“Precious”. Olga Montón (Madrid)

El director, Lee Daniels, escarba en las heridas de una familia disfuncional. A sus 16 años, Claireece “Precious” Jones está embarazada por segunda vez de su padre, al que nunca ve. Es una chica obesa y analfabeta que vive en Harlem junto a su madre, una ex-presidiaria que la somete a maltratos físicos y emocionales. Cuando la joven está a punto de abandonar la escuela por su embarazo, es trasladada a un instituto alternativo donde los alumnos participan activamente en la enseñanza, allí conocerá a la señorita Rain.

Es la última sorpresa del cine independiente y uno de los dramas más premiados de la temporada.”Precious” está basada en la novela "Push" (1996), escrita por Saphire, quien enseñaba a leer y escribir a adolescentes en Harlem y en cuya experiencia se basa el libro.

La protagonista es la debutante Gabourey Sidibe, que ha sorprendido a la crítica tanto como su madre en la ficción, Mo’Nique, flamante Globo de Oro a la mejor actriz de reparto. El elenco se completa con Paula Patton (Déjà vu) y dos estrellas de la canción que hacen sus pinitos en el cine: Mariah Carey y Lenny Kravitz.

“Precious” fue la gran triunfadora de Sundance 2009, logrando el Gran Premio del Jurado y el Premio del Público, además de ganar otro Premio del Público en San Sebastián y sorprender fuera de concurso en Cannes. Ahora, ha sido nominada a 6 Oscar, entre ellos mejor película, mejor director, mejor actriz (Gabourey Sidibe), mejor actriz de reparto (Mo’Nique) y mejor guión adaptado.

Daniels afirmó en una entrevista cuando le preguntaron por su éxito: "A veces no lo entiendo bien, porque pienso: '¿Qué ven los blancos en Precious?'. Es una historia afroamericana, muy privada. No rodé para los blancos estadounidenses, ni para el resto del mundo. Lo hice para nosotros. Los afroamericanos no veían mis pelis [Daniels también produjo Monster's ball]. Y fue mi madre, tras el éxito de Precious, quien me recalcó: 'La historia es universal, el dolor es universal, ese viaje es muy poderoso".

Y bien, esta película es el viaje al horror más íntimo. Aquel que se ejerce sobre los seres que deberías amar. Te deja impactado la sorpresa del final. ¿El abuso es desde los tres años? Esto me hizo recordar un libro, sobre la dictadura Argentina, del que me habló una compañera, Dos veces junio, de Martín Kohan. Sólo fui capaz de leer el primer párrafo, que reza así: Cap. 1, Apartado I, “El cuaderno de notas estaba abierto, en medio de la mesa. Había una sola frase escrita en esas dos páginas que quedaban a la vista. Decía: “¿A partir de qué edad se puede empezar a torturar a un niño?”

Habría tanto que decir de los abusos y los maltratos que no sé por dónde empezar. Frente a ese goce sin límite del otro solo se puede elegir otra forma de goce y huir. ¡¡¡¿Cómo puede una madre aceptar esto?!!! Sin llegar a estos extremos vemos en la clínica cómo la mujer queda estragada por su partenaire, como decía Lacan de las mujeres (“Radiofonia y Televisión”, 1970): “(...) sino mas bien acomodaticias: hasta el punto que no hay límites a las concesiones que cada una hace para un hombre: de su cuerpo, de sus alma, de sus bienes”. La madre aparece celosa del deseo que el marido siente por su hija y la maltrata, ni siquiera puede ponerle palabras en la entrevista con la asistente social. Cuando al final habla es por el dinero, por la pensión.

Lo que me pareció interesante es la insoldable decisión del ser, en este caso de Precious, de rechazar el goce de los padres y elegir otra cosa. Sí, realmente le han tocado malas cartas en la partida de la vida, pero ella decide descartarse poco a poco. Tiene ayuda, el encuentro con el buen profesor que cree en ella, sabe que le gustan las matemáticas, se le dan bien, sabe que hay un sujeto detrás de esa fachada “autista”. Entonces la recomienda para la escuela alternativa lo que cambiará su vida. Y podemos preguntarnos ¿Puede un buen encuentro cambiar el destino de un sujeto?, sí, pero el sujeto tiene que desear cambiarlo, poner de su parte, tomar la decisión. La insoldable decisión del ser.

