Crónica: “El triunfo planetario del discurso capitalista. Consecuencias subjetivas de la instauración del estado de malestar”*. José Alberto Raymondi (Madrid)

Bajo el titulo: “El triunfo planetario del discurso capitalista. Consecuencias subjetivas de la instauración del estado de malestar”, Luis Seguí, nos llevó por senderos históricos que se remontan a 1847, cuando Marx y Engels redactaron el “Manifiesto del Partido Comunista”.

Tal recorrido, impactante y directo, nos introdujo rápidamente en el contexto de una realidad social y política en donde la lucha de clases, la organización de las menos favorecidas, el desarrollo exponencial del capitalismo y sus respectivas consecuencias en la vida cotidiana de las familias y comunidades de los diferentes países que impulsaron este cambio en el mundo, se dejó entrever desde los primeros minutos de su exposición.

Tal camino histórico fue siguiendo un itinerario donde lo que se sostenía en el Manifiesto Comunista a mediados del siglo XIX se hacía patente en los Estados Unidos de América, en el continente Europeo y luego en cada uno de los países que siguieron el curso de lo que parecía indetenible, en términos no sólo históricos, sino fundamentalmente políticos y económicos: el capitalismo y el libre mercado.

Sin embargo, rápidamente y advertido por el discurso psicoanalítico, Luis señalaba que la tesis de Marx y Engels en su concepción progresiva y lineal de la historia, no estaba destinada a seguir un curso de progreso indefinido, ignoraban que la historia es “ese lugar donde lo reprimido retorna”. Lo que sí se erigía como una conclusión a mantener de la tesis expresada en el Manifiesto, es que la lucha de clases es el motor de la historia. Y aunque pueda ser una tesis a debatir desde diferentes ámbitos del saber, Luis nos condujo por esos senderos y nos demostraba que la lucha social y de clases, era lo que permitía hacer obstáculo a un devenir, avasallante, de un capitalismo que gradualmente se fue haciendo hegemónico y triunfante, como ya anunciaba en el titulo de esa noche.

Conocer y repasar los distintos eventos que fueron “marcando” la dialéctica del devenir histórico, se nos hizo imprescindible a la luz de la argumentación en la que nos guiaba el ponente. Una pregunta surgía silente de escucharle: ¿Adónde nos lleva con este énfasis en la lucha de clases, el papel de los sindicatos en el mundo, su surgimiento, sus acciones sociales, sus reinvidicaciones? Y paralelamente se insinuaba, a medida que avanzaba en su exposición, que la respuesta no era explícita, sin embargo, estaba presente desde el inicio mismo de su recorrido. El desarrollo industrial crecía, el orden capitalista conquistaba más y más espacio, el mercado y el consumo dominaban simultáneamente la vida y prioridades de los sujetos. Este “darwinismo social” citado por Luis, se encontraba con una resistencia, un punto en la cadena de ascenso de ese sistema que se proponía colonizar todos los espacios de la vida pública y privada de lo social. Si ese triunfo planetario no se instaló antes, en la versión que lo conocemos actualmente, se debió, -así se insinúa en la presentación-, a esa “lucha” que ofrecía resistencia a un devenir que insistía en imponerse. La estratificación social, la lucha de clases, no han sido las mismas desde su surgimiento, han ido variando sus composiciones a lo largo de la historia hasta nuestros tiempos, lo que ha permanecido invariable, ha sido y son, los intereses enfrentados entre “dominados y dominantes”, “gobernados y gobernantes” “empresario y empleados”, diversas categorías que dan cuenta de la desigualdad y la imposición de los intereses de unos sobre otros; distintos autores citó el ponente para sostener su planteamiento.

Esta desigualdad que desde el inicio quedó acentuada a modo de diagnóstico y programa de acción en el Manifiesto de Marx, no sólo sigue vigente, nos mostró Luis, con datos y cifras de “reciente actualidad”, sino que esta desigualdad se ha incrementado exponencialmente, la cifra de los que tienen mucho con relación a los que tienen poco es inmensa, citando el caso de España, son 1.737.600 hogares en los que todos sus integrantes están en paro y apenas algunos perciben un ingreso por la vía de una ayuda de seis meses por parte del estado. Esta desigualdad, no sólo en la brecha entre quienes ganan y los que no, se ha incrementado, sino entre la cantidad minoritaria de quienes pertenecen a la clase de “triunfantes” y la inmensa mayoría que quedan relegados del sistema. Luis, afirmaba, hacia el final de su exposición que “actualmente el sistema expulsa a los que no puede absorber”. El rol y la función de la clase trabajadora organizada a través de sindicatos, si bien no logró revertir este avance y dominio del sistema capitalista, atenuó y logró conquistas invaluables a lo largo de la historia y de esta lucha. Sin embargo, hoy están, en palabras del ponente, bajo “una campaña de debilitamiento y ninguneo”.

Quedó demostrada al final de la exposición, su atinada cita del Manifiesto al inicio de la misma. Se abría, concomitante a este desarrollo, la pregunta por las condiciones de la subjetividad en este “Estado del malestar”, que a modo de sustitución significante desplazó al “Estado de Bienestar”, que hasta hace pocos años reinaba en Europa y sobre todo en España. Estado de bienestar que no dejaba de contener en sí mismo, quizás, el núcleo de este malestar y desigualdad imperante.

Las coordenadas para la subjetividad actual están contorneadas y atravesadas, nos dejaba “entrever” Luis, por la primacía del hiperindividualismo, la promesa inmediata de la satisfacción a demandas fabricadas por la instalación omnipresente del mercado de consumo. El uso por parte del sistema capitalista de la técnica y la ciencia al servicio de producir mercancías que perpetúen el goce mortífero y circular del sujeto. Un escenario que ya Lacan dibujaba con sorprendente vigencia en los años setenta cuando dictaba su Seminario sobre el “Reverso del psicoanálisis”.

Es que, frente el triunfo y hegemonía de este discurso capitalista que ocupa, de acuerdo a Lacan, el lugar del amo actual, el discurso analítico se erige como el “reverso” del discurso capitalista, en sus antípodas, un lugar y un saber que se orienta por no ceder al imperativo de goce que impone este nuevo orden mundial.

Y citando las palabras finales de la extraordinaria conferencia de Luis Seguí, nos preparamos para el próximo encuentro de este imperdible ciclo de conferencias: “Si sabemos que, como dijo hace cien años Max Weber, la historia muestra que para conseguir lo posible hay que perseguir lo imposible una y otra vez”, nos topamos así bajo estás palabras de Weber, ante la pregunta ¿qué queremos conseguir?, y es que estamos concernidos en este giro de la historia.

* Conferencia pronunciada en el ciclo de conferencias del Nucep 2011/12 (Madrid)