Crónica: Anorexia y bulimia. Antonio García Cenador (León) - Entrevista en el Diario de León a Amanda Goya: «La anorexia no se combate eliminando las tallas 36 y 38*»

El 27 de Noviembre, Amanda Goya inauguró el ciclo de conferencias que la Biblioteca de Psicoanálisis de Castilla y León organiza en colaboración con la Universidad de León.

Amanda Goya comenzó narrando las vicisitudes de la demanda entre una niña y su madre: la madre, que lo da todo, se encuentra exasperada ante el rechazo obstinado que opone su hija a la demanda de dejarse alimentar. La madre, reducida a la impotencia, enfurecida, la alimenta a la fuerza. El resultado de esta batalla: el vómito.

Captado así el interés de los asistentes, planteó la pregunta: “¿Cómo se protege el indefenso sujeto infantil ante otro materno de estas características, alguien que no puede soportar que algo falte entre ella y su pequeño retoño, pues se empeña en taponar sistemáticamente esa falta?”

Dejó esta pregunta en suspenso y pasó a desarrollar los conceptos de necesidad, demanda y deseo. Trípode conceptual que permite abordar el síntoma anoréxico. “Llave maestra para responder al enigma de lo que quiere el sujeto anoréxico”.

Hizo especial hincapié en la demanda de amor: “El amor es pues un don, pero curiosamente, es el don de lo que no se tiene, el don de la falta. Y bien, el Otro que le ha tocado en suerte al anoréxico, no da ese signo de amor, el signo de su falta, sólo da lo que tiene y a manos llenas”.

Destacó que la pérdida del instinto inducida por la incorporación del lenguaje (“verdadera comida primordial”) nos condena a una incesante y renovada búsqueda; búsqueda a la que llamamos deseo. Deseo de otra cosa.

Amanda criticó los protocolos conductistas porque desconocen la causa de la anorexia en la medida en que la sitúan como un trastorno de la alimentación en el marco de las necesidades vitales del organismo, y opuso esta concepción organicista a la tesis del psicoanálisis: “La anorexia es una enfermedad del deseo”.

En este punto retomó la pregunta dejada en suspenso y, ahora sí, la respondió:

“Nuestra tesis sobre la anorexia, siempre confirmada en la experiencia clínica, es que, asfixiado por la papilla del Otro, al sujeto sólo le cabe decir “no" a la comida, rechazar encarnizadamente el alimento, aún al precio de su supervivencia en los casos más extremos, para cavar un agujero en el Otro, para salvaguardar la dimensión del deseo, que sólo puede erigirse en torno a ese hueco que se entreabre más allá de su demanda de amor.”

“Comer nada es, en efecto, un modo de cerrarle el paso al Otro, de transformar su omnipotencia en impotencia y a la vez un modo de emanciparse de la alienante dependencia del Otro. Por tanto, comer nada es una manera de separarse del Otro”.

“Comiendo “nada” la anorexia histérica logra zafarse de la demanda asfixiante del Otro. Usa esa nada como un escudo para que el deseo no sea abolido por la demanda”.

Para ilustrar que la anorexia es una enfermedad del deseo, se apoyó en el hecho sociológico de que la anorexia no existe en los países empobrecidos donde es difícil satisfacer la necesidad.

Por otra parte, el imperativo estético (que no existía en otros momentos de la historia) incide en el hecho de que la anorexia haya alcanzado el rango de síntoma contemporáneo.

Respecto a la bulimia precisó: “Lo esencial es que a este llenado le sucede el vómito, no menos mortificante y culpógeno, es decir, el volver a vaciarse, que es de lo que se trata”

La bulimia es una manera de compensar la frustración por la ausencia del signo de amor.

Amanda Goya concluyó estableciendo el diagnóstico diferencial entre la anorexia histérica y la psicótica y, con la presentación de una sucinta viñeta clínica en la que se aprecian con nitidez los significantes del síntoma anoréxico y la lógica que lo determina.

En definitiva, una conferencia que logró la difícil tarea de divulgar el Psicoanálisis con rigor.

