Lecturas Críticas - Hacia el Forum de Sevilla. Lidia Ramírez, Susana Brignoni, Miquel Bassols, Elena Serna, Segundo Moyano.

¿QUÉ OTRO PARA QUÉ NIÑO?
Lidia Ramírez

La infancia siempre ha estado bajo control y en algunas épocas, de la peor manera. En esta época del Otro que no existe, podemos preguntarnos qué niño esperamos.
La promulgación de los derechos del niño ha producido mejoras indudables en la protección a la infancia pero a la vez ha influido en un cambio muy importante respecto de la consideración del niño y de la infancia.

Así podemos pensar que el niño de hoy es el niño de los derechos y que este niño ha dejado un poco atrás al niño considerado como alguien inacabado de hacer. Esto ha hecho emerger que el riesgo para la infancia en este momento sea que el niño asistido en sus derechos nos haga olvidar al niño esperado en su incompletud.

J.-Alain Miller se preguntaba en su seminario El Otro que no existe y sus comités de ética, si es necesario algún Otro además del familiar para educar a un niño. Es una pregunta que sigue siendo oportuna porque en este momento hay una consigna a nivel europeo, una "Recomendación del Comité de Ministros del Consejo de Europa a los Estados Miembros" para ofrecer a los padres la posibilidad de formarse en escuelas de padres en lo que se ha llamado la "parentalidad positiva" que consiste en promover "un conjunto de conductas parentales que procuran el bienestar de los niños y su desarrollo integral desde una perspectiva de cuidado, afecto, protección, enriquecimiento y seguridad personal, de no violencia, que proporciona reconocimiento personal y pautas educativas, e incluye el establecimiento de límites para promover su completo desarrollo, el sentimiento de control de su propia vida y puedan alcanzar los mejores logros tanto en el ámbito familiar como académico, con los amigos y en el entorno social y comunitario". Es de esta forma como el significante amo del momento: la gestión, entra en el seno familiar para resolver las relaciones entre padres e hijos con los elementos de los mercados: formación y producción.

Afortunadamente, el niño de los derechos quiere saber algo de otro sentimiento, el "sentimiento de pertenencia" y se pregunta "¿a quien pertenezco?", porque el niño de los derechos no es exactamente el hijo o el alumno sino el menor que es como cada vez más se dice cuando se habla de los niños.

¿Quién responde al niño de los derechos?

Como adultos podemos comprometernos con el mundo al que hemos traído a los niños dando hospitalidad a sus preguntas, como psicoanalistas podemos comprometemos a dar abrigo al síntoma que anida en ellas.

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NIÑOS Y PROFESIONALES “BAJO CONTROL”. LA ILUSIÓN DEL REGISTRO DEL “TODO”
Susana Brignoni

Junichiro Tanizaki, pensando el mundo Occidental, señala que “olvidamos aquello que nos resulta invisible. Consideramos que lo que no se ve no existe”. Cree que nuestra parte del mundo está obsesionada por la creencia de que la transparencia nos garantiza la existencia.

Nunca como en nuestro tiempo el niño había formado parte del tratamiento general de las personas en el sentido en que Tanizaki lo plantea. Si bien el “vigilar y castigar” siempre fue un componente de los preceptos educativos, es hoy, de manera contundente, cuando la nueva pareja señalada por Miller, “vigilar y prevenir” ubica la mirada del clínico del lado de la clasificación y la supuesta “prevención” adquiere tintes de predicción, convirtiendo los malestares de la infancia en destinos que conjugan y articulan el sistema de justicia con el médico. “La reducción del sujeto a lo que se llama la variable de ajuste, que es el estado con el que entramos en los cálculos” toca el campo de la infancia, promoviendo investigaciones cuyo objeto es, por ejemplo, hacer un “mapeo” de los niños con TDAH en un distrito específico de Barcelona. El “mapeo” responde a un fantasma de localización donde nada ni nadie quede fuera de control.

