Lecturas Críticas - Hacia el Forum de Sevilla. María Verdejo, Mercedes Cano Valero.

“REINTRODUCIENDO LA RESPONSABILIDAD DE LA CONDUCTA” (Más allá del control).
María Verdejo

Quiero compartir con ustedes las palabras que una madre produjo como respuesta a las intervenciones que se le pedían en relación a su hija y que me han puesto al trabajo para este tercer foro de la ELP.

En primer lugar y brevemente situaré el momento en el que se produce.

La hija, de 11 años, está en ese momento viviendo durante la jornada escolar en un Hogar funcional, acudiendo al domicilio familiar una tarde durante la semana y el fin de semana. Fue ésta una intervención resultado del trabajo bajo transferencia realizado en el Centro de Día al que la niña acudía.

La menor presenta un TMG y, tanto los padres como ella misma, solicitaron un período de distanciamiento puntual en una época en la que los padres se constituyeron en figuras persecutorias para la menor, produciéndose situaciones de riesgo reales en la convivencia familiar.

En el tiempo de la entrevista comentada, la familia se halla en un contexto de cambio de tutora de referencia en el Hogar funcional y, de posible retorno de la menor al hogar familiar.

Es en el contexto de las entrevista habidas con la madre que ella se descubre respondiendo con una nueva posición para con su hija, posición que la afianza para sostener el retorno de la menor a la convivencia familia.

Marta -nombre supuesto- relata la respuesta que ha podido realizar tras un primer momento de sobresalto tras la llamada que recibe de las educadoras del Hogar.

Le comunican que han solicitado una nueva consulta de psiquiatría para su hija, para valorar que le aumenten la toma de medicación por el desbordamiento que muestra en las últimas dos semanas.

Como respuesta a este “sobresalto”, la madre ha podido responder más allá de la inhibición o la disputa, respuestas que han ido pudiendo elaborar en su propio trabajo personal. Esta madre ha podido ver-se dando un lugar a la subjetividad de su hija en la conversación con la educadora.

La respuesta de la educadora muestra el cambio de paradigma que en el modelo social actual se está realizando en referencia a la interpretación de las conductas de los niños. La educadora interpela a la madre desde este nuevo paradigma: el cambio de la conducta de su hija obedece a una ingesta medicamentosa insuficiente como resultado de su psicopatología, excluyendo el contexto en el que ahora se encuentra la menor, un cambio de educadora de referencia en un tiempo de posible retorno al hogar familiar.

“Ella me dijo que yo ya debía saber que mi hija no está capacitada para asumir las normas sociales, y que la nueva educadora de referencia estaba realizando bien sus funciones, incluso le estaba dedicando una mayor atención.

“No podía hacerme escuchar cuando trataba de decirles que eso era una de las cosas que nosotros hacíamos y que la condujo a lo peor. Que mi hija necesitaba tiempo para las situaciones nuevas y, sobre todo, que cuentan con ella para cualquier cambio”.

“En otro momento –continua diciendo la madre-, yo hubiera arremetido contra el Hogar, pero me contuve, y pensé que lo importante era intentar que mi hija fuese escuchada por la psiquiatra y que ella valorara teniendo en cuenta más cosas que su enfermedad.

“En la consulta, cuando la psiquiatra me preguntó porqué habíamos querido acompañarla, dado que las dificultades no se presentaban en la convivencia familiar, sólo en el Hogar, con el permiso de mi hija, le comenté que ella, mi hija, nos había contado en su última salida con nosotros cómo ella estaba resistiéndose del cambio de tutoras de referencia y que nos había contado que no podía soportar la atención tan especial que esta nueva tutora tenía. Le dije que si tenían que aumentarle la medicación estaba bien, pero que estimaba que también había que considerar algunas circunstancias, porque, hasta ese momento, tampoco su hija había mostrado dicho comportamiento. Después me callé. La psiquiatra pudo introducir este tema en la conversación con mi hija”.

La menor pudo reconocerse en su desbordamiento y dar cuenta de cómo ella estaba contribuyendo al mismo al negarse a hablar con la nueva tutora, y extraer de la consulta que ella misma no había hablado de que no le gustaba tanta atención, que prefería que siguieran como lo hacía la otra tutora, que estaba demasiado enfadada y así ella sabía que no podía hablar. Se propuso una solución intermedia, ofreciéndole el auxilio de un fármaco puntualmente para reducir la angustia que la nueva situación le provocaba y así ver si ella podía encontrar una manera de hablar con la tutora nueva.

