Crónica: "Nuevas formas de lo femenino hoy. Conferencia de Marie-Hélène Brousse". Manuel González Pedraza (Málaga)

“Nuevas formas de lo femenino hoy”, Marie Hélène Brousse quiere, con esta conferencia, dar cuenta de las nuevas formas de lo femenino en la actualidad. Nos describe tres formas, tres soluciones femeninas, frente a lo que son las dificultades de la vida sexual y amorosa.

Nos recuerda la afirmación freudiana de las muchas dificultades que plantea la vida sexual entre hombres y mujeres. A lo que viene a añadirse la fórmula lacaniana de que no hay relación sexual que se pueda escribir. Afirmación que hizo por primera vez en Italia (Milan) y que tanto asombro produjo.

En la actualidad esta afirmación es cada vez más patente. Lo que Lacan quiere decirnos es que no hay relación sexual que pueda escribirse, que tenga la posibilidad de formalizarse dentro del campo de la ciencia.

La creencia de la relación sexual entendida como algo biológico entre hombres y mujeres necesita la univocidad del Nombre del Padre.

Pero la clínica de los seres hablantes muestra todo lo contrario, hasta el punto de que hoy en día es una evidencia lo que no quiere decir que la fórmula lacaniana sea entendida.

Antes de hablar de tales nuevas formas de lo femenino va a distinguir y precisar los conceptos y la diferencia entre “relación” y “lazo”, conceptos estos ya desarrollados por Lacan.

Si la relación pudiera escribirse el lazo, el discurso, no sería necesario. Pero no sucede como en el mundo animal. En el campo de la relación la sexualidad entre los sexos puede escribirse. Es lo que sucede en el mundo animal. Pero si estamos en el campo de lazo o discurso no se puede.

Lacan dice en el Seminario XVIII que es dentro de un discurso que siendo hombres y mujeres hay que hacerse valer como tales. Es necesario pasar por el discurso.

Esta oposición entre relación y lazo va a declinar en otras escrituras en tanto que no se puede escribir una relación lógico-matemática sexual. Para los humanos es el objeto de un decir y constituye, en tanto que significación imposible, el fundamento de todo sentido. Se puede decir que el sentido sexual es otra manera de hablar del inconsciente. Pasa a ver las soluciones subjetivas femeninas que se alcanzan, en estas coordenadas de lo sexual, en un sentido de discurso y no como algo natural o biológico. Lo sexual no es medible para el que habla.

Todas estas soluciones hay que pensarlas como rodeando o tratando de solucionar este vacío central que hay en la sexualidad humana, lugar donde no se puede escribir la fórmula justa de lo sexual en el ser hablante.

Entonces, las soluciones sexuales del lado femenino vienen como suplencia de esta vacío central.

De ser animales no existiría tal vacío. El animal no necesita de tales soluciones porque tienen un funcionamiento biológico que le proporciona el instinto. Instinto que le da las soluciones adecuadas en el momento adecuado. En este caso, de hablar, nada. Pero no ocurre así en el mundo de lo humano, en el caso de los seres hablantes, que necesitan hablar un poco para poder acceder a la vida sexual.

De las tres soluciones que Marie-Hélène Brousse va a referir, la primera la denomina “Astucia”. En este apartado va a hacer referencia al Emilio de J.J.Rousseau centrándose en comentar el apartado donde éste se centra en la cuestión de la educación ideal y donde se pregunta qué mujer para Emile, sino una mujer perfecta en tanto que se trata de un hombre perfecto.

Pero este autor ve el problema de que las mujeres tienen un defecto fundamental de entrada, y es que para ser el complemento adecuado de un hombre adecuado, él señala que las mujeres no tienen límite en el campo de su apetencia sexual y pueden acabar con el hombre por medio del agotamiento. Rousseau ve que en el mundo animal sí existe tal límite pero que no es así en la mujer. ¿Cómo educar entonces las mujeres? Es la pregunta del autor. ¿Cómo ponerles límites?