¿Cuáles son los agentes y los instrumentos de este control? Entre otros, sin lugar a dudas, los profesionales de la sanidad. Recientemente se instalan en los Centros de Salud Mental Infanto-Juveniles los medios para poder hacer exhaustivo el control: la historia clínica informatizada seguida, en un tiempo no muy lejano, de la historia clínica única, que unificará en un solo dossier los “episodios” del malestar de un sujeto, mostrando la “alianza del amo con el saber”, un saber en exceso, un todo registrado, donde uno de los acentos es el de la vigilancia sobre quién, cuándo y dónde se ha realizado. Es decir que no sólo el niño es controlado sino que en el mismo gesto el profesional que consiente sin reflexión es a su vez parte de esa variable de ajuste, ya que ninguna de sus marcas puede ser borrada.

Se trata, como Hebe Tizio lo señalaba, de un control a dos bandas, donde la mirada del evaluador se posa directamente sobre el registro del evaluado, el profesional en cuestión que corre el riesgo de confundir lo que allí escribe con lo irreductible de la dimensión del sujeto. Como muestra Bassols en el ejemplo de la “caja china” hay una distancia imborrable entre los distintos códigos sintácticos que el ordenador maneja y la comprensión semántica de los mensajes del sujeto. Mantener a toda costa la distancia, he allí lo irreductible, que sólo puede preservarse si el clínico se resiste a convertir sus entrevistas en exploraciones psicopatológicas en las que se dedique por ejemplo a medir los niveles de atención, juzgar los modos de toma de contacto, y otras hierbas…

Captar cuando se recibe a un niño, el índice subjetivo de lo que lo aqueja, escuchar más allá de sus enunciados, su lugar de enunciación, “observar” un tono de voz, un brillo en los ojos que él mismo desconoce, una medio sonrisa que escapa a su “conciencia”, para hacerlo vivir implicándose en lo que le sucede, puede retornarle como una pregunta que será difícilmente registrable y menos aún cuantificable en las “cajas chinas” que habitan nuestras consultas, porque cada vez tendremos que contar uno por uno.

Tanizachi, al concluir su elogio, plantea un deseo: “En lo que a mí respecta, me gustaría resucitar, al menos en el ámbito de la literatura, ese universo de sombras que estamos disipando…” . Resucitar las sombras, en la clínica, puede ser un deseo de poner un velo a la ferocidad de una mirada que en nuestra época encarna una variante específica del superyó.

Notas:
(1) Tanizaki, J. “Elogio de la sombra”, ed. Siruela, España, 2008, pag.70.
(2) Miller, J-A., “Piezas sueltas” en Freudiana Nº48, Barcelona, 2006, pag.8.
(3) Brignoni, Briole, Grifoll, “La certeza genética” en Freudiana Nº 56, Barcelona, 2009.
(4) Miller, J-A, Ibid., pag.9.
(5) Bassols I Puig, M. “Tu yo no es tuyo. Lo real del psicoanálisis en la ciencia”, ed. Tres Haches, Argentina, 2011.

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UN DOCUMENTAL “ACUSTUFLANTE” SOBRE EL AUTISMO. “OTRAS VOCES, UNA MIRADA DIFERENTE SOBRE EL AUTISMO”. UN DOCUMENTAL DE IVAN RUIZ ACERO
Miquel Bassols

Fuente: LQ 192 – 5 de abril de 2012 - http://www.lacanquotidien.fr/blog/2012/04/lettres-diberie-un-documentaire-acoustouflant-sur-lautisme/

Más de doscientas personas se reunieron el pasado 3 de abril en el cine Verdi de Barcelona, con ocasión de la presentación oficial de la película “Otras voces”, dirigida por nuestro colega Iván Ruiz Acero junto con Silvia Cortés Xarrié, y que cuenta con la participación de varios padres de niños autistas y de psicoanalistas europeos que trabajan en este campo. Asistieron también representantes de diversas instituciones. La larga ovación que tuvo lugar al término de la película testimonió del impacto producido por la película sobre los espectadores reunidos para el acontecimiento. Próximamente, la película va a ser difundida y presentada en varios circuitos y en diversas lenguas.

