Reseña de la presentación del libro “Cinco Conferencias sobre Psicosis Ordinaria” de Amanda Goya | Silvia García Esteban

Al calor de un numeroso público ha tenido lugar el 31 de enero la presentación del libro “Cinco conferencias sobre psicosis ordinaria” de Amanda Goya, en la sede de la ELP de Madrid dentro del espacio de la BOL, contando con la presencia de su autora.

Antonio Ceverino y Dolores Castrillo nos han presentado una cuidada y minuciosa reflexión sobre la conceptualización acerca de la psicosis ordinaria que Amanda Goya va hilando en estas cinco conferencias, destacando su claridad, rigor, una gran sutileza clínica y un posicionamiento propio en torno a un tema de vital importancia en la clínica, y de máxima actualidad en el camino que nos lleva hacia el Congreso de la A.M.P que tendrá lugar en Barcelona el próximo mes de abril bajo el título “Las psicosis ordinarias y las otras, bajo transferencia”.

Tanto Antonio Ceverino, como Dolores Castrillo sitúan la cuestión desde el principio en una fluctuación que discurre entre la continuidad y la discontinuidad en la clínica, cuyo hilo conductor atravesará toda su argumentación. Voy a ir tratando de desgranar los esclarecedores comentarios expuestos por ambos presentadores que con su entusiasmo nos animan a la lectura, a lo largo de unas pequeñas pinceladas.

Nuestro viaje comienza con el recorrido que realiza Amanda por las distintas conversaciones clínicas en las que se fue gestando el término psicosis ordinaria. Desde el efecto de sorpresa por los primeros casos que no acababan de encajar en la rígida clasificación estructuralista, hasta la proposición del término de psicosis ordinaria por parte de Jacques-Alain Miller, proporcionando un estatuto estructural al mismo, con el objetivo de encontrar un tratamiento posible para estos sujetos. Prosigue nuestro sendero por los principales hitos por los que atraviesa la historia del psicoanálisis lacaniano en la conceptualización de su clínica, donde se trata de dilucidar los dos polos que componen la continua tensión entre el modelo inicial del Lacan estructuralista, modelo del Nombre del Padre y de la forclusión restringida, donde hay una distinción entre normalidad y locura, con unos límites claros entre neurosis y psicosis. Y el modelo del Lacan continuista de los nudos, que conduce a la elaboración de la forclusión generalizada, donde se relativizan estos límites, situándonos en una clínica del Uno, donde el centro es el sujeto y el Nombre del Padre es uno más de los anudamientos posibles para tratar de dar cuenta de ese agujero en el saber que nos habita.

Poco a poco nos vamos sumergiendo en las aguas que llevan a Lacan a inventar el concepto de Sinthome, a partir de la minuciosa elaboración que hace del caso Joyce y de cómo él inventa una solución que consigue reparar su propio agujero forclusivo a través de su escritura. Esto será un punto de inflexión decisivo en su conceptualización, y vital a la hora de abordar las psicosis ordinarias.

Seguimos la línea trazada poniendo nuestra mirada esta vez en los llamados casos raros, cuya característica es la ausencia de fenómenos extraordinarios. El elemento diferenciador entre neurosis y psicosis no estribaría aquí en la presencia o no del Nombre del padre, sino más bien entre desencadenamientos o signos discretos, pues si bien en la psicosis clásica tenemos el desencadenamiento como entrada, pudiendo localizarse un antes y un después, esto no está presente en la psicosis ordinaria, por tratarse de una psicosis no desencadenada. Son sujetos con una vida normativizada, que nos situarían más en la fórmula del neo-desencadenamiento, y la cuestión se juega en torno a enganche-desenganche-reenganche. Cabe destacar que estos neo-desencadenamientos no dependen del encuentro con Un-padre como en el caso de Schreber, sino más bien del desprendimiento del broche que le servía de punto de apoyo al sujeto. Amanda, nos advierte de estar a la escucha de los indicios sutiles de forclusión, tales como experiencias corporales raras y el recurso a prácticas y artificios en el cuerpo, perversiones transitorias, labilidad en las presentaciones sintomáticas, errancia, desarraigo, renuncia a la palabra, adscripción a grupos etc. En el último capítulo dirigido al analista Amanda recomienda la virtud de la discreción y un deseo de querer captar estos signos de lo real, de hacerse destinatario y reconocerlos, de volverse un partenaire del psicótico ordinario que consienta con el lugar que éste le asigna, atento al trato que le dispensa al paciente como signo de un saber hacer con la estructura, y que se acompaña muy bien con una viñeta clínica de un caso de su propia práctica.

Para terminar quiero tomar unos comentarios que Amanda Goya hizo al hilo de estas intervenciones, poniendo el acento en la necesidad de que estos dos movimientos convivan, tanto el estructuralista como el de los anudamientos. Puesto que aunque que cada parlêtre se sirve de una forma particular de anudamiento para dar cuenta de ese agujero en lo simbólico que es igual para todos, esto no elimina la importancia de la estructura clínica. No podemos dejar de lado que la psicosis ordinaria no deja de ser una psicosis, y por tanto, necesitamos de la estructura para poder identificarla, y de este modo estar advertidos para no tocar el anudamiento que sostiene al parlêtre en su vida. Amanda nos recuerda que trabajamos con materias explosivas, como sostenía Freud, y que tocar ese anudamiento podría conducir a la catástrofe que supone un desencadenamiento. Por lo tanto, sí a las estructuras, para servirnos de ellas y poder alumbrar un diagnóstico que nos permita un lugar ético y eficaz en la dirección de la cura, y sí a la búsqueda del anudamiento particular que construyó cada parlêtre y con el que se defiende de lo real.

Las últimas palabras las quiero dedicar a animaros a la lectura de este gran libro, que en un formato pequeño recoge las grandes elaboraciones de la teoría lacaniana sobre este concepto de psicosis ordinaria, nuevo e imprescindible para abordar la práctica clínica en la actualidad.