Crónica: Presentación del libro “La Transferencia, de Freud a Lacan”, de Santiago Castellanos, (Pomaire 2012). Alberto Estévez (Madrid)

El pasado viernes 15 de Febrero tuvo lugar en la sede de la ELP de Madrid y dentro de las actividades que dirige la Biblioteca de Orientación Lacaniana de Madrid (BOLM) la presentación del libro “La Transferencia, de Freud a Lacan”, un trabajo del psicoanalista Santiago Castellanos.

El acto contó como invitados con los psicoanalistas Vicente Palomera y Gustavo Dessal, además de la presencia del autor; coordinando el encuentro y en representación de la Biblioteca la psicoanalista Sagrario Sánchez de Castro abrió el acto rescatando la dimensión de la sorpresa que acompañó al concepto de transferencia en su surgimiento histórico, indicando amor y saber como términos de su modus operandi, aprovechó para recordar una definición de Lacan: “La transferencia eficaz es en su esencia el acto de la palabra”.

Gustavo Dessal comenzó destacando el esmerado orden con el que este concepto central de la teoría psicoanalítica había sido tratado por el autor del libro, lo cual lo convierte no sólo en una obra muy eficaz para los psicoanalistas, también es un libro que las personas en proceso de formación pueden agradecer ya que ofrece textos fundamentales sobre el concepto.

Gustavo Dessal, como se citó en la introducción, recordó que la transferencia es uno de los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, un instrumento clínico clave en la cura, y en su concepción, una demostración de la posición subjetiva de Freud que Lacan señaló como el coraje, el que hace falta para seguir soñando ante la visión del fondo de la garganta de Irma, coraje asimismo que lo lleva a hacerse cargo de Anna O. cuando Breuer sale huyendo. Probablemente, como indicó Gustavo, en la distancia que puede establecerse entre creer en el amor, creer en el amor de transferencia, y creérselo, encontremos alguna clave. No hay duda de que Freud creía en el amor de transferencia, pero no se lo creyó. Hablamos de un amor que no se distingue del amor fuera de la experiencia analítica, se trata de un amor verdadero aunque pueda ejercerse en el engaño. Sin embargo, sí hay una diferencia entre ambos amores; mediante la transferencia el sujeto puede acceder a eso real que el amor vela por estructura.

Para terminar su intervención, Dessal compartió con los presentes algo que él mismo no termina de encontrar en la enseñanza lacaniana de manera específica y que tampoco encontró en el libro que hoy nos ocupa, se trata de una clara distinción entre transferencia y repetición. Desdobló la repetición freudiana como repetición de los fantasmas edípicos, de la repetición lacaniana, que gira alrededor del concepto de objeto a y del cierre del inconsciente y remató su alocución con la elocuente cita del propio Lacan: “si la transferencia finalmente es repetición es repetición siempre de un mismo fracaso”.

Tomó entonces la palabra Vicente Palomera enfatizando el duro hueso de roer que constituye el concepto de transferencia, aludió al particular ensamblaje que observaba en el estilo de Santiago Castellanos a la hora de plantear las piezas sueltas que el propio concepto plantea. A partir de ahí se detuvo en el capítulo titulado en el libro “La Transferencia y la Pulsión”.

Primero llamó la atención sobre un enunciado: “la transferencia es la puesta en acto de la realidad sexual del inconsciente”. Lo que se pone en acto en la transferencia es la pulsión, esta es la realidad sexual del inconsciente, la pulsión que en silencio maniobra para obtener un complemento del otro, así espera el sujeto curarse, liberarse, en suma, de su falta en ser. No obstante, el otro que supone la pulsión tiene que encarnarse, esto mismo cuestiona los análisis a través de tecnologías como “Skype”, la pulsión en la transferencia trata de obtener del otro una satisfacción, una satisfacción del ser: ser visto, ser oído, pero la pulsión no pide, se impone a la vista del otro, no pide porque es silenciosa, no pide el consentimiento del analista; roba, no ruega.

A colación de este desarrollo Vicente Palomera recordó la anécdota que Strachey, analizante de Freud, siempre contaba de su análisis con él, anécdota en la que la intervención de Freud no responde a la fascinación por el otro del significante, sino que apunta a la pulsión: “no sea tan voraz, ya hay suficiente”. Una interpretación memorable que la propia Strachey siempre relataba. Un ejemplo que permite retomar ese “no creerse” el amor de transferencia que señalaba antes Gustavo Dessal en la persona de Freud, un amor que encubre la pulsión de transferencia; la cuestión por tanto sería cómo dirigir este amor hacia la pulsión en lugar de hacia el saber, es lo que oportunamente nos muestra la anécdota, en definitiva, poner la pulsión en el centro del debate de la transferencia.

Santiago Castellanos, invitado por la coordinadora a tomar la palabra, agradeció ambas intervenciones y confesó que el libro era producto de su trabajo de enseñanza a los alumnos del NUCEP, en ese sentido responde a la lógica de la transmisión.

Añadió que el leitmotiv de esta obra reside en su parte final; la repetición, la pulsión, el final del análisis, aspectos que reconoció tenían que ver con su análisis personal; es esa parte final del libro la que sigue planteando interrogantes, el goce en juego tras las palabras, la pulsión en definitiva, que sirvió a Lacan para ir más allá de Freud en este intrincado tema de la transferencia.

La mesa cedió la palabra a una concurrida asistencia que se interesó vivamente por las cuestiones planteadas dando lugar a un animado debate.