Crisis en la Medicina y Servicios Sociales, ¿qué dicen los Psicoanalistas? | Carmen Garrido

mesa_redonda_medicinayservsocialesEl pasado jueves 18 de noviembre, se realizó una mesa redonda en el Fnac de A Coruña, organizada por la Biblioteca de Orientación Lacaniana, bajo el título Crisis en la Medicina y Servicios Sociales, ¿qué dicen los Psicoanalistas?. Intervinieron Liana Velado (psicoanalista y médico), Luís Ferrer (psiquiatra) y Begoña Yañez (psicoanalista y psicóloga en SS.SS.)

Los tres coincidieron en que tanto la Medicina, como la Salud Mental o los Servicios Sociales están permanentemente en crisis, pero lo novedoso de esta crisis actual es que hace referencia al saber en estas disciplinas. El saber del profesional sobre la enfermedad o el malestar se ha sustituido por el saber de la tecnociencia, se ve al sujeto como un organismo privado de subjetividad, la técnica, la farmacéutica y las prestaciones sociales han borrado la clínica del sujeto.

Abrió el acto Liana Velado, que encuadró esta mesa redonda dentro de las actividades preparatorias de las XIV Jornadas de la ELP. Continuó diciendo que “crisis” es un significante de la medicina, se refiere al punto álgido de la enfermedad que se cura cuando se supera. En relación a la crisis del saber médico, señaló que es algo que viene ya del S.XVIII con los avances de los descubrimientos científicos y la tecnología relegando a la clínica. Paralelamente a la caída de los ideales se expande la norma, lo que no es normal es patológico. Existe la ilusión de que todo se puede prevenir o curar, el ideal de objetivización científica excluye la subjetividad. Todo se explica por lo orgánico, pero tratando lo orgánico el sufrimiento del sujeto no es menor. La ciencia desconoce que un cuerpo es algo más que un organismo, está afectado por un goce y esto pone en crisis al discurso médico que no responde al real en juego.Ilustró muy bien esto con un ejemplo sacado de Oliver Sacks, “la migraña del domingo”, un hombre mayor que acudía los domigos a urgencias afectado por una dolorosa migraña a la que no encontraban explicación orgánica, pero que a él le servía para que su familia fuese a verlo y acompañarlo por la tarde.

Citó a J.A.Miller, para explicar que para el Psicoanálisis, una crisis es el real desencadenado, imposible de dominar. Es el surgimiento de un real que no se puede metabolizar porque no hay simbolización, y entonces aparece la angustia. La crisis es particular, singular. La salida de la crisis es posible para cada uno pero precisa de un acto. Es una ocasión para inventar.

Luis Ferrer comenzó hablando de la crisis como proceso de la evolución, como parte de los cambios en nuestro ciclo vital, trabajo, familia… Situó el inicio de esta que estamos viviendo en la postmodernidad, después de “Dios ha muerto”, se derrumban los ideales que sostenían la sociedad occidental, lo que provoca una crisis de autoridad en el sentido de autor, el que ayuda a crecer, el que guía. Mencionó a Manuel Fernández Blanco al referirse a que los grandes valores se han desmoronado, no hay paraguas simbólico donde cobijarse, se ha desdibujado la imagen de lo que es un adulto, responsable de sus actos. Esto provoca patologías que no son psiquiátricas en sentido estricto. A partir de los 90 cambian los cuadros clínicos de la fenomenología clásica, la clínica va al rebufo del contexto social. El ciudadano no pide el alivio de la enfermedad, pide el alivio del dolor de vivir, algo que anestesie el dolor de vivir. Ante esto se genera la oferta farmacológica y rápida, rentable para la industria que crea los remedios para las patologías que ella misma crea. El dolor de vivir se patologiza y se crea un remedio.

Comentó lo que Levi Strauss menciona como las condiciones para que se obre la magia de la cura: un chamán, un remedio y un enfermo. Con la crisis, el lugar del sujeto supuesto a saber en el que te colocaba el sujeto, ha sido desplazado por el objeto supuesto a saber que es la tecnología. La relación médico paciente se diluye y hace difícil el tratamiento, las demandas son de abordajes rápidos, sin apelar a la responsabilidad del sujeto.

Refiriéndose a la clínica actual, Ferrer puntualizó que el 50% de los ingresos son por trastornos de la personalidad, que no son una identidad clínica si no estadística, formas de estar en el mundo que se etiquetan y que si hace unos años, las consultas eran por depresión, porque transgredías un ideal, y el sujeto se sentía culpable, ahora, cuando el ideal cae lo único que pone límite es la biología, el cuerpo, y se ven más patologías del acto, de la impulsividad.

Para Begoña Yañez, el significante crisis forma parte del propio sistema de Servicios Sociales como sistema de bienestar operante e “inoperante” para la época actual en Europa Occidental que intentaba mejorar las condiciones de los más desprotegidos y favorecer la promesa del capitalismo, de felicidad para todos, sin tener en cuenta el modo de gozar de cada sujeto que hace inaccesible esta felicidad.

Destacó tres cuestiones que caracterizan al sistema de SS.SS. Una referente a los usuarios, cuya desprotección responde a una multicausalidad en relación al residuo que el propio sistema capitalista genera. Otra es el imperativo del propio sistema de satisfacer las necesidades y mejorar las condiciones de vida del usuario, mediante prestaciones que estos momentos de recortes económicos no permiten y que, visto de un modo positivo, pueden hacer que los trabajadores sociales se esfuercen por buscar otro tipo de alternativas que tengan más en cuenta la escucha de los usuarios. Y, por último, el objetivo principal del sistema, que es terminar con la injusticia social, que por ser un ideal es inalcanzable.

Evocó las palabras de Lacan sobre que el psicoanalista tiene que estar atento a los sucesos de la época para recordar que en SS.SS. siempre se trabaja con el “usuario en crisis”. La normalización desde las prestaciones sin más, borra la particularidad del sujeto intentando igualar el goce, lo inmoviliza en espera de la respuesta del otro y obtura la pregunta por su deseo. Terminó diciendo que los SS.SS. deben ofrecer, no solo asistencialismo, si no una escucha que, desde el saber sobre sí mismos, les permita, como sujetos, hacer algo diferente con su propia vida, orientados por la brújula de su deseo.

Los ponentes coincidieron también en que no se trata de nostalgias de tiempos pasados, la crisis es un Kairós, como señalaba Liana, una oportunidad para inventar, si se la coge por los pelos, para provocar un cambio.