Crónica: Vigencia del Psicoanálisis en el Siglo XXI. Los Poderes de la Palabra. El inconsciente en los niños*. Miguel Ángel Alonso

La quinta conferencia del ciclo Vigencia del psicoanálisis en el siglo XXI fue dictada por Vilma Coccoz, psicoanalista perteneciente a la ELP, a la AMP y docente del NUCEP, con amplia trayectoria en el tratamiento de niños psicóticos y autistas. Fue presentada por Amanda Goya, responsable del espacio, quien anunció el tema que se iba a desarrollar, El inconsciente en los niños, para lo cual la conferenciante iba a tomar, fundamentalmente, dos casos comentados por Sigmund Freud, Caso Juanito y Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci.

Amanda Goya destacó que fue en el tratamiento de personas adultas donde Sigmund Freud descubrió la importancia de la infancia en cada sujeto. Resaltó también el papel que desempeñaron dos mujeres, Melanie Klein y Anna Freud, en el inicio de la práctica del psicoanálisis con niños. Así mismo, hizo hincapié en la magnitud doctrinal que alcanza el psicoanálisis con niños en cuanto a la constitución de redes de investigación, publicación de revistas, celebración de jornadas y establecimiento de grupos de investigación, girando todos ellos alrededor de la infancia. Situó al niño en su estatuto de sujeto de pleno derecho en relación a su decir, subrayando la necesidad de adecuar la escucha del analista a las especificidades que presenta el niño en su manera de expresarse, de hacerse oir.

Vilma Coccoz comenzó su exposición estableciendo una precisión. La conferencia trataría del inconsciente en los niños, no del inconsciente de los niños, esto para evitar que pudiera asentarse la idea de que el inconsciente tendría, en el niño, características diferentes que en los adultos. Tanto en un caso como en otro estaría estructurado como un lenguaje, respondiendo a las mismas leyes estructurales que en los adultos. Al igual que Amanda Goya, señaló que en el análisis con los niños se requiere un dispositivo adecuado al interlocutor, un dispositivo que necesita el sostén de padres decididos a que sus hijos realicen esa experiencia. Por otro lado, se requeriría un modo de diálogo singular para que el inconsciente pueda surgir y, además de ser escuchado por el analista, pueda ser tomado en cuenta por el propio sujeto infantil.

Pasó a continuación a señalar una paradoja tomada por Freud relativa al asombro que produce el hecho de que, si bien las vivencias que tienen lugar en nuestros primeros años de vida han de resolver en poco tiempo cuestiones existenciales, de ellas solamente conservemos pequeños retazos, algunos incomprensibles y otros, aparentemente, sin relevancia. Aquí situaría Freud la amnesia infantil, la represión –es decir, el no querer saber- y los recuerdos encubridores, que vienen permanentemente a la memoria y que serían, esencialmente, condensadores de sentido y de un saber cifrado. Esta cuestión será retomada por Vilma Coccoz en su exposición del recuerdo infantil de Leonardo da Vinci.

En relación al Caso Juanito, la conferenciante comenzó destacando alguna de las circunstancias familiares relativas al padre de Juanito, Max Graf, uno de los primeros discípulos de Freud. Se refirió a la educación que dio a su hijo, Herbert Graf, dándole una total libertad de expresión, respetándolo como sujeto de la palabra para que pudiese encontrar su propia fórmula existencial. El padre va constatando en esa educación la confirmación de la teoría freudiana sobre el inconsciente. La madre, por su parte, había sido paciente de Freud. Todo marcha bien en la familia hasta que a los cinco años surge en Juanito una fobia a los caballos. Vilma Coccoz precisó que la fobia es un saber que, en el caso de Juanito, se particulariza en los caballos. ¿Quién sería el caballo? Puede ser el padre, la madre o él mismo. Alrededor de esta fobia –posteriormente fue retomada por Lacan para su estudio en el Seminario 4- girarían los pensamientos, la angustia y la organización de la vida de Juanito.

