Body Book, Semanario de las X Jornadas de la ELP. Rosa Mª Calvet, Alicia Calderón de la Barca, Jorge Sosa, Hebe Tizio, Lucía D’Angelo, Miquel Bassols.

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La Otredad del cuerpo
Rosa Mª Calvet

Las X Jornadas de la ELP nos convocan tanto en la seriedad de la serie como en la contingencia de las celebraciones de cada una de las escuelas de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, por lo vivo, inédito y también lo clínicamente subversivo de la orientación lacaniana, que Jacques Alain Miller sigue interrogando treinta años después del fallecimiento de Jacques Lacan el 9 de septiembre de 1981.

“Cuerpos escritos, cuerpos hablados” pone el acento en el hecho de que en la práctica psicoanalítica cuando nos hacemos partenaire del síntoma bajo transferencia, tanto el campo del lenguaje como la función de la palabra incluyen también al registro de la letra en su radical disyunción con el significante y con los sentidos que este transporta en las cadenas de semblantes, que el inconsciente ofrece en la metonimia del deseo como deseo del Otro.

Freud elevó las pulsiones a la categoría de mitos, las enseñanzas clínicas de Jacques Lacan las enraízan en el cuerpo embrollado por un decir. El síntoma lacaniano al igual que la lógica de la sexuación femenina resiste al “todosentido”.

Lacan no cejó de insistir en que la cuestión que concierne a cada uno de quienes han agotado la experiencia del inconsciente, es la de dar cuenta de cuál es su saber y su hacer con este incurable, con este detritus de letras desarrimadas de cualquier significación universal, que llamamos acontecimiento del cuerpo.

Body book es un working progress de aquello que del síntoma no deja de no escribirse.

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El cuerpo en Melanie Klein
Alicia Calderón de la Barca

“En la primera realidad del niño no es exageración decir que el mundo es un pecho y un vientre lleno de objetos peligrosos (el pene del padre, excrementos y niños) que son peligrosos a causa del impulso del propio niño a atacarlos”, escribe Melanie Klein en 1930.

Aunque fiel al camino abierto y señalado por Freud a partir de 1920, la función de la muerte, que ella traduce como agresión y temor al aniquilamiento, es soberana y primer motor del sujeto; Melanie Klein enfatizará la dimensión fantasmática en la que el yo se ve atrapado, y eso tendrá como resultado la radicalización del concepto de fantasma inconsciente, hasta el punto de hacerlo correlativo de la pulsión, apuntando a un cierto genetismo de los fantasmas.

La investigación kleiniana en la observación del lactante sitúa el destete en la imaginarización de la partición del cuerpo de la madre y hace del pecho el objeto perdido. Este fue uno de sus impasses al no diferenciar la pérdida como fenómeno de la pérdida estructural, el otro, fue el pasaje sin transición de la descripción de los fantasmas a su transformación en “conceptos”.

Creo que la mejor respuesta a la pregunta ¿cómo entra el cuerpo en la obra de Melanie Klein?, la encontramos en una espléndida frase de Lacan en los Escritos donde se refiere a ella así: “Una arúspice de ojos de niño, tripera inspirada, que nos ha hecho su catálogo (de fantasmas) mirándolos en las entrañas de la madre nutricia”.

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El cuerpo en la teoría de Anna Freud
Jorge Sosa

En los textos de Anna Freud el cuerpo adquiere diferentes significados. En primer lugar tenemos el cuerpo pulsional, el Ello, origen de las pulsiones sexuales y agresivas que se satisfacen según la fase de la libido predominante y la relación de fuerzas que exista con el Yo y el Superyo. Cuando estas pulsiones son sintónicas con el Yo, éste se pone al servicio de su satisfacción, obteniendo también una parte de la misma. Cuando entran en conflicto, se desencadena la angustia y se forman los síntomas.

