Crónica: Conclusiones del debate sobre la proyección del documental: “LA INFANCIA BAJO CONTROL”. Antonio de la Cueva Delgado (Sevilla)

PARTICIPANTES:
Técnicos profesionales en el ámbito social de la Administración. (Zona Triana-Los Remedios)

LUGAR:
Centro Servicios Sociales Comunitarios Triana-Los Remedios (Sevilla).

Coordinó el debate:
Antonio de la Cueva delgado. Psicólogo SS.CC. Psicólogo Clínico y Psicoanalista. SS.CC. Triana-Los Remedios

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Entre risas que contenían lo que poco después se debate entre las profesionales asistentes, todas coincidieron en una palabra que resumía la primera impronta del documental: “ESPANTO”.

Tras esta primera sensación, que hizo despertar de una forma viva el debate, podríamos resumir las siguientes ideas surgidas, que giraron no solo como Trabajadoras Sociales, Educadoras, Animadoras Socioculturales; sino también en su faceta de madres, pues también despertó algunas interrogantes sobre esa infancia controlada.

De forma resumida fueron las siguientes:

El hecho de que se utilice la ciencia y la genética no tanto con fines de prevención de la delincuencia juvenil, sino más bien para crear una población homogeneizada, que manifieste una conducta “normal”, alienada, nos recuerda a regímenes totalitarios, como el nazismo, etc.

En el vídeo que hemos visualizado, se considera al niño como un objeto. El profesional no se implica, es decir, no considera que él tenga algo que ver. Se concibe al niño como un enfermo que presenta una psicopatología. Se produce la estigmatización del menor. No hay, por tanto, responsabilidad del niño como sujeto de su propio desarrollo, de su propia vida.

Entendemos que hay un capitalismo tecnológico al servicio de la industria farmacológica. Así, se establece un modelo de sociedad que le interesa etiquetar. Es El mundo feliz de Aldous Huxley. El mercado es el que dictamina las normas alejadas del verdadero bienestar de la población. La ideología capitalista, aliada a la tecnología realizan un abuso de poder con el objeto de provocar servidumbres modernas y la homogeneización de la población.

Observamos cómo esta psicología científica de la “Evidencia” se basa en correlaciones, estadísticas, datos que se traducen en uniformidades, protocolos y clasificaciones que obvian la singularidad del individuo. Ni siquiera trabaja el profesional directamente con el niño, sino que le hacen a los progenitores un test de 113 preguntas. Y que decir del test Dominique, donde es la máquina la que hace la interpretación del sujeto. Nosotras consideramos que no todas las personas responden de la misma manera, porque en esta psicología de la “Evidencia”, nos preguntamos ¿qué es lo evidente? Claro, lo evidente es lo que se ve, y la neuroimagen nos da respuesta a ello. Para nosotras, para intervenir en el malestar del otro, habrá que escucharlo, y así se responsabiliza de sí mismo y de su malestar.

Vivimos en una época donde la Salud es una cuestión de Estado. Sin embargo, los nuevos profesionales se ven encorsetados en un sistema, que no les permite tratar a las personas como sujetos de su propio desarrollo, sino que muchas intervenciones son agresiones que reducen a la persona a un objeto.

En salud mental y en el trabajo social, nos encontramos en la actualidad con familias que vienen derivadas de “especialistas” que les han recetado la medicación del sujeto que presenta el síntoma. Tenemos que invertir muchos esfuerzos para desmontar esta idea de medicación. Pero ahora los profesionales no tienen autoridad ni reconocimiento. Actualmente existe en los ciudadanos multitud de vías para acceder a la información, sobre todo a través de Internet, en muchas ocasiones sesgada.

En cuanto al papel de la mujer “tradicional”, la función de control de los hijos recaía en la madre. Con la incorporación de la mujer al mercado laboral, esta función debe repartirse entre ambos progenitores. Pero lo cierto es que no es así. De esta manera, la madre se siente impotente por no poder realizar esta tarea satisfactoriamente, y esta sociedad, perversa, hace que se sienta culpable. Pero en realidad, todos y todas somos sujetos responsables, y nosotros como profesionales debemos trabajar este concepto, para así dejar la culpabilidad, que lo único que nos conduce es a un cortocircuito que no lleva a ningún sitio.

Las madres de hoy son muy diferentes a las de anteriores generaciones. Poseemos otra formación e información, y por tanto, actuamos desde este condicionamiento. Somos más controladoras, exigentes, porque la sociedad es así: competitiva. Entonces ¿quién se atreve a no apuntar a un hijo a clases extraescolares? Creemos que vivimos muy deprisa, con mucha ansiedad, sin tiempo para disfrutar de los momentos más cotidianos, como jugar en la arena, en el campo, etc. Hay nuevas patologías, porque la sociedad es distinta. Y la neurosis de los padres son transmitidas a los hijos. La sociedad en la que vive un menor es compleja, su entorno más cercano y su familia también, y existen multitud de factores que interactúan sobre el menor haciendo a esta persona única e irrepetible. ¿Cómo entonces se puede diagnosticar a través de pruebas tecnológicas?

Consideramos que los mecanismos de transmisión de valores se encuentran basados en una sociedad donde no existen sujetos con conciencia crítica, con interrogantes, “Anormales, desviados”, y así poder normalizar la conducta a través del conformismo, el adormecimiento, personas acríticas, ovejitas del rebaño bien controladas, “normales”.

Nosotros como profesionales tenemos la responsabilidad de tratar a las personas con las que trabajamos como sujetos, y hacer que ellas se pregunten, y que ellas decidan. El menor tiene que autorizar esta intervención y así propiciar una construcción subjetiva.

El debate concluyó con mucho entusiasmo en las participantes, agradeciendo que se lleven a cabo actos de este tipo. Todas consideraron la necesidad de realizar más reuniones con profesionales, pues todos estamos afectados, tanto a nivel profesional, como en el otro rol de madre/padre.

Como una especie de llama que se avivaba, algunas participantes querían trasladar el debate a sus compañeros de centro de trabajo. Así que todo quedó en “un continúa, nos vemos en mi centro de trabajo”. Nos quedan muchos lugares que recorrer: centros cívicos de participación ciudadana, centros de servicios sociales de la ciudad, centros de salud de Atención Primaria y Salud Mental, etc.; hasta el encuentro del 2 de Junio.

Agradecemos a todos su participación y especialmente a Ana Redondo y Manuela Moreno, sin las cuales no hubieran sido posibles estas notas.