Vilma dio una curiosa definición de los pensamientos inconscientes, dijo que giran en torno a los pensamientos en los otros, y a cómo pensamos que los otros piensan de nosotros, algo que rige nuestra conducta y que es el resultado de nuestra experiencia de la infancia, producto de nuestras necesidades más humildes, de nuestras pasiones primeras, y que forman parte de nuestra solución personal a las exigencias de la vida que Freued llamó Not des lebens.

La reflexión de Vila Coccoz pasó, entonces, a esclarecer el universo narcisista de Juanito tomando en consideración el lugar que éste ocupaba para el Otro materno. El problema surge cuando aparece el cuerpo sexuado y, más concretamente, la masturbación infantil. El pensamiento de la madre no dio lugar a Juanito como varón, de manera que despreció su ser sexuado. Es decir, el niño, que estaba situado en la órbita narcisista de satisfacer a sus padres, se encuentra caído como varón. Es el punto de partida de la fobia. Momento en que el padre consulta a Freud, quien deja que el caso sea llevado por el mismo padre. La cuestión es que en la encrucijada a la que el ser infantil está convocado con la pregunta ¿qué soy para el deseo del Otro?, aparece un tercer elemento, el falo, y Juanito estaba en posición de satisfacer y completar a la madre. Es lo que J.-A. Miller llama la fuerza negativa del falo femenino, el poder de atracción que tiene la falta en la madre, falta sin límite que no se puede satisfacer. Para que el sujeto Juanito no quedara sujeto al capricho de ese poder, haría falta un cuarto elemento que permitiera la estabilización: el padre. Pero no fue el caso, y Juanito tuvo que echar mano de una fobia para tratar de arreglar su problema vital.

Lo curioso, es que, en el curso del tratamiento, Juanito, en su dominio del lenguaje y de la situación en relación a su familia, sabe que sus pensamientos no van dirigidos más al educador, sino al analista, Sigmund Freud, único interlocutor al que tiene en cuenta. Porque no se trata de educación, sino de respetar el saber del niño para sostener su invención como solución existencial, sin que ningún educador tenga derecho a cambiarla.

¿Consiguió Juanito encarnar una posición viril? Lacan dice que no, que en el final de la cura resuelve la fobia, pero queda un resto, la fórmula de que el poder está en las mujeres, madre y hermana, que saben cómo conducir las cosas. La fórmula final es que hay que arreglárselas para contentar a las mujeres con una buena estampa. Por eso Lacan habla de la estampa de Juanito.

En el inicio de las consideraciones sobre Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci, se distribuyeron dos imágenes, el Cartón de Burlington House, representación de Santa Ana, la Virgen, el Niño y San Juan, y Santa Ana, con la Virgen y el Niño. Vilma Coccoz señaló la pasión de Freud por los textos de Leonardo, subrayando que nadie, hasta él, se ocupó de los recuerdos infantiles. Aludió al orgullo que sentía Freud por su trabajo sobre este recuerdo infantil del artista florentino, que consistía en que, hallándose en la cuna, se le acercó un buitre que le abrió la boca con su cola golpeándole repetidamente entre los labios. La cuestión, para Freud, consistía en dilucidar el enigma del síntoma de Leonardo, su inhibición en relación con la pintura, por qué dejaba sus obras sin acabar cuando poseía una capacidad asombrosa para inventar nuevos lenguajes pictóricos. Al igual que Sigmund Freud, el mismo Leonardo había concedido una gran importancia a este recuerdo en relación a su pasión por el vuelo, teniendo en cuenta que el animal que se acerca a la cuna era, en principio, un buitre.

