Cónica: Presentación en la BOLM del libro Suicidio, medicamentos y orden público. Beatriz García Martínez (Madrid)

El miércoles 6 de abril se presentó en la BOLM el libro Suicidio, medicamentos y orden público, compilación de Montserrat Puig y Clara Bardón. Participaron en el acto Javier Garmendia, psicoanalista, miembro del la ELP y de la AMP y Antonio Ceverino, psicoanalista, psiquiatra en el Centro de Salud Mental de Hortaleza, miembro de la sección de Psicoanálisis de la Asociación Española de Neuropsiquiatría.

En la coordinación, Beatriz García, psicoanalista, socia de la sede de Madrid de la ELP y miembro del equipo de la BOLM, destacó la oportunidad de presentar un libro que podemos enmarcar en una orientación fundamental de nuestra escuela, que es la de resistir al empuje del reduccionismo de la ciencia en el tratamiento del sufrimiento que apunta a borrar todo rastro de subjetividad. Este libro necesario agrupa una serie de trabajos sobre la deriva de los tratamientos en la mal llamada salud mental, mandato superyoico que enferma más que cura y que trata de suturar la hiancia estructural que hace humano al ser humano. Cuando decimos que no hay salud mental lo que decimos es que no hay solución “universal” al malestar, sino sólo las soluciones que, más o menos precarias, cada uno “inventa”, aunque sea sin saberlo, para vivir la paradoja que implica ser seres hechos de cuerpo y de lenguaje, dos elementos radicalmente heterogéneos. Esta dificultad toma una forma particular en cada caso, y en cada caso conviene tratarla de forma particular, implicando siempre la responsabilidad del propio sujeto.

Este libro muestra que existe otra forma de tratar el dolor de los sujetos contemporáneos, existe otra psiquiatría que atiende a la subjetividad, para la que el sujeto que sufre no es reducible a una serie de neurotransmisores.

El libro proporciona la satisfacción del comprobar, en la multitud de referencias que los artículos recopilados citan, que el psicoanálisis de orientación lacaniana no está sólo en la denuncia de los impasses a los que las derivas de la ciencia están conduciendo, sino que hay muchos y prestigiosos autores, tanto del campo de la epistemología como de la propia medicina, que alzan sus voces con argumentos potentes en la misma dirección.

Javier Garmendia comenzó su intervención recordando un sintagma conductor formulado por Jacques Alain Miller en las jornadas de Sevilla en 1998: “La salud mental no tiene otra definición que la del orden público”. Recordando que el psicoanálisis se dirige siempre a un sujeto responsable, aseveración que toma como el eje en torno al cual se articula todo el libro. J. Garmendia se pregunta si no es inevitable en el ámbito de la salud mental acabar abocados a las funciones de orden público. Concluye que, cuando al sujeto no se le trata como responsable sino como a alguien aquejado de un déficit, eso conduce a una psicologización de la vida cotidiana, donde al sujeto hay que ofrecerle todo tipo de ayudas. Entre ellas es destacable el énfasis en la prevención, que desde el psicoanálisis es tomado como medio de control, y donde podemos pensar que desde este punto de vista, al contrario del dicho popular, es mejor curar que prevenir: si el sujeto es una respuesta de lo real, no podemos prevenirlo, so pena de hacer más daño que bien. Se abrieron también algunas preguntas, como aquella sobre la obligatoriedad de darle el diagnóstico al paciente, que en Francia se toma como un empuje a la verdad, o la de si el psicoanalista puede medicar.

Antonio Ceverino habló en su intervención de cómo la caída de los grandes relatos da lugar en el sujeto contemporáneo a la ilusión de la conquista de una nueva libertad en el ámbito de la vida privada. El bienestar y la autorealización se convierten en los nuevos retos, y los Estados modernos se erigen en garantía de nuestra felicidad mediante métodos de curación y prevención masivos y autoritarios. El sufrimiento psíquico se confunde con enfermedad mental y se pone en juego un proceso de medicalización generalizado al que los pacientes se entregan sin dudar.

Entonces ¿cómo acoger este malestar sin responder a la demanda en los términos en que hoy se formula de forma mayoritaria?, ¿se trata de no escuchar demasiado?, ¿de utilizar otros dispositivos? Este es, para Ceverino, el telón de fondo de los distintos trabajos recogidos en el libro, organizados en tres ámbitos: la función de orden público que hoy toma la asistencia en salud mental, la medicalización del sufrimiento humano y los pasajes al acto suicidas, convertidos en objetivo diana de las políticas de prevención.

Tras comentar algunos de los temas tratados en el libro, como el escándalo que supone la cuestión del suicidio en una supuesta sociedad del bienestar, el ideal de la vigilancia para prevenirlo y las características de la clínica psicoanalítica del suicidio, se pasó al coloquio en el que, entre otras cuestiones, se interrogó el concepto de responsabilidad subjetiva (la responsabilidad para el psicoanálisis como diferente a la responsabilidad de mantenerse sano a la que aluden las políticas de prevención) y la posibilidad de comunicación entre la psiquiatría y el psicoanálisis.