Reseña de EL PORVENIR DEL INCONSCIENTE, de Jorge Alemán. Por Mercedes de Francisco (Madrid).

EL PORVENIR DEL INCONSCIENTE.
JORGE ALEMÁN. GRAMA EDICIONES

Para esta presentación, quiero nombrar con una sola palabra la primera impresión que me causó la lectura del libro: claridad.
Esta claridad no está reñida con distintos estilos de escritura que se suceden en esta publicación. Desde la didáctica del seminario, pasando por el enigma aforístico que encontramos en las variaciones, sorprendiéndonos por la combinatoria en antifilosofías y terminando con la agilidad que supone el método de la entrevista.
La claridad, aquí, tiene un valor político incalculable, pues este estilo promueve el entusiasmo por la causa analítica, y de él sigo sintiéndome deudora.
Las entrevistas son la evidencia de que, tanto los temas tratados, como la forma de abordarlos generan un fuerte interés más allá de los umbrales de la Escuela. Esto supone un desafío para los psicoanalistas y una permanente puesta al día de los problemas de la formación analítica. Esta formación tiene tres apoyos fundamentales, clínica, política y episteme y en este recorrido vemos como se anudan. En nuestras Escuelas de psicoanálisis, el Analista de la Escuela es el que ha podido transmitir dicho anudamiento en su propia experiencia analítica.
Jorge Alemán, nos habla de una política con lo imposible como horizonte, un imposible que no queda eliminado a través de la realización metafísica del sujeto con el objeto, mostrando así al objeto “a” lacaniano en su irrepresentabilidad como índice de esta imposibilidad; otra declinación de la política sería la forma en la cual se puede abordar “el exceso de vida que ya no es la vida”, la pulsión de muerte, a la hora de organizar la convivencia y el lazo social; un discurso político que se aleje de la seducción de la totalidad.
Cuando de la clínica se trata, anuda la despsicopatologización con lo incurable, nos muestra como la cura analítica se sostiene justamente en su núcleo incurable. Aquí es sorprendente la torsión que se realiza mostrando que la única subversión que puede el sujeto realizar se da a partir de ese incurable y no en la deriva metafísica de la acomodación entre el sujeto y el objeto. Encontraremos distintas declinaciones de las estructuras clínicas con respecto a la manera de abordar el sin fundamento de la ex_sistencia, separándose de cualquier deriva teológica y de sentido. Para ello la utilización de la angustia como el afecto que no engaña es esclarecedor, pero advirtiendo que no se trata de sacralizarlo de quedarse en él, se trata de la plataforma que nos conecta con el acto analítico y también con la acción política.
Cuando del saber se trata, encontramos dos niveles, el que engloba la operación que desde hace años llevan realizando Jorge Alemán y Sergio Larriera nombrada como Lacan:Heidegger, donde una concepción del saber atraviesa todo el texto; y la que se refiere más concretamente cuando se trata de la formación del analista, del porvenir del inconsciente por tanto del porvenir del psicoanálisis. Nos parece de gran pertinencia el desarrollo dedicado a la lectura, lectura que está íntimamente ligada a la concepción de la letra a partir del seminario Aún, y el Sinthome de Jacques Lacan, y que varía definitivamente la concepción de la interpretación en psicoanálisis, desabonándola de su posible deriva metafísica. El no-saber, el vacío, y en su lugar la huella de lo indecible es la brújula que orienta la lectura tanto de los textos como la del decir que queda olvidado en los dichos del analizante.
Es en la página 31, en el apartado “Lacan: la pregunta por el porvenir del inconsciente” donde encontramos esta afirmación: ““el porvenir del inconsciente” es más serio, porque es preguntarse por qué tipo de mundo va a devenir y cómo va a existir la experiencia del inconsciente en ese mundo. Y quien permite esa pregunta es Lacan, que –a diferencia de Freud, que lo da como una instancia estable- consideró la expresión “desabonado del inconsciente”. Incluso la rectificación que hace al final de su vida intentando, con un neologismo francés, inventar una nueva palabra distinta a lo inconsciente alemán, muestra que Lacan tenía serias dudas de que la estructura del inconsciente fuera una de esas estructuras permanentes y estables