“Acustuflante” es la palabra, un neologismo, que Albert, un joven catalán diagnosticado como Asperger, encontró en las lenguas para calificar el documental. Es el mismo Albert, en su testimonio singular, el que hará la función de hilo de Ariadna para seguir los recodos, los caminos y los impasses que el documental nos propone seguir para exponer lo que el psicoanálisis de orientación lacaniana piensa y hace actualmente con los sujetos diagnosticados de “trastorno del espectro autista”. La tarea apunta a señalar, si no a hacer surgir, la dimensión singular del sujeto que se oculta detrás de ese diagnóstico cada vez más ambiguo en la clínica contemporánea y que puede presentarse como un laberinto. Pero basta con dejar el lugar del saber a ese sujeto supuesto en su silencio y su lenguaje cerrado a la escucha de los otros, para poder comenzar a retomar el hilo que decidió cortar en un cierto momento de su experiencia. Y es, en efecto, un hilo “acústico”, donde el objeto-voz deviene un nudo principal, y es enderezándolo con un nuevo uso del lenguaje que los efectos se muestran entonces “époustuflants” (pasmosos) para el sujeto y su entorno. “Acustuflante” es, entonces, un buen nombre para esas otras voces que el documental hacer resonar y razonar con el discurso psicoanalítico en un momento en que caen sobre él los cuestionamientos más abyectos.

De hecho, cuanto más se avanza en el campo de la investigación sobre el autismo y en lo que las otras disciplinas intentan representar con este término, menos se sabe lo que designa, modulado en la actualidad por otros términos como el de “trastorno” o aún el de “espectro”. No se trata de un problema científico en su acepción habitual, sino del efecto en la clínica de la disolución de categorías que intentan representar la singularidad de un sujeto que ha rechazado una cierta relación a la palabra pero que recibe los efectos de este rechazo en el lenguaje. Mantenerse en esta perspectiva deja una opacidad fundamental en cuanto a la aproximación del sujeto oculto en esta experiencia insondable.

Se puede escuchar tal cual en el documental: no se sabe qué es el autismo como categoría clínica; no hay un sujeto autista idéntico a otro; es preferible pues partir de una docta ignorancia para tratar de localizar la singularidad de cada uno en la invención que está construyendo, por bizarra que pueda parecer al sentido común; esta invención a menudo está hecha a partir de pequeñas piezas que tiene que ver con el lenguaje y con las cuales el sujeto intenta mantenerse a flote en su relación imposible al otro; se trata entonces de prestar atención al valor singular de esas piezas y de no borrarlas en un adiestramiento más o menos sistemático, según los ideales normativos al uso, para encontrar el hilo con el cual se puede tratar de anudar una relación sintomática del sujeto al otro.

Desde esta posición han testimoniado no solamente los psicoanalistas que intervienen en el documental sino sobre todo los padres, que relatan los efectos que ha tenido sobre sus hijos y sobre ellos mismos el tratamiento psicoanalítico. Al revés de la posición de culpabilización de los padres actualmente atribuida con tanta ignorancia al psicoanálisis, un padre puede relatar la difícil experiencia que ha constituido para él justamente el separarse de una culpabilidad que él experimentaba antes del encuentro con el psicoanálisis, una culpabilidad a través de la cual, y durante mucho tiempo, había intentado encontrar una explicación sobre la causa de un real que no había podido localizar hasta entonces en la relación con su hijo. O bien, el alivio de esa madre que había atravesado una larga serie de consultas médicas y psicopedagógicas aderezadas de pesados cuestionarios y protocolos, sin poder obtener ninguna clarificación, hasta su encuentro con un psicoanalista que escuchó a su hijo como a un “sujeto de pleno derecho”.