“Al salir de la consulta –sigue contando Marta- me sorprendió favorablemente mi hija. Nos dijo que ella sabía que las medicinas son importantes, pero que ella no es las medicinas, las medicinas la ayudan, pero lo que le ocurría no era una cosa que se solucionaba sólo con medicinas. Que eso lo había aprendido con su terapeuta en el Centro de Día. Se las tomaría para poder estar más tranquila y poder así hablar sobre eso que le estaba pasando, porque ella se había dado cuenta de que tampoco se encontraba bien así en el piso. Ella había aprendido que cuando ya estaba así de alterada, a veces era mejor tomar una medicina que la permitiera parar, y cuando encontrara la manera de resolverlo, volvería a ver a la psiquiatra para hablar de ello.

“Me doy cuenta de que yo he cambiado. Ahora puedo escuchar a mi hija, saber que cuando ella se altera no es ni un capricho ni el resultado de una enfermedad. Yo antes actuaba como la educadora, no la escuchaba, sólo quería controlarla. Pero no es de control de lo que se trata, ni del de ella, ni del mío. He aprendido que mi hija no es la enfermedad, es una persona a la que le afectan las cosas, aunque quizás, ella tenga una manera diferente de decirlo”.

Esta madre, con su testimonio, nos descubre de los efectos que están en la otra cara del control de las conductas, esto es, del vaciamiento de la capacitación del sujeto para interpretar su propia experiencia vital más allá del organismo que la mantiene con vida.

“Soy más que las medicinas” ha podido servirle, entre otras cosas, para retomar el lazo con su nueva tutora y retomar la vida cotidiana en el Hogar

El efecto de este vaciamiento de responsabilidades abre las puertas a la posibilidad de una nueva forma de desamparo o amenaza para las infancias contemporáneas.

La biologización de la conducta humana abre las puertas a la reedición de un Ideal ya conocido: la prevención. Concepto que despliega una nueva forma de higienismo social, nuevos imperativos de salud y de adaptación conductual. Reduccionismo ilusorio que no es más que una idea, como todos sabemos gracias a Freud, las ideas generan ideologías con sus inevitables adhesiones, creencias y profesiones de fe, y recordemos, los adeptos la eligen no por su valor espiritual sino por sus ilusorias promesas, perdiendo así la capacidad de pensar por sí mismos.

En este caso, es la palabra de los padres la que puede contribuir a dar un espacio a su hija más allá de una supuesta organicidad en la lectura de su conducta. Ellos ahora, pueden mirar y apostar su escucha al servicio de la subjetividad, tanto la de de su hija como de la suya propia.

"Soy más que las medicinas" es la invención que esta niña sostiene para hacerse responsable de sus actos haciendo un buen uso de la medicación y retomar el lazo con su nueva tutora, reiniciando el ciclo de vida en el que se encuentra.

Quisiera cerrar el texto con las palabras que inician la película, V de Vendetta:

“Nos dicen que recordemos los Ideales, no al hombre. Que un hombre se puede acabar, lo pueden detener, pueden matarle y pueden olvidarle; pero, trescientos años más tarde, los Ideales pueden surgir cambiando al mundo. Yo he visto con mis propios ojos el poder de los Ideales, he visto matar por ellos y morir por defenderlos. Pero, no se puede besar un Ideal, ni tocarlo. Los Ideales no sangran, no sufren, ni tampoco aman. No es un Ideal lo que yo echo de menos. Es un hombre, un hombre al que nunca olvidaré”.

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UN TRABAJO SIN DERROTA

Mercedes Cano Valero, enfermera de la Unidad Infanto-Juvenil de Cádiz, lleva 26 años atendiendo a niños en dispositivos públicos. En 1981 formaba parte del llamado Centro de Diagnóstico y Orientación Terapéutica de Higiene Mental Infantil, para posteriormente incorporarse desde sus inicios a la Unidad Infanto-Juvenil. Refiere que le marcó de manera muy especial en sus comienzos la posibilidad que tuvo de trabajar con un psicoanalista porque le permitió introducir otra visión. Amante del mar, utiliza el doble sentido de un término marinero “derrota” para describir su trabajo de todos estos años, “inicié mi trabajo sin derrota”, sin una línea trazada en navegación para trasladarse de un lugar a otro. Creo que en esta expresión que nos regala podemos encontrar una muy buena respuesta a la infancia bajo control.

Carmen Campos, responsable de la Biblioteca de Orientación Lacaniana de Sevilla, conversa con ella en la siguiente entrevista.

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En estos años de trabajo ¿has podido observar una evolución en los modelos de intervención?

Hace 25 años los niños eran atendidos por neuropsiquiatras con formación en adultos. Más tarde, con la reforma psiquiátrica, se intentó introducir un modelo de atención más psicológico–social con un equipo multiprofesional, pero en la actualidad vuelve a imperar el modelo biologicista.

