Clínica de las urgencias subjetivas | Amanda Goya
En el vértigo promovido por esta desenfrenada carrera que han desatado la Ciencia y el Capitalismo, sumado a las guerras, que lanzan al abismo a millones de personas que buscan desesperadamente un refugio, ¿como no calificar a estos tiempos como los de la Civilización del trauma?
Uno de los fenómenos más extendidos de esta Civilización del trauma lo podríamos llamar: el de las urgencias generalizadas, como una respuesta al fenómeno de la generalización del trauma.
Esta peculiaridad de la época tiene enormes repercusiones en la clínica de los síntomas contemporáneos, una clínica muy precisa hecha muchas veces de traumas, como hemos dicho, con su correlato de angustia. De manera tal que día a día nos enfrentamos con lo que podríamos también llamar una Clínica del desamparo, debida en parte a la progresiva devaluación del lugar del padre, del maestro y del saber, en la sociedad de nuestros días.
La angustia se ha vuelto una verdadera epidemia en el mundo contemporáneo, y cada vez con más frecuencia es el motivo de consulta en los servicios de urgencias médicas. Las instituciones de salud están hoy atravesadas por el hecho de que la época exige pronta resolución de los fenómenos que emergen.
Pero si bien los dispositivos tradicionales resuelven la urgencia médica más ligada al riesgo, no siempre resuelven lo que nosotros llamamos la urgencia subjetiva, por lo tanto, es necesario el diseño de dispositivos eficaces para alojar, diagnosticar y dar tratamiento a la urgencia.
Las urgencias subjetivas proceden fundamentalmente de la aparición de un montante más o menos intenso de angustia, motivada por muy diversos motivos que habrá que tratar de situar en cada caso. Para que la angustia pueda ser tratada, es preciso que ésta se convierta en un síntoma en quien la padece. ¿Qué quiere esto decir? Que la angustia se vuelve síntoma cuando suscita una pregunta en el sujeto sobre su causa. Entonces será posible desplegar un trabajo sobre lo que ha podido producirla, un trabajo que requerirá por supuesto de un cierto tiempo.
Ese tiempo no siempre es fácil de llevar y tampoco es predecible su duración, porque no se reduce a ninguna pauta cronológica de un protocolo que pueda evaluarse a partir de unidades contables.
Es un tiempo subjetivo, el tiempo que hace falta para que el propio sujeto se localice él mismo en lo que puede decir de la experiencia que lo ha llevado a la urgencia, es un tiempo para preguntarse ¿qué soy y dónde estoy en lo que digo?
Es como si cada uno de nosotros estuviera tomado de alguna manera, por una conciliación imposible entre, por una parte, el espejismo de una felicidad que se nos promete, y por otra, lo que para cada uno resulta inaccesible de sí mismo. En esta brecha imposible de suturar anidan las crisis que a cada uno nos afecta de manera particular, y que cuando eclosionan lo hacen bajo la temporalidad de la prisa, de la urgencia.
Reseña de Amanda Goya de la conferencia "Clínica de las urgencias subjetivas", del ciclo de Conferencias de Introducción a la Orientación Lacaniana (Nucep) "Psicoanálisis de los Estados Críticos" del 21 de septiembre de 2015.
Psicoanalista docente de la Sección Clínica-NUCEP y coordinadora con Vilma Coccoz de la Red Psicoanalítica Madrileña (RPM).