Algunos apuntes sobre la XIII CONVERSACIÓN CLÍNICA del ICF: FRAGMENTOS DE REAL EN LA CURA DE NEUROSIS. Margarita Álvarez (Barcelona). ¡¿Qué pasó aquí?! Crónica: XIII CONVERSACIÓN CLÍNICA: RESTOS DE REAL. Viviana Berger (Mexico)

Algunos apuntes sobre la XIII CONVERSACIÓN CLÍNICA del ICF: FRAGMENTOS DE REAL EN LA CURA DE NEUROSIS. Margarita Álvarez (Barcelona)

“Cuando estamos despiertos,
todos compartimos el mismo mundo,
pero cuando dormimos
cada cual tiene uno propio".
J.-A. Miller

Este fin de semana se celebró en Barcelona la XIII Conversación Clínica del Instituto del Campo Freudiano en España. El tema que nos convocaba, “Fragmentos de lo real en las curas de neurosis”, había surgido en la conversación anterior donde una de las ponentes había hecho referencia a una cita del Seminario 23, en la que Lacan señala que lo real es un fuego, pero “un fuego frío. Lo real de lo que se trata en mi pensamiento es siempre un fragmento, en torno al cual el pensamiento teje historias, pero el estigma de este real es no enlazarse con nada” (1). La historia es entonces “el más grande de los fantasmas”, una trampa que el pensamiento urde alrededor del “fuego frío de los fragmentos de real”.

La pregunta que surgió entonces fue la de cómo construir, rodear, cernir en cada caso, “esos fragmentos fríos”.

Esta misma pregunta fue retomada en la presentación de la conversación de este año para trabajar el material clínico que se presentaba, esta vez, seis casos de neurosis de otros tantos colegas. Eso era lo que estaba previsto.

La conversación y el acontecimiento imprevisto
Después de las campañas por la liberación de Mitra Kadivar, de Teherán, o de Raja Ben Slama, de Túnez, la semana pasada la red volvió a “calentarse”, esta vez con el intercambio vibrante de cartas entre Jacques-Alain Miller y Alain Badiou. Finalmente, la creación, el día previo a la Conversación, del Instituto Lacaniano Internacional, extensión del Instituto Lacan de París, y pensado con las mismas finalidades científicas y humanitarias, anunciaba entre sus primeras acciones proyectadas la organización de una serie de conferencias bajo el título: “Por un derecho de injerencia intelectual en los asuntos del mundo”.

Todo hacía prever que todos estos acontecimientos tan próximos en el tiempo, pudieran afectar de algún modo el curso “esperado” de esta XIII Conversación Clínica del ICF en España. Esto es lo que sucedió, pero de modo imprevisto.

Me resulta difícil hacer la crónica, escribir una reseña de la que fue una conversación única y apasionante. Apenas tomé notas. Solo puedo, aquí, transmitir algunos fragmentos, algunas ideas.

Al empezar la conversación, rápidamente se hizo evidente que Jacques-Alain Miller estaba bastante “tocado” por los últimos sucesos. Cuando comenzó a comentar el primer caso, parecía no poder, a pesar de los esfuerzos evidentes, separarse de ellos. Así, fue yendo de alguna breve puntualización sobre el caso a un comentario amplio sobre su relación con Alain Badiou, y retorno. Esto ocurrió una y otra vez, y otra más, a lo largo de la tarde, en medio del desconcierto general. Solo se pudo comentar uno de los casos de los tres previstos.

Sin embargo, en ese proceso, comenzaron a surgir poco a poco fragmentos de testimonio, sobre el joven que había sido, sobre su relación con el psicoanálisis en distintos momentos de su vida, como analista, como fundador de la AMP y sus escuelas; fragmentos que buscaban decirse, articularse, dialectizarse. Miller parecía esforzarse, luchar para hacer algo con ellos, algo para él, que le permitiera poner distancia y pasar a otro plano, y de este modo, que lo que le sucedía, fuera útil, para todos los que allí le escuchábamos, para que hubiera un trabajo. En ningún momento abandonó la zona de interlocución con el público.

Apoyándose en los datos del material clínico que trabajábamos, Miller fue hablando de sí mismo, comparándose con el caso, a veces acercándose, otras distanciándose, diferenciándose.

“Para cada ser humano -señaló en relación a uno de ellos-, hay palabras que han tenido una influencia que no se podía prever”. Esto lo aisló primero en el caso, pero también lo ilustró con su propia vida, con el joven de diecisiete años que luchaba con su padre por el reconocimiento, para no ser alcanzado por su ironía. Y señaló cómo este duelo marcó su relación con la “lucha”, un significante que atraviesa su vida.

