Unes Altres Veus. ¿Autismo y psicoanálisis? Erick González (Barcelona)
Esto que desplegaré a continuación no es una reseña del documental Unes Altres Veus, sino el testimonio de mi experiencia con respecto a él. Sin embargo para contextualizar dicha experiencia lo que puedo decir es que Unes Altres Veus es un documental sobre el autismo, que al estilo de una narración centrifugada que es acogida por un discurso, el discurso psicoanalítico, pone en tensión lo heterogéneo y la singularidad. Se trata de un documental muy versátil, que consta de distintas líneas pero que cuya narración se centra en lo que dice Albert un chico diagnosticado como Síndrome de Asperger, una forma de lo que se llama autismos de alto rendimiento- sobre su autismo, pero donde la resonancia de lo que dice va más allá del trastorno, convirtiéndose poco a poco en un documento interesantísimo donde se ponen en tela de juicio asuntos como la normalidad y la realidad, lo que nos lleva a reflexionar sobre el lenguaje, el humor, la enfermedad e incluso la muerte.
En este punto, puede estar surgiéndoles la pregunta de ¿cómo es que en un documental sobre el autismo se dice algo sobre la lengua?, es decir, ¿cómo es que centrándose en un chico autista puede desplegarse una narrativa? Y además, ¿qué tiene el psicoanálisis para hacer con los sujetos autistas si se trata en dicha disciplina, de una cura por la palabra, y al menos lo primero que nos viene al pensamiento, lo primero asociado al término autista es que se trata de personas, niños mayormente, que no hablan? En un primer nivel se puede decir, que si les surge esta pregunta es importante que vayan a ver el documental.
El contexto en el que surge este documental también me parece relevante establecerlo, es el de una disputa que silenciosa la mayor parte de las veces y no tan silenciosa en otras, es iniciada por ciertos lobbys que relacionados a la industria farmacéutica primordialmente, han emprendido por la vía política con la intención de homogeneizar el tratamiento del autismo, utilizando los semblantes del cientificismo en un terreno en el que se ha demostrado que no existe una causalidad comprobada. ¿Qué significa esto? Que se plantea disfrazado de enmienda democrática, el slogan de que el tratamiento ha de ser igual para todos, pero en donde lo que eso significa es la erradicación de aquellas modalidades de tratamiento que sean diferentes a la cognitivo-conductual, que teniendo su utilidad sin duda, seguramente deja de abordar ciertos aspectos del autismo, que son radicalmente apremiantes de ser abordados, como lo puede ser el valor creativo y único del síntoma de cada niño autista como posibilidad de sostenerse en el mundo, de una manera en la que el otro sea menos amenazante, o en la que se deja completamente de lado la particularidad del sujeto, aplicando un tratamiento tipo, con una horma para todos. Pero además, donde lo que se aparece como más ominoso es la intención de impedir la libertad de elección de los padres del tratamiento que deben recibir sus hijos, e incluso de borrar la posibilidad de elegir una manera de estar en el mundo, de estos chicos que una de las cosas que revelan, si les es permitido desplegar algo de su singularidad, es un compromiso con un trabajo impactante al respecto de lo que significa eso de estar en el mundo.
En lo que se corresponde a mi recorrido por este campo, y a mi llegada a una de las maravillosas butacas del cine Verdi en el estreno del documental, se trata en primer lugar de una experiencia de unos cuatro años realizando acompañamientos terapéuticos a chicos autistas y psicóticos desde una perspectiva u orientación psicoanalítica lacaniana, y en segundo lugar, el de una experiencia inaugural de unas colonias para niños autistas en el verano del año 2011. En la vía de pensar para la situación de Cataluña la creación de una institución al menos, que se convierta en múltiples instituciones, es decir, una para cada chico autista que llegue a ella, este documental es un paso hacia adelante, una estaca imponente en el terreno, que puede convertirse en edificio.
Ya sumergiéndome en el documental lo que puedo decir es que al principio, en los primeros minutos, llegué a pensar que aparecían ante mí una serie de testimonios sobre el autismo construidos con palabras en el aire y un poco sin fondo, pero felizmente se trataba de una una falsa apariencia. Esto, dura poco, y tiene su efecto. Incluso creo que en este punto es en donde me conmovió más la obra, al subvertir ese comienzo, como poniendo en acto en el documental mismo, el discurso que se va desplegando sobre el autismo, en lo que dicen los educadores, psicólogos, psiquiatras, filósofos de profesión, pero psicoanalistas en acto, y por el mismo Albert, que nos cuenta de primera mano lo que es ser un autista, lo que es ser en su autismo, y lo que va más allá de eso, como una experiencia particular de sujeto.
El documental entonces cobra vida, cuando los padres son apelados por las excentricidades de sus hijos, por sus quehaceres tal vez estériles, por la repetición, las preguntas sorprendentes, por el rechazo a la identificación, siempre de una manera única, como si se tratara de un dejo artístico, allí donde parece no haber palabras. Es el momento de la demostración del documental, del posicionamiento del psicoanálisis con respecto a esta clínica. La clínica orientada por una posición ética, la de tomar estos absurdos, este tirarse y darle golpecitos al suelo, por ejemplo, insistentemente como un síntoma, un padecimiento que para el psicoanálisis no se trata de amputar, normalizar, pedagogizar, sino más bien de la labor de ser enseñados por él, apostando por el hecho a demostrar siempre que dicho quehacer, que incluye un malestar, está estructurado como un lenguaje y tiene ribetes de invención única.
El documental entonces se convierte en institución. Nos muestra esa clase de espacio que describe Alexandre Stevens como una institución fabricada para cada uno. Unes Altres Veus, sólo se hace eco de esa individualidad radical.
Unes Altres Veus nos acerca a lo que es la sencillez, en la que un niño a contraluz danza en solitario, y en donde la apuesta es la de sostener la posibilidad de que esa danza sea el trazado de un texto que pueda tener a lectores advertidos, interesados pero no invasivos. Y entonces tal vez, cuando algo se puede leer es susceptible de crear vínculos, vínculos desde los cuáles poder hacer un tratamiento de ese mundo tan ajeno para al autista, y así poder declinarlo en una especie de recipiente vacío, donde se pueda depositar una voz que sea propia.