Siento profundamente el escasísimo tiempo y los pocos recursos de los que disponemos. Ya sea por la exigencia y angustia de los padres, de los profesores y maestros, de los “miedos” propagados por los medios de comunicación y los programas de formación sanitarias, lo cierto es que, cada vez más, los niños y sus padres acuden a demandar más y más medicamentos para no pensar, pues la inseguridad que todo ello les produce es enorme. Por eso creo que, cada día, se crean, mantienen y controlan de forma alarmante cientos de pacientes y nunca hay tiempo para los más graves y las demandas se cronifican y perpetuán de por vida.

A veces me pregunto por lo que estamos haciendo. Nos estamos quedando sin tiempo para escuchar al niño. Se habla “por” el niño y no “con” el niño. Nos perdemos en coordinaciones entre Salud, Servicios Sociales y Educación, repetimos actuaciones, rellenamos papeles, informes, escalas y hojas de evaluaciones… Y todo ello sin un sentido preciso para los padres y para muchos profesionales. Se realiza un abordaje defensivo, con escaso tiempo y mucha burocracia.

Pero lo cierto es que el niño necesita un espacio propio para poder permitirse dejar suelto ese hilo invisible y silencioso del cual suave y respetuosamente podamos tirar, ya sea mediante el juego, los dibujos, la entrevista con sus padres, etc.

En último Congreso Nacional de Enfermería de Salud Mental, celebrado hace escasamente un mes con la participación de más de 600 profesionales, se vio claro que este colectivo persiste y continúa apostando por un modelo social y de escucha del paciente. Lo que más se repitió en el Congreso fue: “dedicarnos más al paciente y menos al psiquiatra”.

¿Crees que han variado las demandas de atención en relación a diferentes diagnósticos a lo largo de estos años?

Los diagnósticos cambian pero los problemas permanecen. La industria farmacéutica crea riqueza y esto ha sido aceptado con gran peso por el Sistema Sanitario en general y la Psiquiatría Infantil no se libra de todo esto.

Sabemos que los diagnósticos son un convencionalismo para dar nombres a los problemas, pero cuando se convierten en un fin en sí mismo todavía se crean más problemas.

Sus consecuencias por tanto son un mayor control y el ser precipitadamente diagnosticados y medicados por TDAH o por problemas de conducta.

Hace años se diagnosticaban mucho las famosas “Disfunciones Cerebrales”, un cajón de sastre para todo aquello que se desconocía. Ahora son los “Trastornos de Conducta” los que van en aumento estadísticamente cada año. Los menores se han convertido en un grave problema social, cuya consecuencias trascienden a las propias familias, para recaer en el vecindario, la escuela, el sistema sanitario o los Tribunales de Justicia. En palabras del Defensor del Pueblo y del Menor de Andalucía, que es bueno que esté en el Forum, “los poderes públicos se han mostrado incapaces durante años, no solo de reconocer la importancia del problema, sino, de ofrecer respuestas eficaces al mismo” (Informe sobre menores con trastornos de conducta en Andalucía 2007).

Entonces, ¿te parece que se abusa de determinados diagnósticos o piensas que se dan determinados problemas de forma casi epidémica en la infancia?

En el caso de los niños hiperactivos esto se pone más claramente de manifiesto. Hay mucha facilidad para este diagnóstico, vienen con él puesto desde la escuela, o acuden ¡porque creen que lo pueden llegar a tener con dos años de edad! Los propios padres y sus pediatras piden control y seguimiento, o saben que pueden rellenar las escalas y conseguir el ansiado estimulante para estudiar y no molestar en clase.

En mi Unidad somos conscientes de esto. La medicina ayuda, no cura, pero este diagnóstico podría estar convirtiéndose en casi epidemia, como con los Trastornos de Conducta, la palabra está en la calle y esto le da forma y demanda.

Como diría el psiquiatra J.L. Pedreira, “el TDAH se constituye, como ante otros cuadros, en un paradigma de globo hinchable, que puede tornarse inmanejable si no se hace con rigor científico, mente y sensatez crítica y prudencia profesional.” Coincido en su concepción de la generación Concerta, o generación Strattera, no sabemos el impacto que causará y es muy preocupante.

La hipermedicalización y la práctica generalizada de la medicina defensiva deben ser analizadas desde la ética. Supongo que de estos temas se hablará en el Forum de Sevilla.

Los niños que atiendo llegan, en su mayoría, tras un proceso diagnóstico y un juicio clínico y, a veces, tras algunos años de tratamiento. También llegan muchos con indicaciones precisas de lo que tengo que hacer… Cuestiones que, por supuesto, “no discuto”. Pero lo que sí hago es mi propia valoración, en la que priorizo siempre la relación que puedo llegar a tener con el niño y la familia desde la confianza y el respeto. Si esto no lo consigo, los cambios siempre son más difíciles.