Hay casos de mujeres, señaló -como ocurría en el caso que se comentaba en ese momento-, a las que cualquier crítica las sumerge en el llanto, porque las hace conectar directamente con la castración. Las mujeres siempre están más afectadas por el amor, por el cuidado del otro, en los dos sentidos del genitivo. Sin embargo, para los hombres lo que se juega está más en relación con una pregunta sobre la propia capacidad. Para el hombre, hay el miedo de perder lo que se tiene, mientras que las mujeres en este sentido son más audaces. Esto le sorprendió de su mujer, cuando la conoció. La joven por aquel entonces Judith Bataille, no estaba solo involucrada intelectualmente, como él, en el apoyo a la causa argelina: un día descubrió que ella misma transportaba armas en el coche de su padre.

En relación a los obsesivos, Miller señaló que con frecuencia no pueden asumir el guión que escriben y se tienen que apoyar en pequeños otros. Fue lo que le pasó cuando tuvo que enfrentar la redacción de sus primeros textos a petición de Lacan: necesitó esta acompañado de algunos otros, por temor a que los colegas se le echaran encima.

El obsesivo parece un espectador de su vida pero en realidad está demasiado involucrado en lo que le pasa. Tiene que distanciarse. Hacerlo es un paso. El "efecto de distanciamiento" brechtiano es una orientación para la cura de la neurosis obsesiva.

“Renegado”. Sobre el calificativo que Badiou había lanzado sobre él, Miller sitúo su poder de reduccionismo, y por tanto de insulto. No se puede decir, como alegó aquél, que es simplemente algo descriptivo. “Poner un significante sobre alguien solo puede ser un bautismo o un insulto” -señaló. Es algo que se hace desde una posición donde uno se constituye como amo de la palabra. Como en el caso de Humpty Dumpty, “la palabra quiere decir lo que yo digo”. El otro queda reducido a eso. Es lo que es, no hay más.

Es lo que hacía la madre en uno de los casos presentados, que tenía un discurso degradador de las mujeres, del tipo de "Una mujer, un agujero". "Cada cosa es lo que es" dice. Destituir la falta que anima el deseo es matarlo.

La habilidad de Badiou -señaló Miler- es tratar al otro así, pero siempre con la mejor de sus sonrisas, aparentando simpatía. No es un hombre confrontativo, agrede como si no pasara nada. Sobre este rasgo, para el que inventó el nombre de “badiouisme”, Miller señaló que es una perversión del lenguaje, que manifiesta un trastorno en la relación con él. Podemos hablar entonces, dijo con humor, de la contribución de Alain Badiou a la clínica, como hizo Sacher-Masoch que dio lugar al término de masoquismo o Sade, del que deriva el término de sadismo.

Ya tomado en el camino de la sublimación, la mañana del domingo Miller desbrozó con precisión tres casos más de los presentados. No voy a hablar de ello. Solamente señalar la reducción magnífica que realizó del material.

En este sentido, hizo de nuevo -es un asunto que resiste- una critica del intento de construir un caso al modo de una historieta, saturada de datos. En la construcción del caso, no se trata de proceder via di porre añadiendo datos, como en la pintura, sino que ha de proceder por via di levare, extrayéndolos.

Por ello, Miller alabó la escritura fragmentaria de que hacía de gala la redacción de otro de los casos - al modo de la que emplea Roland Barthes en Fragmentos de un discurso amoroso. Ese tipo de construcción -acabó diciendo- va bien con los “trozos de real”. La desconexión de lo real sin ley deja respirar el texto.

Creo que los que participamos en esta conversación, tardaremos en olvidarla. Miller testimonió en acto, de modo ejemplar, de cómo hacer con los fragmentos de real. Impresionante. Un regalo.

Dos casos quedaron sin trabajar. Miller nos prometió volver a Barcelona para trabajarlos en noviembre, con ocasión de las próximas XII Jornadas de la ELP: "Goce, culpa, impunidad". Sería otro regalo, más.

Nota:
Jacques Lacan: El Seminario libro 23: Le sinthome. Paidós: Barcelona, 2006, p. 121.

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¡¿Qué pasó aquí?! Crónica: XIII CONVERSACIÓN CLÍNICA: RESTOS DE REAL. Viviana Berger (Mexico)

¡¿Qué pasó aquí?!
Pronunciando estas palabras, se acerca a mí nuestro estimado colega mexicano residente en Barcelona, Alejandro Velázquez. Era la hora del cocktail con el que se cerraba la primera jornada de la Conversación.