como son las estructuras de la metafísica.” Con esta afirmación se encuentra la justificación del título de este libro y, también, comprendemos la importancia que tiene conocer el mundo que nos ha tocado vivir para la existencia del psicoanálisis. El trabajo que realiza el autor cuando se desplaza desde la referencia heideggeriana hasta la caracterización de la época del capitalismo más avanzado, con todo lujo de referencias magníficamente argumentadas, nos permite dar toda su dimensión a la tarea que Jorge Alemán desde hace años viene realizando al poner en conversación el psicoanálisis de Jacques Lacan con la filosofía y con la política.
El peligro que atisbamos según avanzamos en la lectura es no mantener una posición crítica con “el hoy” que nos ha tocado vivir y terminar participando, sin saberlo, del mundo organizado al modo de la metafísica. Quedar subsumidos en la trama, en la creencia, de que el sujeto –a través de las ideas claras y distintas, matemáticas- se hace a través de la instrumentalización del saber con el objeto. La psicologización de la práctica, la renuncia a la laicidad del psicoanálisis, pretender un entendimiento con las prácticas cognitivos conductuales que sostienen esta concepción del mundo, con las neurociencias, etc. sería renunciar al psicoanálisis mismo. Considerar que la mejor posición para los psicoanalistas no es “la extrarritorialidad”, no equivale a una inclusión en esta deriva del discurso capitalista que nos llevaría al propio aniquilamiento del psicoanálisis. Estos dos frentes que ahora tenemos que atender nos despiertan frente a los engaños en las que cualquier contemporáneo puede caer. Y J.Alemán, no deja de advertir a los otros discursos, filosófico, escuelas de pensamiento crítico, sociología, política, intelectuales, que no se dejen llevar por su prevención frente a la transferencia, frente a la experiencia analítica, y reducir por ello al psicoanálisis a algo corporativo cuya desaparición no les afectará.
Además, en este libro encontramos claves desde Lacan que consideramos únicas a la hora de entender el mundo que habitamos y nuestra propia ex_sistencia en él. El valor moderno que tomó el concepto de la angustia, a partir de Kierkegaard y con Heidegger y llevado a su máxima expresión con Lacan, no como un afecto patológico sin más; la puesta en cuestión de la relación entre la causa y el efecto y que incide, también, en el psicoanálisis; la curación de un determinismo que hace del destino algo inexorable y que arrebata la decisión al sujeto etc. hacen que podamos abordar el malestar de nuestra cultura de forma mucho más certera, mejor orientada.
La abertura que Jacques Lacan introduce entre la causa y el efecto, permitió al psicoanálisis alejarse de la deriva psicologizante que el matrimonio de la causa y el efecto promovían. Es por ello que la causalidad edípica tiene valor de mito individual, que no puede estar al servicio de velar la decisión del sujeto y la responsabilidad que toda decisión conlleva en sus elecciones de goce.
La cantidad de cuestiones que se abordan en este libro, exceden esta corta presentación, pero me gustaría nombrar algunas, que quedan fuera del eje que he pretendido subrayar, pero que me han supuesto, de nuevo, un hallazgo. El elogio a la par que crítica del imperativo kantiano, francamente esclarecedora; el encuentro sorprendente con la musicalidad del poema al estilo borgiano, cuando se trata de decir a Europa; el cabo de la cuerda que Freud con el conflicto de las facultades puso en primera página y que quizás nos permita entender mejor la traición que las acciones de Heidegger supusieron para su propio pensamiento; la relación del autor con el poema que se desliza entre las letras; el significante “intransigencia con los dos lugares” que apunta al pathos que se anuda al exilio; la molestia que provoca la propuesta de amor al superyó, que trae el eco del frágil lazo que une a este con lo femenino; la lealtad de la amistad y su sintonía con el poema; el tiempo que nos evoca la finitud; el alejamiento de lo sacrificial como única salida emancipatoria sin que ello tenga por consecuencia fetichizar la vida, a través de significantes amos como la seguridad; y un etcétera en donde se reedita la contingencia de un encuentro.

Mercedes de Francisco (Madrid)