En el análisis de la fantasía interpreta el momento del niño en la cuna estando en manos del Otro materno. Freud se pregunta qué pasó en la operación psíquica que convierte a la madre en buitre. Ya está advertido sobre la pulsión oral, la posición homosexual, la relación de goce en el amamantamiento. Toma en cuenta las circunstancias familiares de Leonardo, su nacimiento, fruto de la relación de un notario con una campesina, el abandono por parte de aquél y su posterior recuperación a causa de la esterilidad de doña Albiera, cuando Leonardo ya muestra sus dotes artísticas, motivo por el cual el artista pasa a relacionarse con una nueva madre, la esposa de su padre. El abandono por parte del padre implicaría que Leonardo quedase capturado en la satisfacción y consuelo de esa madre abandonada.

A continuación, Vilma explicó la posición de renuncia de Leonardo a la sexualidad. Freud plantearía que la fantasía del buitre es una fantasía de felatio reorganizada en la vida adulta, pero que ha tomado la base real de los recuerdos imborrables de su infancia. Es como si el niño hubiera echado de menos a un padre que no acude, quedando como objeto de una madre que lo amamanta y llenaba su boca de ardientes besos.

Uno de los problemas de Leonardo es que la investigación fue relegando la pintura, y en lugar de crear, se dedicó a investigar. Freud se da cuenta de que hay un momento en que recupera la pintura, es en el encuentro con la Mona Lisa, que despierta el deseo de volver a pintar. Freud conjetura que es la boca de Mona Lisa lo que reactiva el recuerdo infantil. Lo que le interesa a Freud es si algo de esa impronta infantil está presente en su pintura como solución. Y se da cuenta que sí. Es decir, parece asombroso que los artistas sean capaces de pasar del inconsciente al lienzo o a la escritura. El artista se caracterizaría por hacer algo con sus huellas inconscientes, una invención como la de Leonardo, caso del cuadro que podemos contemplar en el Louvre.

¿Qué ocurre en los cuadros que se mostraron al comienzo de la conferencia? Ahí estaría la solución de Leonardo en relación a las dos madres. De hecho, en el cuadro que está en Inglaterra, las dos vírgenes se parecen mucho, y prácticamente son el mismo cuerpo. Se ve ahí una felicidad maternal con el hijo y el corderito. Es la manera en que Leonardo se pensaba a sí mismo, satisfaciendo a sus dos madres, pero sin estar presente el padre.

Lacan, en el Seminario 4, toma la estructura del cuadro con cuatro elementos y lo plantea como un criptograma de la posición de Leonardo y de su fórmula fundamental. Dos cuestiones claves, el dedo del niño dirigiéndose hacia arriba señalando el horizonte deshabitado del ser, la pregunta qué soy en la vida. La respuesta estaría en la organización de cuatro que muestra el cuadro en el cartón de Londres, Santa Ana y la Virgen son dobles. Pero lo importante es cómo el niño sale, como si fuera un ventrílocuo, del cuerpo de la Virgen. Lacan compara el cartón con el cuadro del Louvre, donde no aparece San Juan, sino el cordero, y se ve a la madre tirando del niño para que no se vaya con el cordero, pero el niño queriéndose ir con él.

La importancia de este cuadro estaría en convertir a San Juan en el símbolo del sacrificio, un cordero. Lacan lee aquí la posición de Leonardo, sus pensamientos sobre el Otro y lo que él es para el Otro, para la madre. La madre querría retenerlo, pero él elige el sacrificio como opción personal, el sacrificio de su sexualidad. Por otro lado está la relación con el Otro materno, que Leonardo llama su relación personal con la naturaleza, tomando la forma del Otro no conocido, la madre, la mujer, el origen del mundo. Leonardo se coloca como co-creador, como el que puede leer la naturaleza. Con esta fórmula a cuatro, Leonardo se separa. Es su solución y, a la vez, la clave de sus problemas.

Como moraleja, Vilma Coccoz planteó la importancia de interesarnos sobre nuestra propia fórmula, no olvidarnos de nosotros mismos, porque somos cada uno sabios de un saber que no tenemos a nuestro servicio y que, gracias al trabajo analítico, podemos encontrar la fórmula y el uso para que nuestra vida sea un poco más llevadera.

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* Ciclo de conferencias del NUCEP. Responsables: Amanda Goya y Gustavo Dessal