¡¿Qué pasó aquí!? podía, perfectamente, ser la expresión común de las más de cuatrocientos personas que compartimos dicho encuentro.

Jacques-Alain Miller, inesperadamente, nos mantuvo, por más de tres horas, con los ojos bien abiertos, sorprendidos, desorientados. Todos, con atención; algunos, con tensión frente al cambio de programa; sí habría estado la paciente de Andrés Borderías, en todo caso ella, con a-tensión; también había de “los sonrientes”, de aquellos que se dejaban llevar por el efecto de lo inédito y el encuentro con lo real. ¡Qué mejor enseñanza para “restos de real”! En fin, cada quién deberá encontrar su palabra y saber de la resonancia sobre sí…

¡¿Qué pasó aquí!? Se puede responder -y en esto sin duda, todos acordarán- que en esa primera jornada, allí donde todos esperaban una Conversación Clínica sobre los seis materiales distribuidos en tiempo y forma, se hizo presente Otra cosa. Y pasó algo más que una discusión clínica de casos de analistas… Pero, ¿cómo transmitirles ¡¿Qué pasó aquí!?

En esta Conversación de Escuela, Jacques-Alain Miller pasó fragmentos de su propio caso como sujeto analista, haciendo resonar sobre los materiales presentados viñetas de su experiencia analizante, de su clínica y sus controles como analista. Pasó su pasión por la lucha, rasgo de goce de sus identificaciones con Julio César, Montesquieu, y Napoleón.

“Cuando se hace una brecha, ¡hay que ir a fondo!”. El eco era con el caso de Andrés Borderías, que enseñaba sobre una mujer que nunca explota, en cuya vida no pasa nada, que –como muchas “mujeres sensibles” cuenta con un canal subterráneo donde circula un AVE que las conduce en un tiempo record al dolor de “ser heridas” en lo más íntimo por cualquier cosa– el expreso a la castración. “Claramente, mis identificaciones ¡no tienen nada que ver con Jane Eyre!”.

Para la sujeto del caso, que llega con una pena insoportable, no muy identificable, hablar le “hace bien”. El analista da un ordenamiento y estructura a partir de una labilidad, la pena, la queja, el malestar, haciendo desplegar los sentidos; para finalmente llegar a la fórmula de la a-tensión que cierne la posición de la sujeto.

En este punto, resuena la reciente querella de Jacques-Alain Miller con Badiou, que tanta energía le ha concentrado, tanta irritación… Su respuesta frente al agravio y la defensa ante el insulto. ¡Renegado! –le es dicho. Golpes sobre la mesa. Los tonos enervados de su voz. Explota. “¡¿Renegado yo?!” “¡¿Cómo osa este hombre decir semejante cosa?!” Un decir a toda velocidad, colérico, apasionado. Brincan palabras en francés, el español no alcanza. “¡Seguiré hablando! ¡nadie se atreve a callarme!” ¡Poner un significante sobre alguien o es un bautismo o es un insulto! La palabra quiere decir lo que digo, “Tú eres” ¡eso es una manera de matar!”.

En el sueño del final del caso, Andrés Borderías ubica con gran precisión cómo en los ojos del jaguar queda capturado un fragmento de real. Lo real inconsciente.

Jacques-Alain Miller tirando finamente del hilo -tal su arte-, lee en la escritura del sueño un posible nacimiento de la mujer; para esa sujeto, que no podía tragar en su infancia, y que en el sueño es devorada, algo se escribe. Transformarse en humano implica ser devorada. “Tú no puedes entrar” –dice su padre en el sueño. “Sólo tus hermanos”. Ella desobedece, y entra y el jaguar la pilla. Articulado el sueño con la escena infantil, ella misma resulta los ojos de ese jaguar. Trozo de real.

Pero, el tema vuelve y Badiou, y Mitra, y los iraníes, y Boston, y los psicoanalistas de oriente. Idas, venidas, extensas, erráticas, de nuevo la pasión, la irritación... “¿A dónde voy? ¿Por qué digo esto?”… vuelvo al caso –dice casi rojo.

