Crónica de las I Jornadas FCPOL | Marta Maside
El sábado 2 de junio celebramos el primer encuentro organizado por la Fundación para la Clínica Psicoanalítica de Orientación Lacaniana (FCPOL), herramienta que la ELP se ha dado para alojar la acción y la investigación del psicoanálisis en el ámbito institucional.
Un encuentro excelente en el que aprendimos, escuchando y conversando, y que nos permitió reflexionar acerca de cuestiones centrales entorno al discurso analítico desde esta perspectiva: su aplicación sobre los seres hablantes, y su especificidad dentro del marco de la institución, ya sea ordinaria u orientada por el psicoanálisis.
Tras la apertura del director, Andrés Borderías, tuvimos la oportunidad de escuchar a Javier Barbero, concejal de Ahora Madrid, una reflexión muy pertinente acerca de las consecuencias en la política de ignorar la soledad y el sufrimiento de los ciudadanos.
A continuación, escuchamos a nuestro colega invitado de la ECF, Jean-Daniel Matet, cuya intervención trazó una orientación muy precisa, rescatada tanto de la investigación original de S. Freud y su apuesta desde el Policlínico de Berlín, como de la del propio Jacques Lacan, “que abogó por la más amplia difusión de la formación analítica”. Imprescindible pues, para el futuro del psicoanálisis, apostar por esta política presente desde sus inicios, sin olvidar el corazón de la formación del analista, pues el practicante señaló Matet “encuentra su legitimidad en la experiencia del pase, el analista se autoriza a sí mismo y por otros miembros de la Escuela (*), sin ningún intento de hacer élite que no sea por la transferencia.”
La mañana se dedicó enteramente al trabajo clínico, con la exposición de seis casos conducidos por colegas de la AMP, dentro de las diversas entidades colaboradoras con la FCPOL, además de la participación de una colega del CPCT de París. La clínica permitió situar la presencia del acto analítico posible para cada caso, desde la escucha hasta la operación sobre la transferencia, así como sus efectos, pacificadores, terapéuticos, pues en mayor o menor medida están ligados a cierto saber sobre el goce. Sobre este punto, en el debate posterior Marta Serra señaló una de las cuestiones a tener en cuenta, en cada caso: los analistas extraemos un saber, ¿lo extraen también los sujetos? ¿En qué medida? Punto crucial a dilucidar: realmente ¿no es saber lo que resulta terapéutico, independientemente de hasta dónde puede o consiente en llevarlo cada uno?
La tarde transcurrió entre dos apasionantes mesas de debate, en las que pudimos escuchar las distintas aportaciones, tan breves como esclarecedoras, de varios colegas que poseen un largo recorrido dentro de distintos tipos de institución*. Explicando cada uno su experiencia, pudieron transmitirnos su modo de hacer, aquél que les fue posible inventar a cada uno dentro del marco del que partían, y que les permitió hacerle un lugar singular a su práctica, preservando las condiciones mínimas para la escucha y el manejo de la transferencia; condiciones que nos ayudan a dilucidar la especificidad del psicoanálisis como práctica.
Aunque nos refiramos a las distintas aproximaciones como práctica y teoría, debemos estar advertidos de que se trata de una mera distinción significante: el psicoanálisis no puede separarse de su aplicación sobre los seres hablantes, uno por uno, con la variedad más radical y absoluta que ello implica. Ni se pueden extraer los fundamentos epistémicos sin la práctica, ni la práctica puede ejercerse sin la orientación precisa de dichos fundamentos —cuya lógica, como se señaló en diversas ocasiones a lo largo de la Jornada, es extraída de la experiencia del pase—. En palabras de Susana Brignoni,“el psicoanálisis aplicado es el psicoanálisis aplicado a uno mismo”.
La intervención final de Guy Briole acerca de la investigación en psicoanálisis articuló estas cuestiones de manera precisa. El verdadero investigador —en psicoanálisis, el AE a partir de su experiencia singular— puede mantenerse apartado del superyó teórico porque parte de su propia pregunta; investiga entorno a aquello que lo agujerea, sin taparlo.
En suma, estas Jornadas han servido, me parece, para abrir el camino hacia la dilucidación de una práctica que se extiende y se multiplica, que se ve obligada a adaptarse a nuevos terrenos, sin perder su especificidad. Las conclusiones, a cargo de Santiago Castellanos y Enric Berenguer, puntuaron que, si Lacan se lamentaba de que su enseñanza no tuviera los efectos que él hubiese deseado en la sociedad, el siglo XXI nos lega a nosotros la tarea, siempre renovada, de encontrar cómo preservar el acto analítico dentro de estos nuevos marcos, para sostener la acción lacaniana.
*Algunas de estas intervenciones estarán disponibles próximamente en el boletín de la FCPOL.