Enseñanzas del Pase en Valencia: El bien decir, del libro propio sin copias | Patricia Tassara Zárate

No es suficiente leer el libro donde está escrito el propio inconsciente,

es necesario comérselo,

y el analista es supuestamente capaz de quedarse soso

para que salgan los sabores del Otro.

J.- A. Miller

Este espacio privilegiado de enseñanzas que hemos organizado desde la Junta Directiva junto a Oscar Ventura en la sede de la Comunidad de Valencia, está funcionando muy bien, tal como lo deseábamos. Vamos por la mitad de su recorrido. Hasta el momento, hemos contado con la presencia de Domenico Cosenza (en Alicante), Silvia Nieto, Dalila Arpin, Marta Serra (testimonio que trabajamos junto con el comentario de Enric Berenguer, presidente de la ELP) y Oscar Ventura.

“En el discurso analítico no se trata de otra cosa, no se trata sino de lo que se lee, de lo que se lee más allá de lo que se ha incitado al sujeto a decir” nos indica Lacan en el Seminario Aún. Cada Analista de la Escuela (AE) ha sabido transmitir la lectura de su propio libro, ése de tirada de un solo ejemplar, escrito por la hystorización, las huellas del parlêtre, los significantes amo que finalmente se desatan de la espera de un S2, las identificaciones fundamentales que caen, los momentos de atravesamiento, de autorización, de cambios en la posición de analista. Cada AE hizo la puesta en acto de un bien decir.

Lacan, plantea este bien decir en el año 73’ en “Televisión”. Lo hace de la mano de la ética, “no hay ética más que del bien decir”, ética en nuestro caso, relativa al discurso del analista. El bien decir de cada uno de ellos, ha dado cuenta del punto de creación, podemos incluso aventurarnos a decir, del neologismo particular, como significante nuevo.

Pudimos escuchar en cada uno, la transmisión de un estilo propio. Nos mostraron en acto, en presencia, con su cuerpo, su tono, su alegría, su aire, sus gestos, lo que J.-A. Miller siguiendo a Lacan indica: “El bien decir en psicoanálisis, no es nada sin el saber leer”. Cada AE enseñó que se sabe leer cuando se deja de repetir la lectura fantasmática.

En efecto, un AE demuestra que finalmente, tras un largo recorrido analítico, ha aprendido (sin pedagogía alguna) sesión a sesión, a saber leer su propio síntoma, el reverso de goce, los significantes que trou-matizaron el parlêtre hasta llegar a esa letra de goce que no se lee pero se transmite ubicándose justamente allí, el saber hacer de cada uno después del análisis. Lectura siempre abierta a próximos avances, abierta a la Escuela.

Seguiremos entonces, con este interesante espacio, que convoca muchos asistentes en nuestra sede y en cada sede de nuestra Escuela. Pues el Pase importa, interesa, la comunidad desea escuchar a cada AE, con su tiempo y estilo propio, pues la lectura, es una experiencia libidinal y un AE transmite en su enunciación, una satisfacción que no es del orden del saber puramente epistémico sino que afecta el cuerpo hablante y los cuerpos de quienes la reciben. Es un saber que produce alegría. Nuestro agradecimiento a cada uno de ellos por esas vibraciones.

Pero en Valencia, no hemos concluido todavía con este espacio. Esperamos con gran interés, las próximas visitas de Fabián Fajnwaks y Sergio Laia a nuestra ciudad y, una vez más, tendré yo misma, la tarea de transmitir mi propio libro para hacer avanzar el testimonio en la conversación con mis colegas.

En el último tramo de análisis, daba vueltas sobre un posible libro a publicar, de la misma manera que daba vueltas en un desierto sin encontrar la propia salida. La interpretación fue “Sí, Ud. me debe un libro”. Al salir de sesión, recuerdo que debía una sesión. Saco dinero del cajero y a la siguiente, al pagar antes de salir digo: “Prefiero deber un libro a unas sesiones”. Con precisión el analista respondió: “Ud. no me debe un libro, se lo debe a sí misma! Ud., tiene que terminar ‘su’ libro, ése del que no hay copias”.