Un real que no impide el trabajo, pero insiste y retorna, y lo sigue haciendo hablar a Jacques-Alain. “Uds. han venido a trabajar pero para mí Barcelona es un tiempo de vacaciones. Voy a descansar. Llevo días de intenso esfuerzo, por poco he perdido el avión, corrigiendo cada detalle, cada punto, cada palabra de la carta que quería enviar antes de venir”… “He visto a Jorge Alemán entre los asistentes. Quisiera que te sumes, Jorge, a la mesa, y nos cuentes sobre tu izquierda lacaniana”.

Así, en un clima intimista, como si hablara a solas con todos y cada uno de los presentes, conversó con la Comunidad de España, pero no sobre la clínica, sobre los casos de los analistas convocados, ¡nada de intelectualismos! -por más que cada uno nos hayamos llevado un listado extenso de libros para leer y películas para ver, sino que hizo presente al analista analizante, y analizado, conciliado con su historia, poniendo su cuerpo y su palabra, asumiendo un compromiso ético en tanto psicoanalista, en tanto sujeto de la clínica y la política, y al servicio de la Escuela.

En mi opinión ¡sí trabajó! O más bien, fue su inconsciente el que trabajó, escuchado por su Escuela. Trabajo a través del cual halló, finalmente, un relajo y un alivio a la violencia del agravio del Otro, y cuyo resto de real entregó a la Escuela, que entonces, supo algo más sobre su pregunta, ¿qué es un analista?

Así, de la rebeldía frente al estilo irónico del decir del padre, de la que supo desenmarañarse, quedó despejado un deseo combativo al servicio de una causa, –que, estoy de acuerdo ¡no es lo mismo que el goce del mando y el poder!

Pienso que el algo más que en este testimonio aporta su caso, entre otras muchas cosas que transmite, es la enseñanza de un saber hacer diplomático que Jacques-Alain está descubriendo con las últimas experiencias de política y derechos humanos; la apuesta de su deseo renovado al que invita a sumar el esfuerzo y la voluntad de cada uno, y que reposiciona el psicoanálisis en una nueva perspectiva ciudadana, dando una nueva fortaleza al campo freudiano en tanto institución.

Retomando el trabajo sobre los casos, se señala “la bulimia” de teoría en el caso de Vilma Cocoz, la advertencia sobre “la maestría” del analista, y se subraya la orientación a la sustracción para ver mejor y cernir los trozos de real. Cuando el analista entra en la misma lógica proliferante del síntoma del paciente, se pierde el no-todo que caracteriza la orientación analítica. La Escuela discute el material y se distingue el real con ley del real sin ley.

Del caso de Laura Canedo, se extraen diez puntuaciones, que nuevamente llevan a Jacques-Alain Miller a hablarnos del saber que aprendió en su experiencia analítica: las mujeres miedosas de perder el amor, su deseo de sentirse cuidadas y a la vez cuidar al Otro; temas de capacidad del lado de los hombres, si la tienen o no la tienen, el cruzar los límites y animarse. Su propia relación a las mujeres, “mujeres regalo”, el blablablá de la seducción masculina, el ágalma de las mujeres audaces y la anécdota de Judith a los diecisiete años conduciendo el auto de Lacan, que llevaba en la cajuela dinero y armas pesadas para la resistencia. Lo simbólico que aparece como el disfraz de lo real. Lo grave de destruir la falta que anima el deseo. Del agobio de soportar el deseo.

Y de nuevo, sobre Badiou, y el “badiouismo”. Sobre la perversión del lenguaje. Y lo que siempre vuelve al mismo lugar. Y su defensa contra eso. Y lo que las mujeres defienden. Allí el caso de Rosa Navarro, que con un estilo elegante y femenino transmite entre lo variable de la verdad y lo invariable de lo real, la vinculación entre dos acontecimientos traumáticos.

Finalmente, un Jacques-Alain agradecido y cortés, también un tanto culposo por lo que no le cumplió al Otro, a esas colegas que presentaron sus contribuciones y quedaron un tanto desoídas por su exposición; la promesa de un regreso para las próximas Jornadas de la ELP el 9 y 10 de noviembre en Barcelona, y entonces, abordar allí los dos casos que quedaron sin ser trabajados.

Finalmente, como resto de real, la escritura del “badouismo” como respuesta con condición de witz producida en la comunidad -nueva categoría para la clínica psicoanalítica, que se escribió en nuestro discurso durante este fin de semana surrealista en Barcelona. Así concluyó Graciela Galarraga, usando su material - aun sin haber sido leído.

¡¿Qué pasó aquí!? Ahora puedo decir, que en lugar de un Maestro Analista nos hemos encontrado con un analista objeto que entregó su propia división. Resto de real.

¡Será hasta la próxima Conversación!