Comenta Marie Hélène Brousse varios ejemplos extraídos del mismo Rousseau en lo que se evidencia cómo ante la ley el sujeto varón se enfrenta mientras que la niña consigue, mediante un interesante recurso, transgredir la ley sin enfrentarse a ella.

La niña introduce un dialogo que le permite tal operación, consiguiendo lo que desea sin tener que pedirlo. De este modo no se confronta con la ley y consigue lo que quiere eludiéndola astutamente. Sin enfrentarse, pues, a la ley de los adultos de “no se debe pedir” obtiene lo que desea.

Pone otro ejemplo contemporáneo, la relación niño-niña en el que se aprecia el mismo mecanismo de la astucia. Apropiándose de las palabras y afirmaciones de los adultos, en tanto que ley universales, y tomándolas a su cargo hace surgir otra dimensión, sin llegar a enunciarla, pudiéndose así demostrar que “el para todos” no existe a la vez que produce un acto que es el signo de un niño distinto de todo: ella misma. Se pone así de manifiesto el hecho de que el deseo siempre estará marcado por la competencia del objeto y de que siempre será un deseo singularizado.

Esto es lo contrario de lo que afirma la ley general del “para todos”. A este tipo de solución lo va a llamar Marie-Hélène Brousse “la astucia”, porque se trata de un acto que no pone en cuestión la ley universal “para todo x fi de x”. No la pone en cuestión sino que más bien se apoya en su formulación dándole otro contexto desde donde se devela tal ley como ficción, como un ideal que no funciona en tanto que tal, reproduciendo bajo la forma de su acto una dimensión ignorada por esta misma ley. Se tata en el caso de la astucia de utilizar la ley contra ella, poniendo en juego su deseo como singular, bajo una forma silenciosa, sin decirlo. La mujer va aquí a utilizar la ley para hacer surgir de la ley, hecha para controlar lo singular, lo sin ley del deseo.

Es, pues, esta una solución que implica la astucia; implica un saber sobre la falta, una aceptación del no tener. Por eso es femenina. E implica una utilización de la palabra que borra la posición singular del sujeto que sigue no dicho. También implica un manejo de la falta en el otro de la ley del lenguaje y apunta a lo que la ley no cubre. Es decir, que supone una familiarización con la función de la castración. Son estas unas soluciones antiguas que llevan la marca de la histeria.

Da aquí va a pasar a comentar otros ejemplos en los que la identificación a la princesa y a la mascarada femenina se vienen abajo, poniendose de manifiesto que la mujer ya no siente interés en el “todo hombre”. Aquí se aprecia cómo la astucia tiene que ver con la castración: “Para todos la castración”. Por medio de la astucia se recupera algo que está más allá de la ley edípica. Son casos en los que se pone de manifiesto que mediante recursos inapreciables, y dentro de la ley, la mujer puede dar cabida a lo fuera de la ley, sin enfrentarse a ella, poniendo al lado de su acto su propio ser, que está fuera de la ley, de un modo legalizado.

En otro caso, Marie-Hélène Brousse pone de manifiesto como una mujer muy respetuosa en lo que se refiere a la ley patriarcal e incapaz de salirse de ella, se da cuenta que, de modo inconsciente, ha colocado algo, en la nominación de sus hijos, de su propio linaje. Coloca aquí, entonces algo de una transmisión de lo femenino, algo suyo por medio del artificio de la utilización de una letra muda, intercalada en los nombres de sus hijos, una filiación paralela, silenciosa, no refrendada. Una nominación invisible que formaba parte de los medios de reproducción, sin que este rechazo constituyera una puesta en cuestión del Nombre del Padre. No se puede decir que sea un deseo “fuera de la ley”, pero sí un deseo “en la sombra de la ley”, “a pesar de la ley”.

Una segunda solución femenina diferente a la de la astucia -dice Marie Hélène Brousse- es la del estrago.

Ilustra aquí también con un caso esta modalidad femenina. Se trata de una mujer que, tras muchos años de soportar una relación muy dolorosa con un hombre, antes de dejarlo le informa que el hijo, a quien tanto ama, no es suyo. Llamó a este ejemplo un suave caso de Medea. En este caso, el niño es la objeción silenciosa al estrago de la elección de este hombre que va a concluir con un claro ataque a este lazo simbólico que regla la transmisión, la producción de los hijos.