O también Albert mismo, testimoniando de una de las cosas más importantes que ha encontrado con el psicoanálisis: que no hay en él solamente este trastorno que se designa por el nombre de Asperger, sino sobre todo ese “carácter” que le hace absolutamente singular y que le ha ayudado a encontrar una salida a su laberinto de silencios y palabras.

Nos corresponde a nosotros hacer escuchar también al gran público ese “carácter” singular sobre el cual el psicoanálisis funda su experiencia en cada caso.

A destacar igualmente la belleza de las imágenes, del montaje, del sonido y de la luz del documental que ha sido hecho con un gran cuidado y con una admirable delicadeza.

El documental “Otras voces. Una mirada diferente sobre el autismo” ha sido dirigido por Silvia Cortés Xarrié e Iván Ruiz Acero, presentado por Teidees Audiovisual y la Asociación Teadir, asociación de padres y familiares de personas con Trastorno del Espectro Autista. Producción: Marta Alonso.

Con la participación de los siguientes psicoanalistas: Begoña Ansorena, Enric Berenguer, Neus Carbonell, José Castillo, Antonio Di Ciaccia, Vilma Coccoz, Daniel de León, Elisabeth Escayola, Pilar Foz, Marga Gibert, Cecilia Hoffman, Josep María Panés, Jean-Robert Rabanel, Félix Rueda, Alexandre Stevens, Gracia Viscasillas.

Se puede visitar la Web en la dirección: http://unesaltresveus.teidees.com/

Edición y traducción de Gracia Viscasillas, con la amable autorización del autor y de la Redacción de LQ

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ESCUCHAR AL NIÑO DISMINUYE LA “DIFICULTAD SOCIAL”
Elena Serna

Desde Centros Educativos y Sociales, Fundaciones de “atención” (pero sin escuchar) a la infancia son derivados menores, bajo la etiqueta de niños“en dificultad social” que al demandar respuesta de por qué acuden al centro, se les dice que porque quieren, pues no podría ser de otra manera.

Esto extraña demasiado a algunos, siendo de lo más laborioso el que participen en actividades de ocio si así quieren, pues a la infancia al igual que los adultos, tras vernos sometidos desde infantes a obligaciones, responder y acatar órdenes, le cuesta hacer algo porque quiera y disfrutar, para lo que habría de educarse en ir conociendo su deseo.

Desafortunadamente, si al niño o adolescente no se le ordena u obliga desde un lugar en que colocan una institución, se descoloca, le cuesta participar y valorar actividades que no tenga la obligación de realizar, siendo así en su mundo y sociedad.

La moda de ordenar, someter y “Tener que”, aunque no sea la adecuada es lo que siempre se ha llevado y a lo que estamos acostumbrados, ¿cómo no así a nuestra infancia? Es todo un trabajo pensar, no someterse ni participar activamente de la repetición.

Partiendo de su motivación y demanda de qué hacer, antes o después surge espontáneamente el querer hacer, que se acompaña y refuerza con el amor de trasferencia.

Pero, ¿qué es esto de la “dificultad social”? Para lograr ser un menor en dificultad social parecen tenerse que cumplir una serie de criterios, a lo DSM (esperando que esto no sea un nuevo trastorno a medicar), como excesiva permanencia en la calle sin supervisión adulta, impulsividad y conductas inadecuadas a su edad, falta de habilidades de autonomía,… A pesar de muchas de estas dificultades prescritas cual prospecto, se observa que muchos de dichos menores socialmente se comunican con destreza, pues en sus casas conviven y se han criado con familiares de diversas generaciones. También poseen capacidades musicales pues mucho del tiempo que pasan en la calle lo pasan bailando,…Si se les escucha y conoce, ellos mismos lo cuentan. Es el caso por caso.

¿Es esto “dificultad social”? ¿Para quién? Hay situaciones difíciles que en ocasiones traen, sin negar ni disfrazar, así expresadas por ellos propiamente y esto es lo importante, lo que surge a través de su demanda, pero el encasillar, colocar y las repercusiones que esto puede ejercer y ejerce sobre los menores este tipo de etiquetas es lo puesto en tela de juicio.

