabajo.

El libro se centra en el dolor crónico de causa no orgánica, en especial en la fibromialgia. Es un tema de actualidad, ya que hay en España un millón de personas con este diagnóstico, siendo su inmensa mayoría mujeres.

La idea de iniciar la experiencia se produjo cuando, como médico de atención primaria, recibió una comunicación del servicio de reumatología informando que éste no aceptaba más pacientes con este diagnóstico. La razón era que no se dispone de tratamientos eficaces. Añadió que, además, son pacientes que pueden ser muy maltratadas por los servicios hospitalarios, ya que confrontan a los médicos ante la impotencia de su saber, lo que puede resultar insoportable para ellos. De modo análogo, las unidades de dolor también fracasan en estos casos. La medicina coloca entonces a las pacientes en la fatalidad del destino. Las califica de incurables y les recomienda adaptarse a soportar el dolor en el que viven. Esto se produce en alianza con determinas corrientes de la psicología, que siguen el mismo discurso, sin hacerse ninguna pregunta acerca de las coordenadas de este dolor.

Empezó su investigación sin tener la seguridad de que fuera posible una práctica psicoanalítica con este tipo de pacientes. Ya que una cosa es que no se conozca la causa. y otra, verificar que dicha práctica sea posible sobre los síntomas del cuerpo. En la búsqueda de investigaciones previas, encontró los casos de Freud, en especial el de Isabel de R. y unos pocos más, junto a la afirmación, poco fundamentada, de que se trataba de una epidemia de histeria del siglo XXI. Fue en el texto de Jacques Lacan, Psicoanálisis y medicina, donde encontró el sostén necesario para su labor, en especial en dos puntos que le impactaron. Uno de ellos plantea que la medicina no distingue entre organismo y cuerpo, ya que desconoce la incidencia del lenguaje sobre organismo. El cuerpo está hecho de palabras, y Lacan anticipa que ahí hay una falla en la medicina. El otro punto, es la afirmación de que hay goce donde hay dolor.

Santiago Castellanos señaló que en el psicoanálisis sabemos que el registro del goce puede ser tratado a través de la palabra. Cuando Lacan habla de goce, es el goce del cuerpo vivo. El cuerpo se experimenta como vivo porque se goza, siendo el dolor una de las modalidades del goce. Así, empezó a trabajar con la hipótesis de tratar el dolor con el instrumento de la palabra.

En su práctica encontró dificultades debidas a la identificación de las pacientes al significante del diagnóstico. Esto conlleva una posición pasiva y una resistencia a introducir algo de la propia subjetividad en el tratamiento. Para que algo se pueda mover, hay que ayudarles a salir de esta identificación. Hay que producir un recorrido de la fibromialgia a la pregunta por el dolor, para constituir la neurosis particular y el síntoma singular de cada sujeto. En este recorrido el dolor se moviliza y la vida se hace más habitable.