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Entrevista: "LA ANOREXIA NO SE COMBATE ELIMINADO LAS TALLAS 36 y 38*"

A. Gaitero: ¿Cómo define la anorexia y la bulimia el psicoanálisis?

Amanda Goya: Como una enfermedad del deseo, es decir, según el concepto de deseo del psicoanálisis, como el motor que nos propulsa en la vida hacia nuestros proyectos. Contrariamente a la idea de que se trataría de un trastorno de la alimentación, según lo presentan los manuales de psiquiatría, -tan al uso hoy en día-, para el psicoanálisis de orientación lacaniana el síntoma anoréxico es la respuesta de un sujeto atiborrado, empachado por el Otro, un sujeto que para preservar su dimensión deseante, rechaza el alimento en dos modalidades, hambreándose, o atracándose para luego vomitar. Hay pues en la anorexia un cierto culto al vacío.

A.G.: ¿Qué factores sociales están asociados a estos trastornos alimentarios?

Amanda Goya: No es casualidad que sea en las sociedades de consumo donde este síntoma ha cobrado máxima extensión, incluso con dimensiones epidémicas. No hay que olvidar que la anorexia produce el mayor índice de mortalidad en psiquiatría y se ha convertido en una preocupación para la salud pública. Tampoco es casual que esta enfermedad no se dé en los países pobres, donde la comida escasea; es una enfermedad propia de la abundancia, del exceso, en la que el sujeto se encarga de transformar ese exceso en un defecto, negándose a ingerir. También incide mucho el imperativo estético de la mujer delgada, nuevo ideal de lo femenino del que difícilmente pueden sustraerse las jóvenes de hoy. Pero además de los factores socioculturales, están los de la historia individual de cada uno, en los que suele prevalecer una madre excesivamente nutricia.

A.G.: ¿Cuál es la alternativa terapéutica del psicoanálisis?

Amanda Goya: El psicoanálisis siempre ofrece la misma alternativa, ya se trate de un sujeto que padezca anorexia, o que padezca obsesiones, fobias, inhibiciones, o incluso de un sujeto que no pueda desembarazarse de una adicción, el psicoanálisis ofrece siempre un espacio en el que llevar a cabo una «cura por la palabra», donde puedan ceñirse las claves inconscientes que permitan desenredar los embrollos subjetivos. Para que esto sea posible, es necesaria una escucha muy particular, desprejuiciada, que no busque dirigir al paciente, que no pretenda amoldarlo a su gusto o a sus valores. Esa escucha la puede ofrecer un analista, alguien que ha hecho previamente su propio recorrido analítico como para no poner en juego su persona en la dirección de la cura, y que se ha formado suficientemente en el corpus conceptual, como para ejercer esa función tan particular y tan difícil, hay que decirlo.

A.G.: Estas dolencias pueden llegar a causar la muerte, ¿En qué punto de su desarrollo puede intervenir el psicoanálisis?

Amanda Goya: Por supuesto que en los casos más graves puede llegar a causar la muerte, esto lo he visto hace muchos años cuando trabajaba en un Hospital de Día de la Cruz Roja. Cuando el peso alcanzaba valores por debajo de los 35 kilos, había generalmente riesgo de muerte y en algunos casos esta se producía. ¿Cuándo puede intervenir el psicoanálisis? Pues depende casi exclusivamente del azar, de la contingencia, del caso por caso. A veces la fortuna es más generosa que otras.

A.G.: Reconocer la anorexia resulta difícil. ¿Se pasa esta barrera con la técnica psicoanalítica?

Amanda Goya: Cuando alguien ha recurrido a un psicoanalista para aliviar algún sufrimiento, ya ha traspasado esa barrera del reconocimiento de la enfermedad. Es verdad que en algunos casos es necesario un cierto recorrido para que la enfermedad llegue a constituirse como un síntoma para quien la padece, es decir, para que la acepte plenamente como tal y esté dispuesto a ponerse él mismo en cuestión. Lo que nosotros llamamos sintomatizar, o bien subjetivar la enfermedad, es esto exactamente, reconocerla y emprender la tarea de tratarla con el único médium del que disponemos: la palabra.

A.G.:¿Cómo prevenir estos trastornos, particularmente entre las mujeres?

Amanda Goya: En psicoanálisis no se puede hablar estrictamente de prevención, puesto que el tratamiento psicoanalítico se aplica necesariamente a uno por uno. Freud así lo sostenía, pero eso no quita que no haya que hacer un esfuerzo de transmisión al gran público, de que hay maneras mucho más eficaces de combatir este mal que eliminando del mercado las tallas 36 y 38. Nadie que no haya hecho una experiencia de análisis, puede imaginar hasta qué punto darle dignidad a su palabra tiene efectos asombrosos sobre su vida.

* Publicado en http://www.diariodeleon.es/noticias/noticia.asp?pkid=492543