Cuando un niño actúa de modo catalogado con criterios de comportamiento inadaptado, puede haber muchas papeletas de que se hayan secundado en el seno de la propia familia: “Este niño es imposible” “Esta niña es agresiva”. Dicen de ellos, ordenan por ellos. Complicidad inconsciente de un destino de posible cambio, si el sujeto así lo desea, atendiendo a la subjetividad y especialidad del niño y bajo la consciencia de la idea de que, como dijo Lacan: “El niño es síntoma de la pareja parental”.

La Escuela de Padres y Madres, lugar de reflexión y toma de consciencia, además de intercambios transferenciales es uno de los recursos. Algo que ayudaría más allá sería el propio análisis. Hay que apuntar lo más alto posible.

A pesar de que otra de las quejas hacia los menores es que son desobedientes, casi todas las órdenes suelen ser llevadas a cabo, incluso y desgraciadamente, algunas que no parecen ayudar demasiado a los niños, con la finalidad de agradar a ese Otro y obtener ese amor que para el niño es nutricio. Pero los padres y las madres, ni aún con eso, parecen estar satisfechos con sus hijos. Pero si obedecen a casi todo…

Si un niño puede creer que las vacas vuelan, ¿cómo no creer que es malo, agresivo, vago… si el adulto todo poderoso, el más fuerte, que todo lo sabe, le da de comer y del cual depende su vida se lo dice? Como dijo el investigador J. Lubbok “El hombre es responsable de su destino, pero los niños están a merced de quienes les rodean."

Tras el primer round viene el segundo asalto: el etiquetaje en los centros educativos, ese otro Otro tan importante para el infante que les dice socialmente quienes son, cómo hacen las cosas e incluso, en ocasiones, pone en juego ciertas dotes adivinatorias (con o sin test de por medio) al decir a los niños qué serán o no en el futuro.“Este niño es un rebelde” (si se dejara de desear por él…) “Esta niña es una vaga” (pero… ¿cómo son sus padres?) “Aquí trabajáis con lo mejor de cada casa, ¿no?” Realmente sí, pues la infancia es el futuro, por lo que sí es lo mejor de cada casa.

Y para terminar el asalto (ojalá) estos niños se convierten en un trámite o ficha que encajar en algún recurso o varios. Una ficha en “dificultad social” a comentar en algún informe a nivel de porcentaje o dato administrativo.

Algún día lo imprescindible habrían de ser informes de opiniones de los niños, donde lo importante fuera cómo se han sentido en los recursos, actividades, familia…porque son por y para ellos su familia, los centros educativos y sociales y porque desde donde tenemos que construir es desde su demanda, no desde donde los adultos creemos que está lo mejor para ellos.

Para que un niño tenga un buen futuro ha de tener el mejor de los presentes y esto no es sólo el momento actual si no el presente del amor, del juego, la escucha, el “Existes” a través de la mirada. Si se incluyera como trastorno a tratar en el DSM la “dificultad social”, el tratamiento indicado habría de ser amar, jugar, escuchar, motivar, y mirar certificando una existencia. Pues los niños aprenden lo que viven, y si un niño, con o sin “dificultad social” vive con aceptación y amistad, aprende a hallar amor en el mundo.

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LA INFANCIA BAJO CONTROL DESDE UNA MIRADA PEDAGÓGICA
Segundo Moyano*

Para iniciar estas palabras, aclaro que mi posición de partida se sostiene en el campo de las instituciones de protección a la infancia. Por una parte, porque es una de mis áreas de estudio, y por otra, porque durante muchos años he trabajado como educador social en una de esas instituciones. La importancia de la aclaración se articula en torno a la consideración histórica de esas otras infancias (por ejemplo, las acogidas en instituciones de protección) alejadas de los discursos hegemónicos. En este caso, al discurso escolar de la infancia. Es por este motivo, y no otro, que las resonancias al asociar infancia y control no me son nuevas. Es más, algo de un retorno aparece, que rememora las palabras de Jacques Donzelot, cuando ya en los años 70 sitúa a finales del siglo XIX la confluencia de dos concepciones de la infancia. Por un lado, la idea de una infancia en peligro, desprotegida y amenazada; y por otro, una infancia peligrosa que resulta amenazante. Donzelot sostiene que ambas concepciones tienden a diluirse, considerando finalmente a la infancia en peligro como realmente peligrosa.

