Psicoanálisis y “adolescencia” en el COPC. Mariela Roizner (Barcelona)

El pasado jueves 4 de marzo del 2010 comenzó el I Ciclo de "Experiencias sobre la intervención con adolescentes" en el COPC (Colegio Oficial de Psicólogos de Cataluña).

Organizado por Mario Izcovich, este ciclo de 6 sesiones se propone como un espacio en el cual abordar cuestiones teóricas articuladas con viñetas clínicas y temas de actualidad; y cuenta con la presencia de psicoanalistas y profesionales interesados en el discurso analítico que trabajan con los denominados “adolescentes” desde diferentes ámbitos -clínico y educativo principalmente-.

La convocatoria reunió a una gran cantidad de asistentes, en su gran mayoría jóvenes interesados en escuchar lo que el psicoanálisis tiene para aportar en el abordaje del trabajo con adolescentes.

Para la sesión inaugural se invitó a Miquel Bassols. En su ponencia “¿Pubertad o adolescencia? Nuevos Ritos de iniciación” planteó que es necesario introducir un tercer elemento a la dualidad pubertad/adolescencia. Para ello, expuso brevemente los tres registros de Lacan -real, imaginario y simbólico-.

Recordó que Freud utilizaba el término de pubertad para referirse al momento (subjetivo) de recomienzo de la vida sexual tras el período de latencia que sucede a la sexualidad infantil. Se trata de un momento en el que se necesitan nuevas identificaciones para separarse de los objetos autoeróticos.

Desde Lacan, la “pubertad” se puede plantear como un momento (lógico y subjetivo) crucial donde es necesario anudar de nuevo el tiempo real del organismo, el tiempo colectivo de la imagen corporal y el tiempo simbólico, singular de la propia historia con relación a la sexualidad y la muerte.

A continuación, señaló los ritos de iniciación vinculados a la función simbólica del padre como aquellos que favorecen la función de anudamiento. Actualmente, en la época de “el Otro que no existe”, la función simbólica está pluralizada, desmultiplicada y cada vez más, estos ritos se particularizan y se convierten en ritos de iniciación sin lugar a dónde hacer el pasaje.

Esto conlleva el riesgo de pasajes al acto fuera de discurso, fuera de toda simbolización o ligamen social.

Retomando el concepto de “modernidad líquida” de Z. Bauman, planteó una pregunta: ¿Podemos hablar hoy de una adolescencia líquida?

Comentó dos ejemplos recientes con relación a cómo se presentan los ritos en la actualidad:

- Conflicto generado por una teleserie: “El pacto” adonde un grupo de chicas hacen un pacto para quedarse embarazadas a la vez. Ser madres como rito de iniciación.
- Preocupación de padres y profesores por la práctica denominada del “sexting”, los chicos y chicas envían fotos y/o videos eróticos a través del teléfono móvil, como una manera de seducción; pero, después hay circulación de este material.

Con dos viñetas clínicas ilustró cómo las cuestiones antes expuestas se ponían en juego para dos chicas, en el caso por caso.

Para finalizar, presentó algunas reflexiones:

- El control como ideología de lo normativo fracasará siempre porque topa con la verdad del fantasma. Si se ponen cámaras para controlar mejor, el controlado transformará su acto en exhibicionista.
- La pubertad es un momento subjetivo singular con la experiencia de sentirse exiliado de sí mismo en tanto exiliado de las identificaciones anteriores. Es un momento de demanda urgente de nuevas identificaciones frente al real del sexo y de la muerte. Cuando el Otro no tiene más significantes ideales para ofrecer (sea para seguirlos o sea para contradecirlos) lo que queda es la pendiente del pasaje al acto.
- Importancia de inventarse un nombre para estos dos hechos (la sexualidad y la muerte, en tanto que son irrepresentables), para poder ser uno entre los otros. Así, la “adolescencia” como acto de separación se opone a las acciones, los pasajes al acto y los acting outs. De lo que se trata es de la separación de los objetos autoeróticos y del objeto que el adolescente encarna para el deseo de sus padres, para poder devenir un sujeto deseante.

A modo de conclusión, planteó que quien trate con sujetos de la llamada pubertad o adolescencia es importante que sepa, que no hay manera de borrar la condición de ser un sujeto dividido ($). El sujeto dividido del inconsciente ($) es siempre un sujeto que sufre, que “adolece” de una falta de identificación en relación a la muerte y a la sexualidad. Hay un vacío, un agujero en lo real que cada uno bordea con su fantasma y con sus síntomas. Sabiendo esto, quien trata con adolescentes podrá escuchar el vacío que la denominada adolescencia envuelve de manera que este sujeto no quede absorbido por este agujero.

La exposición suscitó preguntas entre los asistentes, algunas de las cuales se plantearon y otras se continuarán abordando a lo largo del ciclo.