Una historia dura y a la vez llena de sensibilidad. Encuentro resonancias lacanianas en esta película. Cuando aparece la escuela alternativa, ese Uno enseña a Uno (Each One teaches one), igual que en psicoanálisis decimos los tratamientos “uno por uno”. No se puede abordar un sujeto por su síntoma, no todos los deprimidos o adictos o hiperactivos tienen el mismo abordaje, como nos dicen las terapias cognitico-comportamentales que silencian lo particular de cada uno. Hay que escucharlos uno por uno. Ver cómo ha llegado el sujeto hasta allí y cómo vive eso que le pasa, y por eso cada uno somos únicos.

Le tocaron malas cartas en el reparto de esta partida que es la vida. Pero ¿puede alguien con malas cartas hacer buenas jugadas? Como en las partidas de póker el sujeto se pone en juego. También se pueden hacer malas jugadas con buenas cartas.

Y es lo contingente, el encuentro inesperado con esa profesora, “Each One teaches one”, que las acoge una por una, les pregunta por su nombre y su historia. Ya en el primer encuentro les pregunta: ¿Qué es lo que mejor sabes hacer?, dando un lugar para el deseo se produce un cambio en Precious y habla, habla por primera vez en una clase.

Crecemos inmersos en un baño de lenguaje, incluso antes de nacer, pero vemos en Precious la carencia de lo simbólico, sólo está la brutalidad sin sentido, el golpe. La importancia de lo simbólico, de poner palabras a los sentimientos, las palabras se articulan con la subjetividad, ordenar el pensamiento mediante la escritura. “El hombre piensa con ayuda de las palabras. Y es en el encuentro entre esas palabras y su cuerpo dónde algo se esboza” (J. Lacan, “Conferencia en Ginebra” 1975). La profesora les dice: escribir, escribir, no importan las faltas de ortografía, pero el gesto de poner sobre papel su vida, lo cotidiano, simbolizar para salir de la brutalidad de su madre, del goce de su padre.

Decimos: es inhumano lo que estos padres hacen con su hija. Si humano es aquel que está representado por los efectos del lenguaje vemos aquí cómo el acto queda suspendido de todo lo simbólico, sólo lo brutal, no hay palabras ni explicación posible. Pero sí es humano, porque sólo los humanos podemos dejar en suspenso lo simbólico y ser conscientes de ello. A Precious sólo le queda la fantasía, imaginar otra vida, durante los estados casi catatónicos en los que cae ante la agresión. Pero consiguió salir al ser preguntada por su deseo, ¿Qué es eso que haces bien, con deseo?

La posición de esta profesora se parece a la del analista, que sostiene su deseo dando lugar al deseo de cada uno, hay una trasferencia de trabajo. Esto te puede permitir hacer otra jugada con las cartas que te han tocado y las jugadas que hayas ido haciendo.

La ética tiene que ver con la decisión, no tanto con los demás, como contigo mismo, tu deseo. Y Precious decide asistir a esa escuela alternativa. Y qué bien si todas las escuelas fueran alternativas y consiguieran generar deseo.

Jacques Rancière en su libro “El maestro ignorante” afirma que “el maestro ignorante es aquel que enseña lo que él mismo ignora. Según Jacotot, es posible enseñar lo que uno ignora si uno es capaz de impulsar al alumno a utilizar su propia inteligencia. El maestro echa a andar las capacidades que el alumno ya posee, la capacidad que todo hombre demostró logrando sin maestro el más difícil de los aprendizajes: aprender a hablar”.

Por último ¿qué decir de la comida, objeto transaccional por excelencia? Confundir la demanda de amor con la necesidad de la comida lleva a los sujetos a distintas patologías como la anorexia o la bulimia. Precious le hace la comida a su madre y esta la rechaza y la obliga a comérsela, ella cede, ¿creyendo que su madre así la querrá? Agarrarse al objeto comida parecería que es la única satisfacción que le queda.

* Texto fue publicado en el blog del grupo “El Séptimo” de tertulia de Cine y Psicoanálisis. http://elseptimo.zoomblog.com/cat/0