Algunos aspectos de interés para la investigación cartelizante

El punto de partida

El título general de la actividad, Cartelización, a partir de uno de sus ejes:  “Analizar al parlêtre”, celebrada el pasado martes 20 de octubre en la Comunidad de  Catalunya (CdC), nos ubica de lleno en la última enseñanza de Lacan. Es en ese contexto que abordaremos el tema de la transferencia y esta breve presentación apunta a centrarla y a poner de manifiesto algunos aspectos de interés para la investigación cartelizante.

El punto de partida es una pregunta, ¿Qué modificaciones trae ese momento de la enseñanza de Lacan sobre el tema que nos convoca?

Una cita de Miller1 nos da la orientación al revisar la afirmación de que el sujeto supuesto saber sería el pivote de la transferencia: “Me parece que el último Lacan dice otra cosa, dice lo contrario: la transferencia es soporte del sujeto supuesto saber. Dice más bien que lo que hace existir al inconsciente como saber es el amor”.

Los cambios

Este pasaje del sujeto supuesto saber como pivote de la transferencia a la transferencia como soporte del sujeto supuesto saber da protagonismo al amor sobre el saber.

Pareciera que el ultimísimo Lacan no se refiere más a la transferencia, sin embargo, habla del amor, de la creencia y de la histeria como efecto de la operación transferencial que permite construir una ficción y que da al saber el estatuto de elucubración.

Miller señala que cada vez que Lacan habla de lo que habría que esperar de novedoso del psicoanálisis habla del amor. Sin duda porque Lacan pensaba que el psicoanálisis se sostiene en el lugar del amor que es el lugar de la transferencia. Desde esta perspectiva toda novedad debería venir del amor, un amor más digno…

El amor pone en función el inconsciente transferencial

Miller en Comandatuba2 señalaba “El inconsciente primario no existe como saber. Para que devenga un saber, para hacerlo existir como saber, hace falta el amor”. Por eso un psicoanálisis necesita del amor al inconsciente ya que es el único medio de establecer una relación entre S1 y S2.

Entonces, se precisa el amor para poner en función el inconsciente transferencial. Al hallarse en juego el goce no se trata de quién sabe sino qué sabe, qué es eso que me comanda… por eso es necesario un velo que recubra ese horror. Así el saber vale lo que cuesta porque se produce contra ese rechazo.

De este modo el amor pone en función la cadena asociativa y hace de velo a lo que se halla en la base de la transferencia y que produce horror.

La creencia transferencial

La creencia transferencial implica creer en el síntoma, en que es portador de un sentido, lo que tiene como efecto al sujeto supuesto saber. Claro que no es sin la presencia del analista ya que para esa operación cuenta su deseo y su acto. Efectivamente, la entrada en análisis supone el establecimiento del inconsciente transferencial, el amor instaura al sujeto supuesto saber y se produce así la dirección al inconsciente como Otro dado que lo más éxtimo necesita de esa suposición para hacerlo existir. El inconsciente no es un depósito previo de saber, para que se produzca como tal se necesita el amor. El amor posibilita la operación para producir el inconsciente a descifrar.

Las entrevistas preliminares permiten evaluar las posibilidades y conveniencias de la entrada en el discurso analítico. La entrada en análisis es la entrada en el discurso apoyada en el síntoma que por ello debe formalizarse. El amor, como semblante necesario, establece el cambio de discurso que producirá la asociación que no es tan libre. El amor permite juntar lo simbólico y lo imaginario frente a lo real lo que muestra que ha cambiado la definición de lo imaginario ya que funciona como medio.

De este modo la creencia en el síntoma permite considerarlo como portador de un sentido que podrá decirse. La creencia neurótica casi parafrasea “yo, la verdad hablo”.

El amor

Si bien el amor vuelve a aparecer no se trata aquí del amor narcisista sino del que supone el sentido, y por ende el saber en lo real, lo supone como sujeto portador de una verdad.

