Crónica: "Una familia para todos" y "Después de la guerra de sexos, ¡la guerra de géneros!" Hélène Bonnaud (París)

Una familia para todos, es la nueva crónica que propongo abrir en Lacan Cotidiano para dar cuenta del síntoma que se fabrica por efecto del deseo inconsciente, inevitable a pesar de todo lo que rige las cuestiones en torno a la familia, y que no se disuelve en el para todos que lo encierra.

La familia de hoy abre un nuevo campo de los posibles. Ya no está construida alrededor de una pareja parental heterosexual con su descendencia. Superó el obstáculo de la diferencia de los sexos y con el matrimonio para todos, la pareja papá-mamá se terminó. Al menos en los hechos. Nada viene a hacer obstáculo a las familias donde dos padres, dos madres forman la pareja parental. El matrimonio para todos ha abierto la puerta a la familia para todos… Al menos este es uno de los efectos de este nuevo derecho.

La familia toma nuevas formas de vida, fundada sobre el amor y la responsabilidad parental. El niño pasa ahí a un primer plano. Él es el objeto que encarna el triunfo del amor y del deseo, la apuesta de una demostración social del éxito de la unión amorosa, ya sea de parejas heteros u homos. El niño es el resultado de esta configuración. Y es esperado como el que vendrá a realizar el anhelo de inscribirlo en esta estructura que es la familia.

Querer un hijo…he aquí el objeto subyacente a la importancia del reconocimiento de las parejas homosexuales. De ahora en adelante ellos podrán ser padres legales e iguales ante la ley. El hijo es la causa de ello. Nacerá con el reconocimiento de sus dos padres y se beneficiará de los mismos derechos que los niños nacidos de padres heteros. En los Complejos familiares, Lacan insiste sobre “el papel primordial de la familia en la transmisión de la cultura”.(1) Plantea que “los componentes normales de la familia tal como se observa en nuestros días en Occidente, el padre, la madre y los niños, son los mismos que los de la familia biológica”(2). Pero no ve ahí sino “solo una igualdad numérica”. Para comprender la forma actual que ha tomado la institución familiar, Lacan indica que esta influencia es debida al matrimonio, “institución que se debe distinguir de la familia. De ahí la excelencia del término “familia conyugal”, con el que la designa Durkheim”(3) Ahora bien, hoy el matrimonio es lo que da al significante familia su valor como fundamento de parentalidad. Para que una familia exista es necesario el reconocimiento de una pareja. El hijo encuentra así su lugar en ella. El lazo de pareja es lo que prevalece como operador para establecer la familia, sea esta biológica o no.

Ciertamente, el hijo no es ya fruto del azar. Él no ocupa ya el lugar de lo imprevisto del deseo -al menos en nuestros países occidentales. Más bien se ajusta a una decisión, a “un deseo de tener hijos”, que se traduce por un acto de suspender todo método de contracepción y a una palabra que autentifica ese deseo de los dos compañeros de la pareja. El hijo es el resultado de este acto. Él significa que es deseado. Desear es decidir. Desear es decir. El hijo-accidente ha devenido algo raro, o se presenta en casos de muchachas muy jóvenes que no han logrado prevenir eficazmente un embarazo.

Hace poco, en una entrevista de presentación de enfermos, una mujer joven explicaba que ella era “una niña-píldora”. Su madre no la había deseado, decía ella. Esta joven no creía en el inconsciente. Ella consideraba, en efecto, que el olvido de la pastilla era el signo de un error fatal. Fatal que viene del fatum latino, destino. Un error del destino. No se planteaba la hipótesis del inconsciente como el destino que se elige, a veces a pesar de uno mismo, o también como lo que no se sabe. Ella no pensaba que el inconsciente de su madre era este deseo de ser madre. De transformarse en madre. Que hay un deseo que va más allá de la ley, en especial la del matrimonio. Que el deseo no llega cuando uno quiere. Desear y querer son frecuentemente confundidos hoy en día, en la medida en que la ciencia permite elegir el momento de hacer un hijo. Desear y querer se confunden hasta el punto que un niño de hoy piensa que no ha sido deseado si no ha sido programado…

Esta locura de la programación llega al punto de interpretar el fracaso, el olvido, el malentendido, como una falla del programa, como un error, es decir de un imposible. Siendo más precisos, el hijo deseado no es necesariamente el hijo decidido. ¿Qué es el deseo según Lacan? “Que el deseo no es una función biológica, que no está coordinado con un objeto natural, que su objeto es fantasmático. Por este hecho, el deseo es extravagante. Es inasequible a quien quiera dominarlo. Hace jugarretas. Pero también, si no es reconocido, fabrica el síntoma.”(4) Esto nos aclara. El hijo del deseo, es el hijo como síntoma. El hijo que no ha sido fantaseado, es el hijo que no está vinculado a nada, el hijo de un real que les cae encima. De ahí la importancia de mantener el derecho al aborto para cada mujer.

(Continuará...)

Notas
1-. Lacan, J. “Los Complejos familiares en la formación del individuo”. Otros Escritos, 1 ed.- Buenos Aires: Paidós, 2012, p. 34
2-. Ibídem. p. 35.
3-. Ibídem. p.37.
4-. Jacques-Alain Miller, Jacques Lacan, El Seminario Libro VI, LACAN COTIDIANO
nº 318

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(Continuación...)