Al contrario de la solución “astucia” la elección del estrago ataca el valor fálico del objeto para el sujeto y funciona disociando los objetos, disociando el objeto a de su valor fálico. El estrago es una mortificación del falo donde el imperativo superyoico de goce es más fuerte que el deseo y su causa.Este imperativo viene a ocupar el ideal del yo.

El estrago es, en cierto sentido, una cierta manera de empuje a la mujer que ataca el orden simbólico. Para Lacan -dice- es claro que el estrago es una solución femenina a lo que del real del sexo no es saturado por el discurso para enfrentarse con el vacío de la relación sexual.

Una tercera solución la tenemos –dice- en “el rapto” o “arrebato” que, entre otras acepciones similares, destaca las de “placer extremo” o “desvanecerse de placer”. Sería la tercera solución femenina al lazo social.

Recuerda la tesis de Lacan de que la mística es lo que no se puede decir. La solución arrebato responde a este punto de imposible de decir. Aquí se refirió al caso de una mujer, Marie Trinité, analizante de Lacan, que tuvo una experiencia mística. Refiere que Lacan va a insistir en que no se trata aquí de liberar a esta mujer de este lazo místico con Dios, sino que de lo que se trata es de descubrir qué es o que ha hecho obstáculo a este vínculo, qué es lo que ha hecho de este lazo una relación patógena. Lo que pretende Lacan es permitirle realizar, llevar a cabo dicho lazo, con libertad.

Para Lacan lo que vuelve patógeno dicho lazo, es el voto de obediencia que va a suponer para esta mujer desarrollar toda una serie de temas relacionados con la dependencia, lo que le va a impedir vivir este lazo místico con Dios con libertad y de un modo totalmente satisfactorio.

No parece que esta solución del arrebato tenga que ver con el orden del inconsciente pues toca al ser todo y entonces no releva totalmente del “para todo” universal. Tampoco se apoya del todo en el lado fálico del objeto a.

Es por lo que si en el caso de la astucia o el estrago las soluciones tienen que ver con la neurosis, en el arrebato parece estar más bien del lado de la psicosis. En este caso se puede ser neurótico o psicótico. Se trata, pues, de una solución transestructural. Estructuralmente hay varias soluciones místicas. Puede haber misticismo del lado de la estructura neurótica y tambien del lado de la estructura psicótica. Y quizás también del lado de la estructura perversa. El arrebato apunta, pues, a aquello que de la mujer no se puede decir, lo que queda fuera de discurso.

Si las dos primeras soluciones tienen que ver con el universo del discurso, de lado de lo social, la tercera no necesariamente tiene que ver con el lazo social; está fuera de discurso.

Refiere que los místicos parece que tienen una relación electiva con la escritura. El encuentro que no se puede decir parece que a veces puede escribirse. Los textos místicos vienen a testimoniar de lo que no se puede decir. La relación sexual no se puede decir, pero sí se puede escribir, en cierto modo, la relación con Dios.

Marie Hélène Brousse terminó esta conferencia con un comentario sobre la última película del director Tarantino donde va a poner de manifiesto una fórmula moderna de la solución femenina del “arrebato”. Aclara ser un ejemplo más del lado de la neurosis.

Si lo que no puede escribirse puede decirse en la astucia y el estrago, bajo la forma de un discurso que tiene un sentido sexual, el arrebato tiene que ver con lo que de lo femenino no se puede decir en términos de un “para todo”. Aquí es un vacío del cuerpo que intenta escribirse, que se escribe y transforma la falta en una forma de soldadura. Se trataría de poner, en el lugar de la relación que no hay, una soldadura, algo que pegue.

En la “astucia” no es sin la ley, pero es fuera de la ley, fuera de la palabra, fuera del discurso. Por medio del silencio.

El “estrago” lo es por medio de la destrucción.

El “arrebato” lo es por medio del vacío corporal y de lo invisible.

Son, pues, las tres soluciones de lo femenino dentro del campo del discurso.