Crónica: ¿Testimonio o retrato sin espejo? Lierni Irizar (San Sebastián)

El 2 de Octubre de 2009, La Comunidad del País Vasco de la ELP, tuvó el honor de contar con la presencia de Antoni Vicens, nombrado AE hace un año. Bajo el título arriba citado, comenzó su carta de presentación, diciendo:

“El Retrato del artista adolescente" es la historia de una creación. No es la invención del personaje, como lo fueron los diarios de André Gide para sí mismo, sino la creación misma de la posibilidad de crear. James Joyce convierte su alma en un espacio increado del que pueda surgir cualquier escritura. El silencio es la aceptación de la inexistencia de la lengua materna; el destierro es una cualidad de apátrida que le exilia de todo heroísmo que no sea el de su propio síntoma; la astucia es la afirmación de la propia inteligencia.

El testimonio de un AE es una exploración parcial de una escritura hecha posible por un trayecto psicoanalítico llevado a un punto separador. Ningún testimonio conocido está a la altura del Retrato joyciano, que se sitúa como una escritura más allá del testimonio, pues éste siempre contiene un aseguramiento fálico del goce.

La cuestión es si por esto fracasa todo testimonio del pase. El testimonio quiere ser trazo puro, pero no consigue deshacerse de la ficción”.

Partiendo de este fragmento elaborado y enviado por Antoni Vicens y tras mostrarnos la impresionante evolución de algunos autorretratos de Miró, comenzó la exposición de una nueva escritura de la experiencia de un análisis terminado y del Pase.

Rosa Ruiz, miembro de la ELP en San Sebastián, destacó la versión publicada en Freudiana nº 54 en la que el recorrido “Del cinismo a la ironía” se planteaba como una vía de salida de un goce solitario a un nuevo goce revestido por un nuevo amor.

Antonio Vicens comenzó retomando esta cuestión del amor que tiene muchas dimensiones: amor al inconsciente, al Otro inconsciente en tanto es capaz de hablar con una voz que no dice morir, morir y es un amor a la Escuela.

Tras esta primera indicación retomó la creación de Joyce, su “Retrato del artista adolescente” y los autorretratos de Miró para plantear su dimensión similar al pase: da cuenta del proceso de un análisis. Ningún testimonio llega a la altura de Joyce y Miró porque ambos están más allá del testimonio. El testimonio de un AE es una exposición parcial, una escritura de un trabajo analítico. Nos enseña a vernos más allá del espejo. El testimonio es una síntesis después de un análisis y está destinado a fracasar.

El pase implica también a la Escuela porque el psicoanálisis no es una teoría acabada sino que se va creando a medida que avanza el análisis mismo. Se trata de la supervivencia del análisis mismo, tanto del analista mismo como de su lugar en la civilización actual y la posibilidad de dar una respuesta diferente basada en el caso por caso. Frente al tratamiento colectivo del sufrimiento, la posibilidad de mostrar la diferencia en cada caso.

Tras esta reflexión pasó a compartir con el auditorio una nueva versión de su testimonio. (Versión que será publicada, según nos informó Antoni Vicens)

Nos planteó el difícil y largo recorrido analítico en torno a los objetos
mirada y voz y los modos en los que buscaba domesticar ese goce, primero a través de la pintura y posteriormente en la filosofía. Tuvo que ser el recorrido analítico el que permitió el silencio de una voz que ya no callaba nada. Ya no había escenario sino puro texto. Esto supuso consentir a ocupar el lugar de desecho que es el lugar del analista.

En el debate posterior pudimos intercambiar reflexiones sobre la cuestión de la voz y el silencio y sobre lo que el análisis enseña. Se habló de la insondable decisión del ser. Ante la invasión de teorías causales del lado de la ciencia, supone plantear desde el psicoanálisis que no hay una causa específica para dar cuenta de la neurosis o la psicosis. Hay una decisión del sujeto.

La perspectiva del final de análisis supone también el consentimiento a que no hay más verificación que el lenguaje refiriéndose a sí mismo. No hay un referencia exterior. Es también un reconocimiento de que el elemento de sufrimiento deja de ser contingente para hacerse necesario.

Fue una velada intensa y muy interesante que nos dejó preguntas, reflexiones a trabajar y el testimonio del saber hacer de alguien que ha finalizado la peripecia de un análisis.