Después de la guerra de sexos, ¡la guerra de géneros! Hélène Bonnaud

Creíamos que el rumor sobre “la teoría del género en la escuela” estaba casi terminado. Bueno, no, estábamos equivocados. El rumor se infla y los detractores del matrimonio para todos son los que están en la delantera para defender “los intereses de los niños y de las familias”. Denuncian los efectos perversos de los métodos establecidos por el gobernador actual para educar los niños en la igualdad hombre-mujer. Programa, es verdad, eminentemente optimista para resolver ese dualismo complejo…

Ciertamente, la escuela quiere tomar a su cargo una cierta concepción de la relación hombre mujer, y por eso instaló los atelier ABCD que tienen por trabajo sondear las almas infantiles a cerca del modo en que ellos decodifican las funciones hombre-mujer, a través de sus juegos y sus discursos sobre la diferencia de sexos.

Apoyándose sobre los estudios de género iniciados hace muchos años por diferentes autores americanos y de los cuales Judith Butles es la más conocida en Francia, esos atelier quieren leer el modo en que hoy las niñas y los niños encaran sus futuro como hombre o mujer a través de los comportamientos que le induce la educación. Ese programa pone sobre el tapete y provoca alaridos a todos los detractores de esta teoría del género (es así como estos últimos nombran eso que se llama más precisamente estudios de género), pues ellos ven allí la negación misma de la diferencia de sexos.

Se habla de una guerra de género -¿es necesario enterrar la vieja guerra de sexos?- y el rumor toma las formas más caricaturescas. Hoy, en Nantes, mañana en Lyon, todo lo que toca la educación de los pequeños respecto a los roles masculino y femenino pueden ser cuestionados en nuestra cultura, es revocado. Se confunde sexualidad y sexuación tal como Lacan lo teorizó con sus fórmulas.(1) Ellas indican la elección que hace un sujeto de un sexo u otro. Lo que determina la diferencia de sexos no es la anatomía sino la relación de cada uno con relación al falo por un lado, y los dos goces: fálico y femenino o suplementario, del otro. Ello no es atributo de un sexo u otro sino que constituye un modo de goce, cualquiera sea su sexo.

Pero volvamos a nuestro asunto. Padres de una escuela maternal de Nantes han denunciado la lectura del libro Jean a deux mamans(2) en la clase de sus niños. Ese libro pone en escena una familla homo parental. La conversación entre internautas que sigue al artículo aparecido en metronews(3) se ocupa ampliamente de la dificultad de encarar que el trío papá-mamá-niño sea puesto en cuestión. Todo niño tiene derecho a un papá y a una mamá, se lee en esas líneas, mismo cuando el padre ¡equivale a un esperma obtenido por otra vía que la natural! ¿Se trata de tener una o dos mamás o de no tener papá? Tener dos mamás cuando los otros tienen una, a cierto punto… pero ¿eso reemplazará al padre? Sin duda esos internautas plantean esa cuestión porque, en efecto, no se trata de sostener su elección de partenaire para resolver la cuestión de la pareja parental. El niño está tomado en las coordenadas del discurso Amo. Tener o no (una madre, dos madres, un padre, dos padres) replanteará forzosamente la cuestión. Mismo es la única forma que hay de concebir la realidad psíquica del niño. Que él se interrogue, que haga sus construcciones y que plantee sus preguntas a esos que encarnan para él el saber, queda como resto el punto a preservar.

El psicoanálisis no tiene sobre esas cuestiones ninguna respuesta preestablecida. Hay para cada uno una construcción de su historia singular. Es a partir de esa estructura que el análisis parte. Cada uno con su familia. Ella es única. Que esté hecha de un padre y una madre, o de una familia sin padre o sin madre (recordemos Sans famille de Hector Malot(4) que ha hecho temblar a más de uno), o también la presencia de sustitutos parentales, que no tienen importancia en cuanto a la verdad. Lo que se diga será la versión auténtica, la que tendrá consecuencias sobre el sujeto que habla de ello.

Ciertamente, la teoría freudiana ha dado algunos elementos propios al modo por el cual la sexualidad infantil se instala en la construcción de un sujeto. Sí, el niño y la niña no tienen la misma mirada sobre sus propios cuerpos. Uno encuentra el falo y tiene miedo de perderlo, la otra constata la falta y quiere tenerlo. Los dibujos de niños atestan de ello. El falo determina, a menudo, la norma y el niño se adviene a ella.

Las versiones que podemos tener en cuenta conciernen a esos hechos que, si parten de la anatomía, producen supuestos individuales. Es a partir de la interpretación que cada niño hace de la observación de lo que ve y escucha con lo que va construir su sexo. Ser un varón o una niña está ligado a elecciones inconscientes, determinadas por las identificaciones y movilizadas por las teorías sexuales infantiles de las cuales Freud y Lacan han dado un repertorio de las consecuencias. Luego, leer un libro que se llame Jean a deux mamans no cambiará gran cosa sobre la idea que cada uno se hace de su propia familia y de su sexo. Eso abrirá los ojos del niño a cerca de que existe hoy y concierne a otros que a él o a él mismo. Nada más. Eso le indicará que hay muchas formas de fabricar su familia. Lo que constituye, en suma, una chance (suerte) suplementaria para cada uno.

Que el ideal no esté conforme a la norma edípica no le afectará. Pues él, en tanto que niño, lo que querrá saber será más importante que todos los miedos que los adultos le imputen a la culpa de los libros. Ellos producen ficciones que nos conciernen, pero que no orientan nuestros destinos. Los libros están sujetos a las cadenas significantes de cada uno, uno por uno, significantes que dicen el impacto del deseo del Otro en la construcción de un sujeto.

Notas:
1-. Lacan J., Le Séminaire, livre XX, Encore, Paris, Seuil, 1975, p. 73
2-. Texier O., Jean a deux mamans, L’École des loisirs, 2004
3-. Metronews, La polémique sur la théorie du genre
4-. Malot H., Sans famille, Hachette