El siglo XIX (y parte del XX) significa la construcción de un nuevo imaginario social respecto de la infancia, depositándose en ella el anhelo de cambio, la asociación entre infancia y futuro, y la consolidación de un nuevo modelo de sociedad de progreso que deposita las esperanzas en la infancia. El resto del siglo XX se iba a encargar de cercenar algunas de esas imágenes, de alentar otras y de procurar nuevas consideraciones en torno a la atención y la educación de los niños. Como ejemplo sirva que si bien “la escuela liberó al niño” (Lozano, 1994; 93), también la escolarización supuso una “maquinaria de gobierno de la infancia” (Varela, Álvarez-Uría, 1991: 14); por lo que la historia moderna y contemporánea de la infancia está salpicada de contradicciones sociales y educativas, de vaivenes estatutarios de la infancia, y de diferentes ubicaciones del niño en las escenas sociales.

Volviendo a la aportación de Donzelot, parece que es la peligrosidad el sustento amenazante que dispara el ejercicio actual de diferentes dispositivos de control de la infancia: la contención, la medicalización, la judicialización, la criminalización, la evaluación constante… Sin duda, algo de esa dilución señalada por Donzelot se ha traspasado a la consideración actual de la protección y del control. En estos términos, no sorprende ciertos usos de las palabras “protección a la infancia”, donde escuchamos y leemos “protección de la infancia”. Protegernos, exactamente, ¿de qué? Desde una mirada pedagógica, que no estrictamente escolar, se observa una posible malinterpretación del acto de proteger, excesivamente escorada hacia el cuidado y la atención. Es decir, delimitar la posición protectora a la crianza. Ahora bien, circunscribirla sólo a esos elementos, deja a la protección huérfana de propósito. Es decir, crianza ¿para qué? Es posible, entonces, que ese hueco sea terreno abonado para la aparición, el sostenimiento y la profusión del control en sus formas más perversas.

No obstante, no vamos simplemente a ubicar a la educación como parte contrarrestante del ejercicio abusivo del control en torno a la infancia. Si no que, de manera más compleja, convergen diferentes elementos que implican que, ante el vacío que significa tener que preguntarse como adulto qué, cómo y para qué hacer con la infancia respecto de su educación y sus cuidados, lo que surge en la actualidad es una amalgama pseudoeducativa, con tintes de elucubraciones psicologicistas y profilácticas, basada en la, ya sí, completa dilución de la infancia en peligro en infancia peligrosa.

Las incertidumbres propias de la apuesta educativa, el enigma del sujeto de la educación, la sorpresa de los encuentros, son inherentes al ejercicio adulto del acto educativo. Si estos aspectos son reemplazados por la certeza de las necesidades, por la transparencia del sujeto, y por la seguridad de las mediciones evaluadoras y los indicadores científicos, lo que sin duda aparece son instrumentos alejados del compromiso pedagógico de la responsabilidad, la ética y el deseo de educar.

Así pues, en el campo pedagógico, el control se alinea con el sometimiento a propuestas que no vinculan a la infancia con el mundo, sino que viene a dar respuesta “científica” y contundente a la desorientación educativa propia de lo actual, donde el no saber es insoportable, donde la predicción sustituye al porvenir, y donde la clasificación cuasi entomológica (Núñez, 2010) de las infancias permite descubrir antídotos prêt-à-porter.

* Educador social y Doctor en Pedagogía. Profesor del Grado de Educación Social
Universitat Oberta de Catalunya.

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