En segundo lugar encontramos el cuerpo sometido a las funciones de control y síntesis del Yo, mediante un proceso que comienza ya en la primera infancia, cuando la madre introduce en el niño los ritmos del sueño y los hábitos alimenticios y posteriormente el control de esfínteres. La construcción de este cuerpo civilizado, depende fundamentalmente de la sustitución progresiva del principio del placer por el principio de realidad y de los procesos primarios por los secundarios. En este caso el cuerpo es una posesión del Yo, investido como tal desde el momento en que el bebé empieza a diferenciarse del objeto primordial, saliendo así del narcisismo primario, en donde era simplemente Ello. No parece que este proceso esté causado por una falta estructural sino por la influencia educativa del otro primordial y por el desarrollo del Yo.

Tampoco la cuestión del cuerpo sexuado tiene un lugar preponderante en sus trabajos. Finalmente encontramos una tercera conceptualización del cuerpo surgida del estudio de ciertos fenómenos que se sitúan en la intersección entre el cuerpo y el organismo. Se trata de la incidencia de lo orgánico sobre el sujeto, algo que encontramos por ejemplo en la influencia que tienen la enfermedad orgánica, el dolor somático, el sueño o el cansancio, en el desencadenamiento de procesos regresivos en el Yo. O también en el papel determinante que A. Freud otorga a la maduración, tanto en la evolución de la libido como en el desarrollo del Yo y el Superyó.

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El cuerpo en el discurso universitario
Hebe Tizio

Para pensar el tema hay que partir de una indicación que da Lacan en el Seminario XVII (1) sobre la función de la universidad: “Esta tiene en efecto una función extremadamente precisa, que tiene relación en cada momento con el estado en que se encuentra el discurso del amo- o sea, su elucidación. Este discurso, en efecto, ha sido durante mucho tiempo un discurso enmascarado. Irá estando cada vez menos enmascarado por su necesidad interna”.

Y agrega que las dificultades del discurso de la universidad tienen que ver con el hecho de que el discurso del amo “se muestra cada vez más de forma extremadamente desnuda”.

El matema del discurso universitario ubica en el lugar de la verdad el S1 que opera como portador del orden del discurso del amo. Hay que recordar que el agente no es potencia sino que es aquel al que se hace actuar. El saber está totalmente al servicio del amo. Ese lugar, que constituye la verdad de la ciencia, sostiene el imperativo de sometimiento a un saber sin enunciación que no se dialectiza sino que se “protocolariza”.

Como lo señalé en otra ocasión, la depreciación del conocimiento corroe los semblantes del discurso universitario pues se trata del saber hacer en oposición a la episteme. El velo del conocimiento es cada vez más tenue y el estudiante es una pieza de la maquinaria del mercado ya que a menor solidez de su formación mayor facilidad para reciclarse. Es el explotado por el discurso.

Las competencias· que se promueven incluyen el saber hacer, pero también el saber ser y estar. De este modo el estudiante deberá “auto-reciclarse” permanentemente como profesional para adaptarse a la demanda, deberá ser él mismo su propio producto para ser comprado. Si no lo logra será segregado como deshecho del sistema.

Para implementar ese proyecto se pretende hacer la “didactización” de la subjetividad y del cuerpo lo que implicaría “saber manejar las emociones” para obtener así un sujeto sin síntoma porque podría gestionar el goce.

El cuerpo desde la perspectiva del discurso universitario tiene dos valores. Por una parte, para las disciplinas científicas, deviene organismo, lugar de una escritura genética que puede ser descifrada y a partir de allí se supone que se podrá explicar y prevenir el goce ya que sería la biología y no lalengua la que lo produciría. Por otra parte, para las disciplinas consideradas no científicas, el cuerpo podría regularse con distintas técnicas por la vía del yo mostrando, una vez más, el contubernio de las técnicas cognitivo-comportamentales con el control de poblaciones.

Notas:
1-. Lacan,J. Seminario XVII. Paidos. Barcelona. 1992.pp.158-59.