Creo que esta oportunidad que me brindas también es el lugar para comunicar que nunca, en ningún momento, he mirado y me he relacionado con el niño como si estuviera enfermo sino como un sujeto que sufre de forma particular. Estoy segura de que esto lo aprendí, casi sin darme cuenta, del psicoanálisis y me ha ayudado mucho más de lo que soy consciente. Inicié mi trabajo sin derrota alguna, en el sentido marinero y también en no dejar de luchar, sin guías, sin maestro buscando un espacio para mí y para el niño.

Tu formación ha sido muy variada y práctica ¿qué te parecen las aportaciones del psicoanálisis lacaniano?

Cierto, mi formación ha sido muy variada. Mi aprendizaje ha sido muy práctico y sobre todo personal. He leído, estudiado y recibido gran variedad de conocimientos, pero entre ellos nunca he dejado de leer psicoanálisis. Creo que el psicoanálisis abrió el espacio de la escucha, nos sitúa frente a sujetos, no ante trastornos y síntomas tratables, también a la posibilidad lógica de que todo no puede resolverse.

No es casualidad que, desde hace muchísimos años, la cita con la que he iniciado los cursos de formación que he dado sobre Salud Mental Infantil, sea una frase de Maud Mannoni: “Un síntoma no necesita ser suprimido, es preferible comprender su causa inicial, lo que el niño intenta decir con ello de forma ruidosa en un lenguaje sin palabras”.

Considero que la parte más enriquecedora de este enfoque, es que en lugar de buscar una normativización conductual o en lugar de tratar de obtener niños "en serie", todos estudiosos, obedientes, deportistas, con habilidades sociales, propone que la propia persona sea fiel a su deseo y pueda interiorizar las normas, los valores culturales como una herramienta más de su desarrollo y no como un ideal al que debe llegar por fuerza. Defiende una ética que respeta al niño y al adolescente, con su estructura familiar y personal pero asumiendo siempre que hay algo irreductible, que le hacen único, distinto al resto.

Sé que te has interesado por participar en el Forum que se realizará próximamente en Sevilla, ¿podrías darnos algún argumento por el que crees interesante para los trabajadores de la Salud Mental acudir a este evento?

En mi opinión el argumento principal tiene que ver con lo mencionado anteriormente del componente ético. El Forum tiene como bandera precisamente denunciar el control al que la población infanto-juvenil se ve sometida desde diversos sectores sociales: el educativo, el familiar y, por supuesto sirviendo a los anteriores, el terapéutico.

Los profesionales funcionamos en numerosas ocasiones como agentes de control social, lo queramos o no, nos demos cuenta o no. Tendemos a justificar ese rol aludiendo a nuestras buenas intenciones, a nuestro afán de ayudar antes que de hacer daño. Lacan combatió durante toda su enseñanza contra esa ética de las buenas intenciones y valoró la ética de las consecuencias, de las responsabilidades, justamente porque respondiendo de nuestros actos podemos asumirlos como propios, en algunos casos, enmendarlos y mejorarlos. El control que en la actualidad se ejerce sobre la infancia roza lo paranoico y su base, su justificación, precisamente está en ampararse en las buenas intenciones.

Es muy cómodo ser curador y cuidador, porque nuestra sociedad produce cantidades increíbles de enfermedades, el problema está en que reproducimos los intereses de nuestro grupo profesional o del sector sanitario en general y poco hacemos para cambiar las relaciones de poder que generan las enfermedades.

El poder se asocia a la capacidad de ejercer una acción represiva, pero yo propongo hablar de poder en términos de ejercicio de relaciones, con una influencia positiva, como profesionales en contacto directo con los niños y sus familias. Para bien o para mal lo ejercemos.

Poniendo énfasis en estas circunstancias, haciéndolas aún más visibles, se facilitará que los profesionales tomemos responsabilidad respecto a esto, lo cual conllevaría una toma de decisiones basada más en el deseo de preservar el deseo del niño.

Me gustaría añadir un último argumento por el que este evento interesa a los profesionales de Salud Mental: el Forum nos va a permitir, a los que estamos acostumbrados a escuchar las mismas reflexiones y consecuencias lógicas una y otra vez, pensar de otra forma, ver nuestra realidad desde una óptica diferente.

La verdad no puede ser jamás universal, imponer algo así es establecer un dogma inflexible propio de fanáticos, la verdad por tanto es siempre singular e individual. El afán cientificista, que busca una única verdad universal en números e imponerla a todo el mundo, genera eso que se ha llamado "pensamiento único". Y dentro de ese pensamiento único estamos inmersos e intentando sobrevivir los profesionales.

Es por ello que este Forum puede darnos un aire refrescante y ayudarnos a hacer ciencia de la buena, la que nos ayuda a comprender mejor el mundo respetando y utilizando los pensamientos minoritarios que son, al fin y al cabo, los que siempre han posibilitado el progreso.

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