¿La política del Psicoanálisis o el Psicoanálisis en la política? |Rodrigo Bilbao

“La oposición entre psicología individual y psicología social o de las masas, que a primera vista quizá nos parezca muy sustancial, pierde buena parte de su nitidez si se la considera más a fondo. Es verdad que la psicología individual se ciñe al ser humano singular y estudia los caminos por los cuales busca alcanzar la satisfacción de sus mociones pulsionales. Pero sólo rara vez, bajo determinadas condiciones de excepción, puede prescindir de los vínculos de este individuo con los otros. En la vida anímica del individuo, el otro cuenta, con toda regularidad, como modelo, como objeto, como auxiliar y como enemigo, y por eso desde el comienzo mismo la psicología individual es simultáneamente psicología social en este sentido más lato, pero enteramente legítimo” (Freud, S. Psicología de las masas y análisis del yo, 1921).

jacques-alain-miller-webLas réplicas del terremoto del sábado 13 de mayo ante la visita de J.-A. Miller (versión 1.0 y 2.0) aun se sienten. Lo primero es destacar el remesón provocado al abrir un debate político (en palabras de Bassols) al interior de nuestra Escuela. Este debate por sí es valioso, en tanto el psicoanálisis a lo largo de su historia ha estado atravesado por este punto desde un lugar incómodo. Pronunciarse o abstenerse, tener opinión o ser neutral, han sido consignas que nos interpelan, sin tener claro la posición a la cual adscribirse. Esta oscilación no ha sido sin consecuencias. A modo de ejemplo, dos situaciones latinoamericanas de la historia reciente, que nos debieran hacer meditar: la primera, es la división provocada al interior del movimiento psicoanalítico “oficial” argentino (I.P.A.) en la década de 1970, precisamente por el cuestionamiento frente a tener o no una opinión política y su pobre implicación en lo social; segundo, el silencio desolador al interior de la Institución Psicoanalítica Chilena (A.P.CH.) frente a la detención y desaparición en 1976 de uno de sus miembros el Dr. Gabriel Castillo, perpetrado por la dictadura de Pinochet.

Por supuesto que hay más ejemplos y desde luego más recientes, aunque los ejemplos vengan de la I.P.A., el movimiento lacaniano tiene los suyos.

Frente a este debate se abre un campo de posibilidades, pero debiéramos diferenciar la “política del psicoanálisis” de “la política y el psicoanálisis” o “el psicoanálisis en la política”. Considero que son dos lugares diferentes y aunque estén conectados, no se debieran homologar. Si bien el título de la conferencia de Miller invitaba a pensar “las consecuencias en la política internacional del psicoanálisis”, de la propuesta planteada y la reflexión surgida, se escuchaba más bien “el psicoanálisis en la política internacional” ¿será lo mismo? No lo creo, pero ambas invitan a los analistas a entregar a tomar una posición. El riesgo es que se superponga el psicoanálisis en la política con la política del psicoanálisis, aunque como señala Freud en 1921 “la psicología individual es simultáneamente social”.

Por último, partimos de una causa perdida y un imposible (en palabras de Alemán), pero sabemos como psicoanalistas que toda causa está perdida desde un comienzo, lo que no impide insistir sabiendo ello. Desde ahí surge el movimiento provoque desde la causa un deseo decidido que no de espacio a las identificaciones con el líder, el despliegue de la descalificación y la reclusión en el pequeño (y a veces no tan pequeño) narcisismo.

Está por verse si este movimiento (telúrico) al interior de la A.M.P. logra desprenderse de los vicios y riesgos de salir del consultorio con una mirada hacia lo social, sin caer en la demagogia y la critica desinformada.