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El cuerpo y la pulsión de muerte
Lucia D’Angelo

Según Freud, el cuerpo propio y sobre todo su superficie es un sitio del que pueden partir simultáneamente percepciones internas y exter- nas. Es visto como un objeto otro, pero proporciona dos clases de sensaciones una de las cuales puede equivaler a una percepción interna. Principalmente por el dolor y el modo a partir de las dolencias se adquiere noticia también de sus órganos internos, pero al mismo tiempo, ofrece el modelo según el cual el sujeto llega a representarse el cuerpo propio: “El yo es sobre todo una esencia-cuerpo; no es sólo una esencia-superficie, sino él mismo, la proyección de una superficie”. (1)

El cuerpo humano rechaza obedecer al alma, al saber natural, y se pone al servicio de la auto conservación. Sin embargo, ¿en qué contribuyen las pulsiones para contrarrestar esta tendencia?: (…) “estamos autorizados a concebir una pulsión de muerte que no puede estar ausente en ningún proceso vital. Las pulsiones en que creemos se separan en dos grupos: las eróticas, que quieren aglomerar cada vez más sustancias vivas y las pulsiones de muerte, que contrarían ese afán y reconducen lo vivo al estado inorgánico. De la acción conjugada y contraria de ambas surgen los fenómenos de la vida a que la muerte pone fin”. (2)

El cuerpo y la pulsión de muerte están íntimamente relacionados. Porque por más corporal que el sujeto sea representado por su cuerpo, sea por su superficie, sea por la percepción de sus órganos internos está determinado por el lenguaje, por la impronta del significante que lo hace estar en falta con su ser; que divide su existencia entre su ser y su cuerpo, entre el ser y tener un cuerpo.

En los inicios de su enseñanza Lacan trataba de considerar la superficie del cuerpo, como una identificación a la imagen del cuerpo como formador del yo, tomando las referencias freudianas, lo imaginario como complemento corporal y gobernado por la articulación simbólica del lenguaje. Más tarde, le concedió al cuerpo un valor real, otorgándole a la esencia-cuerpo un exceso de goce traumatizante en consonancia con la pulsión de muerte. (3)

Notas:
1.- Freud, S.: “El yo y el ello” (1923), T. XIX, Obras completas, Amorrortu, Buenos Aires, 2001, p. 27-28.
2.- Freud, S.: “Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis. (1933[1932]-32º Conferencia, Angustia y vida pulsional”, T. XXII, Obras completas, Amorrortu, Buenos Aires, 2001, p. 99.
3.- Miller, J.A.: “Biología lacaniana y acontecimiento de cuerpo” en Freudiana Nº 28, ELP. Barcelona, 2000,p. 19.

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Tu cuerpo es tuyo
Miquel Bassols

Es la consigna que a principios de siglo pasado, momento también de la aparición del psicoanálisis, difundió con éxito el pensamiento liberal*. Se trataba de defender el derecho del ser humano a disponer del propio cuerpo sin las trabas de la esclavitud, de la religión o de otras formas de represión social.

La frase pro-dujo gran escándalo en su momento y Jacques Lacan la cita (1) para mostrar las paradojas del lugar del cuerpo en el discurso psicoanalítico.

Lo que la experiencia del psicoanálisis demuestra es que el cuerpo del niño empieza por ser un objeto (transicional) para la madre y que solo podrá ser subjetivado en la medida que a ese cuerpo le es sustraído otro objeto, condensador de goce, —el famoso objeto a—, es decir, en la medida que la castración simbólica se haga efectiva para el sujeto. Las paradojas que Lacan señala empiezan con el problema que plantea “el derecho a nacer”, derecho de un sujeto que todavía no existe con un cuerpo que todavía no le pertenece.

El cuerpo no es el organismo y solo se llega a tener ese cuerpo, a identificarse también con él, sin llegar a serlo nunca, ya que el ser del sujeto está siempre en Otra parte. Pero además, señala Lacan, “la cuestión está en saber si, por el hecho de la ignorancia en la cual es mantenido ese cuerpo por el sujeto de la ciencia, habrá derecho luego a, ese cuerpo, hacerlo pedazos para el intercambio”. En efecto, la ciencia de nuestro tiempo, que ya ha patentado secuencias de nuestro ADN y que permite separar e injertar órganos artificiales de la unidad corporal, ignora esta dimensión del cuerpo que el psicoanálisis descubrió con Freud y que podemos resumir así para interpretar como conviene la frase en cuestión: “Tu cuerpo es tu Yo”.

Notas:
1 Lacan, J. (1968), “Discurso de clausura de las Jornadas sobre las psicosis en el niño”, El Analiticón nº 3, Correo / Paradiso, Barcelona 1987.

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