Crónica: La caza del Snark. “A la búsqueda de un semblante nuevo”. Conferencia de Eric Laurent. (José Manuel Alvarez – Barcelona)

En la bella y acogedora ciudad de Valencia han tenido lugar en un marco incomparable a las orillas del “río” Turia, las VIII Jornadas de la ELP “La soledad del psicoanalista. La práctica analítica”, que convocaron a más de 250 personas en dos días de intenso y fructífero trabajo, y cuya organización por parte de los colegas de la ELP de Valencia estuvo más que a la altura de las circunstancias.

Durante el desarrollo de las mismas, la información on-line por medio de Tweeter, se fue ofreciendo puntualmente a modo de titular periodístico, de lo esencial de cada una de las plenarias y salas simultaneas, tal y como están recogidos en el post anterior.

El cierre de las Jornadas estuvo a cargo de Eric Laurent, bajo el título “La caza del Snark. En búsqueda de un semblante nuevo”, clara referencia al título del poema de Lewis Carroll, La caza del Snark, y que planteó como una orientación hacia el VII Congreso de la AMP que se celebrará en París del 26 al 30 de abril de 2010, cuyo título es “Semblante y Sinthoma”.

Eric Laurent, comenzó planteando que las intervenciones en estas VIII Jornadas de los AE de la AMP, Celine Menghi, Bernard Seynhave y Antoni Vicens, habían marcado un punto de capitón que orientaba hacia el próximo Congreso de la AMP, “Semblante y Sinthoma” en un primer momento, ha aparecido como una materia difícil de desarrollar, dadas las dificultades en hacer un nuevo uso del semblante, del analista en posición de semblante.

Señaló que después de las Jornadas de la ECF en París la semana anterior, -con una multitudinaria asistencia de bastante más de 2.000 personas-, se trataba ahora de reinventar un semblante nuevo para los psicoanalistas, más afín a la época en la que vivimos y a las demandas que se dirigen al psicoanálisis. Y eso, señaló Eric Laurent, también exige un reinvención de la Escuela.

Situó las coordenadas del debate actual en los años 1900-05 en las personas de Freud, y en el diálogo Husserl-Frege, para hacer entender que la ambición de Jacques Lacan fue, entre otras, dar una respuesta al impasse del discurso filosófico, un impasse que se encarna entre lo visible y lo invisible, muy bien formulado por Merleau Ponty, referencia de Lacan en el Seminario XI.

La solución de M. Ponty para salir de ese impasse, fue añadir la fenomenología del cuerpo propio para regular la relación al Otro por medio de la forma, de la imagen.

Sin embargo, esa regulación vuelve a encontrar su límite, -el propio impasse que pretende solucionar-, en todo lo tocante a la relación sexual. Frente a la relación sexual, toda empatía pretendidamente regulada mediante la forma, no nos permite ubicarnos. Es más, lo sexual, siempre irrumpe como lo que no puede reducirse ni regularse mediante ninguna forma. Es un encuentro siempre traumático que desbarata todas las coordenadas subjetivas. Y aquí hizo mención del célebre caso de El Hombre de Lobos, la escena traumática de la visión del coito parental, y la inintegrable aparición y desaparición del pene por parte del sujeto que mira la escena.

Los propios psicoanalistas postfreudianos también intentaron esa regulación mediante la introducción de la teoría de la “buena distancia con el objeto”. Era su manera de resolver por su parte el impasse arriba mencionado.

En la actualidad, una nueva ideología de la regulación por la imagen, -una nueva esperanza-, pretende la misma operación, pero esta vez revestida con un ropaje científico y su la teoría de las neuronas espejo: regularse con el Otro a partir de un grupo de neuronas cuyas características especulares, supuestamente, regulan al sujeto -por empatía- en su relación al otro.

Sin embargo, Lacan nos alivia de esta esperanza planteando la esquizia entre el ojo y la mirada, e introduciendo el semblante fálico, una categoría especial, un lugar donde sólo hay ausencia, y nos aleja así de la perspectiva filosófica sobre el ser, la posibilidad para el sujeto de ser representado. Lacan nos propone que el objeto es, él mismo, un semblante, una forma sin forma.

Este punto desemboca en la concepción de Lacan sobre “la letra”; y señaló que no es una impresión, como lo planteaba Derrida, y tampoco es exactamente lo que se puede leer en el texto de Freud “El Block maravilloso”. Lacan pasa justamente por la Lituraterre, para mostrar que la letra no es sino “lo que ha sido borrado a lo largo de la historia en los encuentros del sujeto con el goce”.

La operación analítica hace surgir el hueco de la letra, que no es sino un silencio, un lugar de articulación entre palabra y letra. Esto nos recuerda porqué Lacan llegó a anhelar un “discurso sin palabras”.

Evocó la figura de las mujeres, la difamación, la queja masculina de que nunca dicen lo que quieren, su silencio, su callarse a lo largo de la historia, para señalar que en esto, la orientación de Lacan -como analizante-, fue la de ir más allá, considerando que era verdad que a lo largo de la civilización las mujeres se callaron; pero se callan porque precisamente ellas mismas están en el lugar de la letra, y tienen la misma relación con el semblante fálico que lo tiene la letra con el vacío de su silencio. Es precisamente porque ellas están en ese lugar que dejan a la palabra fálica el destino de enredarse. Las mujeres, manteniéndose en esta posición de silencio, pueden reinventar los semblantes que permiten que se mantenga el discurso con palabras en un horizonte fálico, que es también una versión de ese semblante.

La época que nos convoca, siendo fiel a las indicaciones de Lacan, pone el acento en el hecho del Siglo XXI es una ruptura con la difamación sobre las mujeres que se había producido en los siglos precedentes; en definitiva, que ese lugar se desplaza, de manera que veremos surgir nuevas exigencias.

En ese sentido, el analista ha de saber que siendo él un semblante -en el sentido de que es un semblante que está en el lugar de la letra-, puede, siendo fiel a lo que fue la experiencia de su análisis, -es decir, el aislamiento del sinthoma como tal, ese nuevo estado de la relación entre la sustancia y el significante a través de la letra; siendo fiel a esta orientación, puede autorizarse en su relación al sinthoma para reinventar los semblantes de lo que tiene que ser el analista en la nueva época que nos convoca.

Manteniéndonos fieles a esa orientación, -concluyó Eric Laurent-, hemos de cambiar todo, y no a la manera del discurso del amo que encarnaba el Príncipe Salinas -cambiar todo para que nada cambie-, sino cambiar todo para que podamos, realmente, reinventar el semblante que conviene al nuevo estatuto del sinthoma en la civilización.

* Podrán descargar aquí La Caza del Snark de Lewis Carroll

http://www.google.es/url?sa=t&source=web&ct=res&cd=8&ved=0CCoQFjAH&url=http%3A%2F%2Fwww.edu.mec.gub.uy%2Fbiblioteca%2520digital%2Flibros%2FC%2FCarrol%2C%2520Lewis%2520-%2520La%2520Caza%2520del%2520Snark%2520Una%2520Agonia%2520en%2520Ocho%2520Espanto.htm&ei=PosES53hGdXajQf0sdWyAQ&usg=AFQjCNG0Et4qeP2zLm2X51Y6taRbTD-jeQ&sig2=AEULj49wVBi6w-3nhSIAXA