Lacan señala en el Seminario XX que la entrada en análisis implica un cambio de discurso que tiene como signo al amor. La función del amor deviene fundamental dado que permite reunir lo simbólico y lo imaginario frente a lo real3 por eso no es del Uno que nace el amor sino del entre dos. El goce solo puede interpelarse, elaborarse, por la vía del semblante porque no hay acceso a lo real.

Para Lacan el amor vuelve a su lugar cuando se toma lo imaginario como medio, lo real entendido como la muerte y lo simbólico como la palabra de amor que soporta el goce. Desde esta perspectiva el psicoanálisis recentra la cuestión del amor y por ende la transferencia. El amor es la relación de lo real no con la verdad sino con el saber y el amor “tapa el agujero”.

No hay sujeto supuesto, hay supuesto saber. Creer en el síntoma es creer en su desciframiento, es decir, se supone un sentido. Este punto da cuenta del cambio operado por Lacan, la suposición significante es traducida en términos de creencia, “la creencia transferencial contempla el saber sobre lo real como un sentido que puede hablar, como un sujeto” 4. La creencia transferencial es el amor.

Por eso el psicoanálisis es el lugar donde se sirve del amor como semblante operativo. Sabemos que el goce no se puede interpelar directamente porque genera transferencia negativa y que es necesario el amor, ser incauto del semblante, para alcanzar un trozo de real. Por eso tiene todo su interés interrogar en la actualidad el debilitamiento de lo simbólico y la dificultad con los semblantes frente a la emergencia de un real que los destruye y que permite preguntar qué es lo que sucede con el amor. Frente a eso el analista “aún” sostiene esa oferta

La Escuela

El cambio que Lacan introduce en la conceptualización de la transferencia y el amor tiene su repercusión en relación con la transferencia de trabajo y se hace evidente en dos momentos.

En “Proposición del 9 de octubre” 5 Lacan habla de la transferencia y del grupo que valora su enseñanza y es ese punto el que guía la elección de la escuela. Es una apuesta por la enseñanza de Lacan, la única que “habla de lo que es el psicoanálisis”.

En la “Primera carta al Foro” 6 Lacan no habla de transferencia sin embargo dice “Esta es la Escuela de mis alumnos, los que aún me aman”. Muy diferente a la definición anterior ya que la cuestión que se plantea, en el pasaje del inconsciente transferencial al inconsciente real, es el tema del amor.

Algo del amor persiste, pero, ¿Cómo funciona en la transferencia de trabajo? ¿Es un amor tocado por el no-todo? ¿Hay el consentimiento a dejarse engañar relativizando la verdad y sabiendo que hay en juego una elucubración de saber?

Es la elección de una elucubración más próxima a lo real, que avanza sobre el “no quiero saber nada de eso”, de allí la importancia de la posición de analizante que para mantenerse necesita del amor y la política.

 

(*) El presente artículo es un resumen de dos trabajos publicados en:

  • Tizio, Hebe. “La creencia transferencial”. El Psicoanálisis, Lo que no se sabe de la transferencia, nº 32, Revista de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis del Campo Freudiano, Barcelona, 2018, Edición especial XI Congreso AMP.
  • Tizio, Hebe. “La transferencia”. Cuadernos de Psicoanálisis, La transferencia psicoanalítica, nº 37, Revista del Instituto del Campo Freudiano, 2014.

 

Notas:

  1. Miller, Jacques-Alain. “Una fantasía”. Conferencia pronunciada en Comandatuba (Bahía, Brasil) en el IV Congreso de la AMP, 2004. El Psicoanálisis, nº 9, Revista de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis del Campo Freudiano, Madrid, 2005, p.19.
  2. Miller, Jacques-Alain. Ibid., p.19.
  3. Miller, Jacques-Alain. De mujeres y semblantes. Cuadernos del pasador, Buenos Aires, 1993, p.16.
  4. Miller, Jacques-Alain. “Psicoanálisis y psicoterapia”. Freudiana 10, Paidós, Barcelona, 1994.
  5. Lacan, Jacques. “Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela”. Otros Escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012.
  6. Lacan, Jacques. La Escuela. Textos Institucionales de Jacques Lacan 1. Manantial, Buenos Aires, 1989, p. 30.