El saber como gadget

Aprendemos que el acceso a lo real no se hace más que por la letra. En ese campo de Alteridad del goce, a su vez, la Ciencia se hizo presente a partir de Galileo, cuando, nos recuerda Lacan1, al definir la velocidad como relación de espacio y tiempo, creó pequeñas relaciones de letra a letra con una barra en el intervalo. El avance de la ciencia se da, desde entonces, en ese circuito de las letras, manteniéndose de ese modo, a nivel de la lógica y no a nivel del Otro. Eso se realiza a costa de un vaciamiento de sentido, en la medida en que las letras traen en sí mismas una identidad, lo que les es propiamente característico.

Nuestros tiempos añaden a eso, de modo cada vez más agudo, los efectos del avance del discurso del capitalismo y su alianza con la ciencia, sobre todo con la técnica.

Nos acostumbramos a localizar los efectos de dominancia de ese discurso en la perspectiva de la diseminación de los objetos, de los gadgets, objetos de consumo, frutos de esa alianza, capital y ciencia, que taponan la división del sujeto. Podemos verificarlos también, en la perspectiva de las relaciones con el saber. Algunas de esas vicisitudes, son lo que nos presenta Garcés2 en su texto.

El matema del Discurso del Capitalismo muestra que entre S1 y S2 no existe ya un intervalo, una hiancia, por la que el sujeto ahí representado se precipitaría en su caída como objeto. Lo que tenemos es un circuito autónomo de las letras, disjunto del sujeto que, en ese discurso, está en relación directa con el objeto, en una especie de “holofraseamiento” de S1S2. El saber ya no es, entonces, aquello que se articula, no produciendo ningún efecto de verdad. Simplemente se impone por la metonimia de las letras.

El advenimiento de Internet nos trajo además el desbordamiento de los números. En la era de los petabytes, hay una avalancha de datos y estadísticas, a los que nos tenemos que someter, de forma absolutamente agnóstica, sin ninguna implicación subjetiva, ajenos a cualquier articulación de sentido. Las letras, los números, los datos y las estadísticas hablan por sí solos, son evidencias.

En el mundo basado en la evidencia, la información deforma al saber, transformándose también en una imposición al consumo.

Ante la posverdad, para atravesar la servidumbre a estos imperativos y su destructividad, lo mínimo que podemos hacer es hablar, relanzar el inconsciente como política, convocando los significantes y su capacidad de reinsertarnos en nuestra división, restaurando el estatuto de la pérdida.

Traducción del portugués: Araceli Teixidó (Autorizada por el autor).

 

Notas:

  1. LACAN, J. “La Tercera” en Intervenciones y textos 2. Buenos Aires: Manantial, 1988 págs. 73-108.
  2. Garcés, M. Nueva ilustración radical Nuevos cuadernos anagrama. Barcelona, 2017.